Brochetas de rubio

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Ambos pelinegros corrían sin parar, guiados únicamente por la histérica voz de Jason. Pasaron a cientos de muertos que parecían demasiado entretenidos como para notar a los dos semidioses. El lugar poco a cómo cambiaba, dejando el espacio vacío por algo extrañamente parecido a un parque. Divisaron una cabellera blanca y como acto reflejo, se escondieron detrás de un banco.

- Venga, no exageres, no se siente tan mal - Decía el demonio peliblanco.

Jason se encontraba atado contra un intento retorcido de pasamanos. El metal del juego se retorcía por sobre las muñecas del chico con tal fuerza que sus amigos podían ver la sangre procedente de los cortes que le ocasionaba. Debajo de él había unos grandes picos, más metal en forma de punta que amenazaba por hacerse con su amigo. Atada a su muñeca había un gran globo rojo que desencajaba por completo con la situación.

- Oh, rayos - Murmuró Percy.

Observaron la escena con determinación. Las manos de Nico no dejaban de temblar, quería cortarle el cuello a ese peliblanco. Jason soltó otro desgarrador grito, sus ojos se abrieron pero en lugar de ser azules como el cielo, tenían un fantasmal color púrpura.

Uno de los pinchos se estiró como una lanza y atravesó el estomago del rubio, no hubo herida, no hubo sangre pero ese extraño dolor que antes había atacado a todos los muertos, volvió.

Los semidioses no pudieron más que cubrir sus bocas para evitar que se escuchasen sus gritos de agobia mientras se retorcían en el suelo.

- ¿Qué sucede? - Dijo Nico con el dolor marcado en su rostro.

- Son los pinchos, debemos sacar a Jason de ahí - Le respondió Percy.

- Lo sé - Le cortó el otro. - Pero no se me ocurre ningún plan.

El silencio que los inundó después de los gritos de dolor se vio nuevamente interrumpido por una risa pesada e histérica. Mostraron sus cabezas sobre el banco solo para contemplar cómo el peliblanco loco golpeaba suavemente el rostro de Jason con el dorso de su mano. - Vamos, despierta, no duele tanto - Le decía.

- No tenemos opción - Dijo Percy antes de saltar fuera de su escondite. Nico sintió ganas de golpearlo, eso era clásico del hijo del mar. - ¡Suelta a nuestro amigo! - Gritó el chico.

- ¿A quién? - Le respondió el demonio mientras giraba para encararlo. No va previa sorprendido sino aburrido.

- A nuestro amigo, idiota - Repitió Nico, saliendo a su vez del escondite.

El demonio los miro durante un largo tiempo, poso su mirada en Nico, siguió von Percy y finalmente volvió a mirar a Jason. Se encogió de hombros y suspiro.

- No - Respondió secamente el enemigo y se echó a reír.

La furia subió como veneno por el estomago de Nico, quien no dudó un segundo y se lanzó con el maniaco, espada en mano.

- ¿Nico? - Una voz le interrumpió.

- ¿Bianca? - Preguntó el pelinegro.

- ¿Amigo? -. Se le acercó corriendo Percy quien al igual que su amigo había cargado contra el demonio pero se había detenido ante la extraña reacción del menor. - ¿Bianca? ¿De qué hablas? - Volvió a preguntar, al tiempo que comenzaba a pensar en el tipo de engaño del cual estaban siendo víctimas. No era la primera vez que él estaba frente a una situación de ese estilo. Comenzó a sacudir a su amigo tratando de hacerlo reaccionar.

- Hola, Percy - Esa voz hizo que todo su cuerpo se helara.

- Imposible - Respondió de inmediato, sin embargo su interior se contrariaba. La diosa que tanto le había aterrado, los recuerdos que había tratado con tanta fuerza de olvidar, el miedo había recorrido sus venas mientras corría por los pasillos de ese horrible lugar en el abismo; todo lo golpeó de golpe. - ¡Para! - Gritó mirando al peliblanco que se limitaba a sonreír.

- Ya es suficiente - Una voz femenina los interrumpió. - Ay, estás siendo aburrido, más de lo normal -. Ambos pelinegros miraron en dirección a la dueña de la voz.

- ¡Scarlet! - Gritó Nico. Percy lo miró con sorpresa, miró a la chica y aún en contra de sus deseos, sintió alivio. No tendrían que buscar mucho a la chica en aquel lugar pero la familiaridad y falta de temor con la que se dirigía al demonio no le daba buena espina, comenzó a preguntarse si realmente esa pelirroja necesitaba ser rescatada.

- ¿Aburrido? - Preguntó Ay. - Scar, estoy haciendo lo más genial del mundo. ¿Hace cuánto que no hacíamos brochetas? -.

- Hace una semana - Le respondió la chica con desgana. Suspiró y se acercó a los semidioses. Nico trató de sostenerla por el brazo pero ella le esquivó. - Corran - Susurró tan bajo que a penas pudieron oírla.

Siguió su camino hasta estar frente al peliblanco y se abrazó a él como si fuera lo más normal del mundo. - Venga, esto no es divertido. ¿Por qué no intentas... No sé, dejarlo caer o algo por el estilo? -.

- ¿Qué? - Los ojos de los tres muchachos se abrieron de golpe. Un solo pincho les había hecho retorcerse de dolor. ¿Qué diablos pensaba esta chica? La sonrisa del demonio de agrado y la miró con un orgullo retorcido.

- Es una gran idea - Dijo antes de charques los dedos. Los metales que sostenían a Jason se movieron como serpiente, dejando libre el cuerpo del chico. Fue tan rápido que a penar del intento de Percy y Nico, ninguno alcanzó a detener su caída.

El cuerpo del rubio se estrelló con los pinchos que lo atravesaron como si fueran ilusiones o simple humo. Sin embargo un dolor aún más profundo que el de antes se esparció por todo su estómago, subió hasta su pecho y explotó por el resto de su cuerpo. La visión de Nico se hizo roja y sus gritos parecieron desaparecer entre los de sus amigos.

Scarlet se movió con calma, tomó el globo rojo de la muñeca de Jason y lo anudó a su cinturón.

- ¡Hey! Deja el globo, aún no termino de jugar - Le reclamó Ay.

- Pensé que habías dicho que este globo era sólo mío -. Scarlet acercó su rostro peligrosamente al masculino. Nico la seguía con la mirada; molesto, adolorido y confundido. Una de las manos de Scarlet se movía nerviosamente, era una seña tan sencilla que cualquiera la hubiera comprendido, "Levántate".

La mente del hijo de Hades comenzó a trabajar a doble marcha, ella se los dijo antes, debían correr. La chica pasó sus brazos con el cuello del peliblanco y pegó su frente a la suya, impidiéndole ver algo más que sus muertos ojos verdes.

El semidiós menor tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para moverse, el dolor no estaba pero todos sus músculos temblaban como gelatina. - Percy - Susurró con cautela. - Vamos, Percy, muévete - Urgió.

Su amigo se movió con dificulta, se arrastraros hasta Jason y le ayudaron a ponerse en pie.

- Estas muy extraña hoy -. Comentó Ay. La sospecha marcando sus expresiones.

- ¿De qué hablas?, estoy igual que siempre - Le respondió la pelirroja.

- Mmmm -. El demonio abrazo a la chica por la cintura y unido su rostro en el cuello de ella.

Por su parte, los semidioses aprovecharon esto para huir. Nico, sin embargo sabía que Scarlet necesitaba salir de allí, a pensar de todo lo extraño o peligroso de su actuar, les había ayudado y eso sólo significaba algo... Al igual que con su hermano, esa chica les estaba protegiendo a pesar de su propia seguridad.

Skeleton's love (Nico Di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora