Nico corrió hasta alcanzar a la pareja, su espada corto sin vacilar el aire, deseando asentar en la cabeza de Ay. ¿De dónde había nacido toda esa furia? A pesar de saber la respuesta, el pelinegro se negaba a pensar más allá y en lugar de eso, se concentró en lograr que el astuto demonio soltara a Scarlet. Lo que no parecía tan sencillo pues este esquivaba cada uno de sus ataques sin siquiera molestarse en dejar de cargar a la pelirroja como si está fuera una princesa.
Los otros tres chicos no tardaron en unirse a la batalla, lamentando a medias que su plan no hubiera funcionado tal como se había planeado. Abner rodeó al resto, se colocó detrás del peliblanco con intención de saltar a su espalda y de alguna forma desequilibrarlo pero tan pronto como se acercó a este, recibió un puñetazo por parte de Ay, tan fuerte que lo mando al suelo.
Su idea fracasó pero le dio el tiempo justo a Jason para tomar la mano de Scarlet y tirar de ella, separándola exitosamente del demonio. Ay gruñó inhumanamente al notar la ausencia de la pelirroja. Todo pasaba tan deprisa como que habría sido imposible verlo con ojos mortales.
Nico logró asentar un golpe en las costillas del enemigo, por un segundo todo se detuvo. El extraño mundo en el que se encontraban se congeló. Ay se abrazó el estómago, un extraño líquido negro brotaba de su herida. Era viscoso y burbujeaba pero el herido no parecía inmutarse en lo más mínimo. Los semidioses estaban tan impactados que cuando notaron lo que ocurría, ya era tarde.
- ¡Corran! - Gritó Scarlet. En laguna parte de su mente, Nico pensó en lo penoso que era tener que ser alertado por ella cada vez que se encontraban en peligro.
La sangre del demonio parecía cobrar vida propia, se movía como una serpiente, subía por el brazo de su dueño y se enroscaba en este. La herida había desaparecido.
- Vaya, parece que consiguieron nuevos amigos, ¿no es así? - Les habló Ay con un tono burlón. Giró a ver a Abner que intentaba recuperarse del golpe para volver a la batalla. - ¿Cuántas veces debo molerte a golpes para que entiendas que es imposible ganarme? -.
Abner lo miró con odio y escupió un poco de sangre en su dirección.
Ay ladeó la cabeza, dedicándole una mirada parecida a la que un padre le daría a su hijo mientras hacía una rabieta. La sangre que había rodeado su brazo tomo una forma sólida, en un rápido movimiento del demonio, cortó el aire.
- ¿Un látigo, es enserio? - Se quejó Percy justo antes de lanzar su espada en dirección al globo que seguía atado a la muñeca de Scarlet y que flotaba con pereza por sobre sus cabezas. Sin embargo, la espada rebotó como si fuera un juguete, sin causar ningún daño.
- Oh no, no dejaré que se larguen de aquí - Les advirtió Ay. Movió el látigo en dirección a Percy, el pelinegro rodó por el suelo, esquivándolo por poco.
Nico corrió en rescate de su amigo, este no perdería la oportunidad dada para hacerse con su espada de nuevo. Abner se las había apañado para estar de nuevo en pie y era ahora que volvía a lanzarse en ayuda de los chicos.
- Esa cosa no se rompe - Se quejo Jason.
- Por una espada no, ningún arma puede romper este globo - Le contestó Scarlet.
- ¿Cómo se supone que lo rompamos entonces? -.
- Si lo supiera no estaría aquí, rubio -. Scarlet jaló el hilo atado a su muñeca y tomó el globo entre sus manos. - ¿No tienes algún truco chungo de semidiós o algo? -.
- Sólo soy un hijo de Júpiter... - Jason la miró por unos segundos, tenía el ceño fruncido y la velocidad de la batalla no le permitía prensar por completo en soluciones. - Roja -. Le contestó por fin, tratando de igualar su burla pero haciéndolo tan tarde que el chiste no era gracioso ya.
- ¡Jason, necesitamos refuerzos! - Gritó Percy, sacando tanto al rubio como a la pelirroja de su pequeña discusión.
Al voltear hacia la batalla, era claro para el hijo de Júpiter que no lograrían ganar, ese demonio precia ser invendible; sus heridas curaban a una velocidad increíble, su fuerza era de temer y para empeorar las cosas, la maestría con que agitaba el látigo impedía a los semidioses agruparse correctamente para atacar.
- Necesitamos salir de aquí - Se quejo Abner. Sus vendajes estaba sueltos aquí y allá, dejando a la vista varios golpes y cortes que recién empezaban a cicatrizar.
Nico trataba de permanecer concentrado en la batalla, sabía que un pequeño descuido podría matarlo pero al mismo tiempo deseaba poder voltear a ver a Scarlet, verla bien y fuera de las manos de aquel demonio. Su furia y alegría se mezclaban de una forma extraña mientras las dudas seguían burbujeando muy en lo profundo de su cabeza.
Jason miró el cielo con consternación. No había más que un blanco infinito. ¿Estaría su padre viendo aquello? ¿Le habría visto sufrir y ser torturado sin mover si quiera un dedo?
- Espero que esto funcione - Dijo para sí mismo. Cerró los ojos y tomó un profundo respiro mientras rezaba a su padre por un poco de ayuda... 1, 2, 3... el interior de su estómago se contrajo, un hormigueo le recorrió de pies a cabeza y finalmente el cielo se iluminó con una brillante luz.
La batalla se detuvo, Ay lanzó su lazo hacia Scarlet pero antes de poder tocarla, un rayo cayó justo frente a ella dando justo en el globo que estaba entre sus manos. La chica soltó un grito.
La fuerza del rayo quizá mandó a todos al suelo o quizá había sido el temblor que prosiguió a esto; lo único seguro era que el globo había explotado dejando una grieta en el suelo.
- ¡Scarlet! - Gritó Nico corriendo hacia ella con los brazos abiertos. Pasó sobre la grieta sin medir el peligro y el mundo se vino abajo.
La grieta creció como si se tratara de hielo rompiéndose, el suelo desaparecía dejando solo oscuridad debajo.
- ¡Nico! - Gritó Scarlet. Saltó hacia los brazos del chico y se aferró a él con fuerza.
- No me sueltes - Le susurró Nico a su oído y abrazados fueron tragados por la oscuridad del vacío.
Percy reaccionó más rápido que el asombrado demonio, quien no podía dejar de mirar el agujero en el suelo.
- ¡Vamos! - Le indicó a Jason. Su amigo entendió de inmediato y ambos saltaron hacia la oscuridad seguidos a penas por Abner.
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Skeleton's love (Nico Di Angelo)
FanficEl inframundo puede ser el lugar más concurrido y aún así solitario del universo. Al menos así lo siente Nico ahora que su padre le ha ordenado cumplir con las peticiones de Perséfone. Una nueva amistad surgida de la soledad y el dolor compartido. U...