Capítulo 4

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¡Hola! Este capítulo contiene una pequeñísima referencia al pasado de Yoongi, del que se irá sabiendo en cada capítulo, mientras la historia avanza.
¡A leer!

- Quiero contratar los servicios de Suga.

Listo, ya lo dije. Aún no abro los ojos, estoy a la espera de una respuesta.

Silencio, un silencio que pese a durar tan solo unos segundos se me hace terriblemente eterno. Estoy a punto de colgar.

La voz de Yoongi atraviesa los muchos kilómetros que nos separan.

- No es conmigo con quien tienes que tratar ese asunto, Haeri - dice, ni divertido, ni molesto, solo neutro.

La falta de emoción repentina en su voz es la que me hace acercar un dedo al pequeño botón táctil del celular que indica: colgar la llamada.

No lo hago porque Yoongi vuelve a hablar.

- Pero... - comienza. Mi subconsciente vuelve a alzar los pompones. Un "pero" en este caso es buena señal, me dice - Podríamos hacer una excepción esta vez, ¿no? - termina y su voz es de nuevo la Suga, el dios del sexo. Como el hielo y el fuego, eso son Yoongi y Suga.

- Sí, solo esta vez - digo, tratando de convencerme de que en realidad será así. Se lo digo a Yoongi para darle fuerza a mis inestables deseos - Será la última.

Del otro lado emerge una casi inconsistente risa.

- ¿Y sí te hago una oferta? - pregunta luego, pero no se trata de dinero. Ni siquiera se trata de que pagar por sexo sea algo patético. No, se trata de mamá. Nada cambiará ese hecho.

- El dinero es un detalle - admito. Me llevo una mano al cuello, la tensión que se había relajado por el alcohol ha regresado, y con ella la parte racional de mi cerebro.

Tu madre, tu madre, tu madre, repite inconteniblemente. Mi subconsciente lo amenaza con un puño.

- No puedo volver a hacer esto, Yoongi. No es correcto - agrego.

¡Pero lo deseas! escucho dentro de mi mente. Sí, lo deseo. Lo que queda del alcohol me hace admitirlo abiertamente y Yoongi ríe complacido. Por primera vez, la risa carece de ese tono sardónico con el que decora todas sus palabras y gestos. No se está burlando. Parece, incluso, como si correspondiera la idea.

- Te propongo algo, Haeri - anuncia, a continuación de mis palabras. Acerco aún más el teléfono, ansiosa por lo que dirá. Sí, me siento mal por lo que hago, pero lo deseo y el deseo, acompañado del alcohol, supera el delgado límite de la conciencia. - Cuando no tengas remordimientos, llámame - dice - No tienes que pagarme, será como sexo sin compromiso cuando tú lo quieras y cuando yo pueda dártelo. Nada de contratos, así te sacas un problema de encima - su voz es demasiado parsimoniosa para estar jodiendo, de modo que apenas termina no me queda otra opción que creerle. Entiende que me tortura la culpa, no solo respecto de mi madre sino también acerca del hecho de pagar por sexo. Sabe que estoy en una lucha a muerte con mi conciencia, y si acaso siente algo de pena o simple empatía, ha decidido liberarme del remordimiento.

Mi boca se mueve para replicar, pero lo que sale no es lo que espero.

- Está bien.

¿Eso es todo? grita mi subconsciente, a punto de arrancarse los pelos de la cabeza. La parte racional estudia las palabras de Yoongi, llegando a la conclusión de que al final de cuentas no es tan mal sujeto.

No, es un hombre que tiene las cosas claras. Un adulto. Y yo una niña que no sabe lo quiere y es incapaz de mojarse para cruzar el río. De la joven y salvaje no queda nada.

God Of Sex [ADAPTACIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora