Portada: Carew, por Artbreede
Aquel día, en contraste con los usuales meses de cálido verano, el cielo amaneció cubierto de densos nubarrones. La niebla bajaba hasta el suelo, enfriando las calles y dificultando la visión a todos aquellos madrugadores que debían abrir sus negocios.
Más nada impidió que los tres desvalijados carros que formaban la pequeña caravana de gitanos emprendieran su camino hasta la plaza del pueblo, donde con danzas y distracciones ganarían lo que sería el sustento para casi una semana.
—Nos van a descubrir— dijo Kirk, colocándose bien la capucha sobre su rojiza cabellera—. Ese bastardo es demasiado listo.
—No creo que busque entre los gitanos— masculló Troy mientras cargaba sobre el lomo de su caballo tres bolsas pequeñas con lo que les quedaba de comida para su viaje.
Tras escapar de las garras del ejército de los Quirontes, ambos se habían ocultado en una pequeña caballeriza escondida en los lindes del pueblo. Pero las continuas patrullas, con sus negros uniformes y sus brillantes cintos, les obligaron a pensar rápido la forma de salir del pueblo.
O al menos así había sido hasta que el destino les había puesto justo delante de aquella persona que andaban buscando. Porque las finas cicatrices que adornaban un rostro moreno y unos ojos azules habían sido gráficamente descritas por Decklan. Lo inusual del asunto era la extraordinaria compañía del amigo de Evans, y es que aquella esencia inconfundible, acompañada de un rostro que ambos conocían perfectamente, les había dejado paralizados en su escondite.
—¿Ese era...? – había preguntado Kirk en un mero susurro. A su lado, su compañero asintió, igualmente silencioso—. ¿Qué mierda está haciendo Jared Vannin en un lugar como este?
Troy sacudió la cabeza, frunciendo el ceño.
—Eso no cambia nada. Debemos acercarnos hacia él.
—Odio vestirme como un juglar itinerante.
Porque ninguno de sus acompañantes tenía una llamativa cabellera pelirroja que sobresaliese entre los estrambóticos colores del sombrero. Era inimaginablemente ridículo.
—¿Dejamos pospuesta entonces la meta inicial?
—No, necesitamos esa información para Kirian, pero creo que sería útil hacernos también con el amigo de nuestro invitado.
Y de paso podían conseguir un príncipe descarriado, aunque eso ninguno de ellos lo iba siquiera a mencionar en voz alta. Momentos después, ambos se unieron al jolgorio. Gritos, humo y colores; así hubiesen descrito aquel campamento que exudaba actividad y que desprendía aroma a tabaco. Sus voces pronto se perdieron entre el resto, cada uno interpretando el papel que les tocó jugar e inmiscuyéndose allí donde sabían, no serían bien recibidos.
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La venganza de un hijo [Finalizada]
Short StoryAllí donde los árboles crecían y morían, allí donde la magia se concentraba en su estado más puro, allí se encontraron. Destinos inciertos que se entrelazaban en un baile que ninguno de ellos supo prever. ¿Qué podían tener en común aquellos que ost...