El fuego empezó por la noche. Se alzó en gruesas columnas que iban precedidas de corrientes mágicas. Asoló todo a su paso, y se estrelló contra los gruesos muros de la primera barrera del castillo. Todo se estremeció con el impacto, despertándolos en un sobresalto.
-¿Qué demonios ha sido eso?
Decklan saltó de la cama, confuso, y miró a su alrededor. Sorin ya estaba junto a él, sus uñas convertidas en feas garras y sus ojos dos rendijas demoniacas. Killian llegó también hasta ellos, mirando a su alrededor con los ojos entrecerrados y faltos de expresión.
-Creo que estamos bajo ataque -dijo este, sacando de su bolsa una daga pequeña y brillante. Su vara mágica en la otra mano-. Tenemos que buscar a Jared.
Era fácil decirlo, pero aquel castillo de laberínticos pasillos se retorcía ante ellos lleno de guardias que corrían a su alrededor. Tardaron en llegar a los aposentos del príncipe al menos cinco minutos, pero fue el mismo Jared quien les abrió la puerta con inusitada fuerza.
-¿Qué está pasando? -preguntó Sorin, y Jared les dejó entrar mientras terminaba de vestirse.
- Yian Quin me dijo que están atacando la primera muralla. Parecen ser magos, y mercenarios.
-Mi padre...
-No, Killian. Aún no sabemos nada.
-Debo ir.
-¿Adónde?
-A mirar. Tengo que saber si está ahí.
-Eso es una locura. Entre el castillo y la primera muralla, hay tres barreras más. No nos dejarán salir estando bajo ataque. Y no vas a ir solo.
Killian apretó los labios, claramente ofuscado.
-Es mi padre de quien estamos hablando, Jared.
-Si es tu padre, como dices, pronto lo averiguaremos. Quin nos lo dirá.
Nadie estaba contento con las condiciones impuestas a los invitados, pero todos acataron la orden de no acercarse siquiera al patio que rodeaba el castillo. El Rey pronto se unió a su hijo en el inmenso salón donde se preparaban los mapas y estrategias para la batalla. En los ojos claros del hombre parecían pesar mil batallas perdidas.
-Quiero que os quedéis en los aposentos. Es un grupo de unos dos mil hombres, y no parece que vayan a pasar la primera muralla. Pero no sabemos qué más traen con ellos.
-Yo puedo ayudar.
-Stradling, ¿verdad?
Y mientras el rey se volvía completamente hacia él, Decklan sintió su respiración bloquearse en el pecho.
-Y tú también guardas relación con ese viejo taimado.
Decklan asintió, pues mentir no tenía sentido allí.
-Fui su prisionero durante años.
-Entiendo. Esos hombres no llevan estandarte ni símbolo alguno que los vincule a cualquier facción o Casa. No han enviado peticiones, simplemente llegaron hace unos días, se asentaron en los lindes del bosque y esta noche empezaron a atacar.
Quin, junto a ellos, se adelantó.
-Ayer conseguimos infiltrar dos de nuestros hombres, pero aún no han vuelto, y mucho me temo que algo haya podido pasarles.
-¿Habéis enviado dos Doxis a un ejército de magos? Su energía será evidente.
-No son doxis. Son magos. Pero, de cualquier forma, no han mandado mensaje alguno desde su marcha. Seguimos esperando cualquier señal mientras las defensas de primera línea se encargan de mantener a raya los ataques.
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La venganza de un hijo [Finalizada]
Короткий рассказAllí donde los árboles crecían y morían, allí donde la magia se concentraba en su estado más puro, allí se encontraron. Destinos inciertos que se entrelazaban en un baile que ninguno de ellos supo prever. ¿Qué podían tener en común aquellos que ost...