La chica calavera

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Nico ni siquiera le dirigió la palabra a la diosa que leía un libro sobre flores en la sala principal del templo. La ignoró cuando ella le preguntó sobre el anillo y aprovechó una sombra entre dos columnas para dirigirse al campamento.

Tan solo unos segundos después, se vio deslumbrado por la luz del sol. Se cubrió los ojos con el antebrazo derecho y parpadeo tratando de faltar su visión. Se encontraba en el inicio del bosque. Desde allí podía ver a los campistas corriendo sin parar; grupos de chicos y chicas que se dirigían a sus prácticas de tiro con arco, otros cargaban espadas, había grupos que reían mientras iban rumbo a la playa. Ese verano el lugar parecía repleto.

- ¡Nico! - El pelinegro no tuvo que voltear para saber quién le hablaba, la voz de Percy era inconfundible. - Hola, ¿cómo estás, amigo? Pensé que este verano no vendrías - Le saludo mientras le daba un golpe juguetonamente en el hombro.

- Hola - Dijo Nico, con j a pequeña sonrisa. Terminó de adaptarse a la luz y miró a Percy de pies a cabeza; después de todo el asunto de la guerra se había convertido en mentor de muchos chicos allí en el campamento, principalmente les enseñaba a luchar con la espada y aunque, como muchos, sólo estaba durante el verano, no había quien no conociera sus hazañas. - Pensaba quedarme con mi padre todas las vacaciones, pero... Perséfone me encargó una pequeña tarea - Le explicó torciendo el rostro con desagrado.

- Oh, ya veo. Si necesitas ayuda dímelo. Sabes que cuentas conmigo -. Nico agradecía tener un amigo como Percy y que todo el asunto ese de estar enamorado de él, estuviese superado. Al final se había dado cuenta que no era amor lo que sentía por él sino más bien admiración.

- De hecho sí hay algo con lo que puedes ayudarme - Le dijo al hijo del dios del mar. - Necesito ver a Valdez -.

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Percy le dijo que Leo se encontraba en los campos de fresas con los más jóvenes de su cabaña. Al convertirse en el líder de su cabaña; tras ser reconocido como el héroe absoluto, ese que sobrevivió a la muerte y todo eso; tenía el deber de instruir a sus más jóvenes hermanos. Esta vez les estaba dando un recorrido por el campamento a dos recién llegados.

No fue difícil encontrarlos, Leo era el único semidiós que pesaba por todos lados con un cinturón de herramientas en la cintura.

- Hey, Valdez - Saludo Nico, aprovechando para ver a los dos niños nuevos. Se trataba de gemelos, ambos con cabello castaño oscuro y ojos color miel. No debían tener más de 13 años.

- Sombritas, que milagro verte - Le regresó el saludo el latino con una gran sonrisa. Sus dos acompañantes recorrieron con la mirada al hijo de Hades.

- Estoy buscando a un chico llamado Kurt, Kurt Blumer. Se supone que está en tu cabaña -.

- Kurt... Claro, debe seguir durmiendo o haciendo cualquier cosa en la cabaña, nunca quiere salir y no habla con nadie - Le contó Leo. - ¿Está en problemas? -.

El chico miró a su otro amigo, realmente no le molestaba contarle toda la historia y eso pero realmente quería terminar con el asunto rápido y poder descansar.

- No, para nada. Una chica calavera le manda saludos, eso es todo - Se despidió con la mano y se dirigió a la cabaña. - Gracias - Dijo antes de alejarse con rápidos pasos y dejando a tres hijos de Hefesto completamente desconcertados.

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Tocó a la puerta repetidas veces pero sabía que nadie le escucharía. Desde dentro de la cabaña se escuchaban cientos de ruidos; motores, martillos, sopletes. No entendía a los chicos de ese sitio, su afición por crear cosas era algo de otro mundo para Nico.

Por fin decidió no esperar más y se adentró en el recinto, dentro parecía estar en un almacén de máquinas y armas. Se acercó a una chica que golpeaba un escudo con un martillo, parecía ser la más tranquila.

- ¡Oye! - Gritó entre el alboroto. Ella dejo de martillar y lo miro con las cejas levantadas. - ¡Busco a Kurt! -.

Señaló a un chico que estaba tirado sobre una de las literas al fondo del lugar y siguió golpeando el escudo. A primera vista. Nico jamás habría notado las camas, todas estaban llenas de cachivaches. Se acercó al chico y suspiró, le dolería la cabeza si permanecía dentro de ese lugar por mucho tiempo más.

Kurt miraba la litera de arriba, se encontraba recostado y salvo por el movimiento constante de sus manos, parecía una estatua. - ¡Tengo que hablar contigo! - Volvió a gritar el pelinegro, sacudió el brazo del ajeno para llamar su atención. El chico lo miro un segundo, cerró los ojos con pesadez solo para volver a abrirlos de golpe cómo si recordará que había dejado al estufa encendida después de varias horas.

Desesperado, Nico tomó del brazo al chico, obligándolo a levantarse y lo arrastró fuera de la cabaña, agradeció que el ruido cesará al alejarse unos metros de la puerta. Soltó al chico y lo recorrió con la mirada, parecía asustado.

- ¿Vas a matarme? - Le preguntó. El tal Kurt era un pequeño niño de quizá 6 o 7 años. Tenía cabello castaño y ojos tan azules como el cielo. El hijo de Hades no pudo evitar tomar lo mucho que se precia a la chica calavera. Su mente empezó a atar cabos más rápido de lo que quería.

- No - Le respondió tratando de no soñar tan amenazante. - Acabo de volver del inframundo y tengo un mensaje para ti -.

- ¿Voy a mejoro pronto? - Preguntó completamente aterrado el pequeño niño, sus delgadas piernas temblaban como gelatina.

- ¿Qué? No. ¿De dónde sacas eso? -.

- Bueno es que... Eres Nico, ¿no? El hijo de Hades y bueno... Tú sabes... Yo pensé que... - Balbuceaba el pequeño, Por su parte Nico no dejaba de encontrar similitudes.

- No vengo con ese tipo de mensajes - Suspiró ante la idea de ser por siempre visto como el hijo de Hades, mensajero de la muerte. Seguro a Tanatos no le haría gracia que creyeran que él tenía ese tipo de trabajos. - No fue tu culpa. Scarlet quiere que lo sepas -.

Estaba a punto de dar media vuelta y recuperar el anillo de una vez, había cumplido con su parte del trato pero Kurt comenzó a llorar. Las lágrimas rodaban por sus mejillas como si fuera una fuente y lamentables sollozos hacían que todos los que pasaban cerca se quedarán mirando a los dos chicos. Nico no quería que le culparan de hacer llorar a los niños pequeños.

Skeleton's love (Nico Di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora