La peor misión de la vida

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Aburrido, aburrido y aburrido. Nada más podía describir esa misión. No, tal vez, peligrosa también sería un buen adjetivo.

- Perdí una anillo muy importante en alguna parte. Haz algo útil y ve a buscarlo -. Le había dicho Perséfone al hijo de Hades.

No era una gran secreto que su relación con su madrastra no fuera la mejor de todas pero de eso a tenerlo buscando un anillo en un lugar infinito, era distinto. Su padre no le había permitido negarse, desde la guerra se había dedicado a unirse un poco más con sus hijos, cosa bastante extraña para un dios. Nico suspiró y tomó asiento, apoyando su espalda contra el tronco de un árbol seco; cientos de espíritus vagaban a su alrededor, casi ninguno tenía idea de estar muerto o del transcurso del tiempo. Era un sitio tranquilo.

Sobraba decir que estaba cansado de buscar el estúpido anillo. Ni siquiera sabía que apariencia tenía. El pelinegro suspiró de nuevo, ver a tantos muertos era difícil, a veces tenía la sensación de a ver visto a su hermana y quería correr en su búsqueda pero se recordaba que eso era imposible pues ella había decidido renacer.

- Hey, ¿tú eres el hijo de Hades? -. Levantó la mirada hacia el dueño de la voz. Una chica, quizá de su edad, le miraba con una ceja levantada. Tenía un largo lacio y castaño cabello, era delgada y vestía con vaqueros rasgados, una camiseta con un estampado de una de esas bandas modernas que Nico recién comenzaba a escuchar, Linkin Park o algo por el estilo, y pulsera de cuero negro.

- ¿Quién eres? - Preguntó con cautela, la chica sonrió y estiró una mano hacia él. Cual si fuera un holograma, Nico vio el esqueleto de ella y de nuevo su forma física. Sí, esa chica estaba muerta.

- Scarlet - Dijo y se estiró hasta tomar la mano del chico pues este no había regresado su saludo. - Sé que esto es muy grosero pero por aquí corre el rumor de que tú sacaste a una chica del inframundo, que puedes entrar y salir a placer y todo eso -.

- Oye niña, no sé que creas saber pero no soy ningún tipo de camello. Agradecería que me dejes solo -. No comentó nada sobre el hecho de que ella tuviera ese tipo de conciencia, lo único que se le ocurría es que sería alguna semidiosa muerta durante la guerra con Gea. Por alguna razón, los semidioses parecían no desorientarse ni olvidar el hecho de que ya no estaban vivos.

El chico suspiró y se colocó sus audífonos, esas cosas se habían convertido en su invento favorito; ir a todos lados con música era lo mejor, en especial si se estaba vagando solo por el hogar de los muertos.

- Oye, no quiero que me saques de aquí ni nada de eso y no soy ninguna niña, tenía 16 - Le dijo la chica, se puso de rodillas frente a él y le quitó los audífonos. El otro le miró con el ceño fruncido. - Necesito que entregues un mensaje por mi, a cambio te daré esto - Continuó la fémina al tiempo que sacaba un anillo dorado con incrustaciones de diamantes del bolsillo de sus vaqueros.

No se necesitaba señales para saber que ese era el anillo dé Perséfone. - ¡¿Cómo es que tienes eso?! - Le gritó tratando de tomar el objeto pero la chica volvió a guardarlo en su bolsillo.

- Lo encontré, estar muerta te deja mucho tiempo libre -. Sonrió con astucia. - Así que... ¿Entregaras el mensaje por mi? -.

Él la miró con los ojos entornados. - Depende del mensaje -.

- Oh, es algo muy sencillo -. La chica se sentó a su lado, cosa que le incomodó bastante pues aún no terminaba de agradarle la cercanía de las personas, mucho menos si esas personas ya estaba muertas y cada ciertos minutos se volvían ligeramente transparentes, permitiendo ver sus esqueletos. - Es un mensaje para un chico llamado Kurt Blumer, hijo de Hefesto -.

- ¿Quieres que le lleve un mensaje a tu novio? Ni siquiera sé dónde está ese tipo,  ¿cómo sabes que no está muerto? Ser un semidiós es muy difícil -. Nico se encontró dando la explicación más obvia que cualquier semidiós podría recibir. Pero Scarlet se limitó a suspirar.

- Esta en ese lugar llamado campamento mestizo y sé que no está muerto -.

Le miró con una ceja levantada, esa chica lo hacía sonar como si ella no conociera el campamento. Pensó en preguntar sobre eso; poco tiempo atrás Jason le había hablado de lo importante que era ser más amigable pero prefería no meterse en la vida de otros. Tomó aire y se levantó, luego estiró su mano hacia la otra. - Bien, le entregaré el mensaje,  dame el anillo -.

- ¿Me crees tonta? Primero dale el mensaje y luego te devolveré el anillo -. La chica se levantó. - Puede que este muerta pero mi cerebro aún funciona... Bueno no pero... Bueno tú me entiendes -.

La inocencia de la chica le sacó una sonrisa. Negó con la cabeza y se regañó mentalmente por esos pensamientos, juntarse con Jason le estaba afectando.

- Volveré en cuanto le de el mensaje, tú espera aquí -. Señaló el pelinegro.

- No es como que pueda ir muy lejos. Te veré por aquí. - Le respondió la castaña.

El otro ya había comenzado a caminar rumbo hacía el templo de su padre, un viaje sombra sería más fácil desde allí. Se giró dándose cuenta de algo importante, no sabía cuál era el mensaje. Giró hacia la chica calavera que le miraba mientras apoyaba su espalda en el tronco del árbol.

Ni siquiera tuvo que preguntarle, en su mirada se podía leer lo que quería decirle, "despistado". - El mensaje es: "No fue tu culpa" -. Le gritó desde la distancia. De nuevo, Nico, vio un esqueleto y luego, como si se la llevara el viento, la chica, desapreció.

Siguió su camino también, mientras más rápido terminara esa misión, más rápido podría descansar y esta vez lo haría muy lejos de su divina madrastra.

Skeleton's love (Nico Di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora