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Acomodé bien mi bufanda amarilla para que cubriera mi naríz, se que no fue buena idea salir a las doce de la noche pero necesitaba despejar mi mente, últimamente el insomnio se volvía parte de mí, marcando unas leves ojeras producto del desvelo.
Una ventisca heló la parte descubierta de mi rostro, despejando mi frente de cualquier mechón de cabello y con ellos mi bufanda, tan rápido cómo giré mí cuello la bufanda levitó por los aires.

- no puede ser...

Corrí lo más rápido que mis piernas me permitían, hasta poder alcanzarla pero él viento era mas rápido que yo, en el pronóstico no mencionaron mal clima; la seguí hasta que la ocuridad la tragó, entre las poco iluminadas calles de París, mirando a varios lados.

<<¿donde estoy? No conozco éstas calles ¡Diablos! ¿ahora como regreso? >>

El ambiente se empezó a poner pesado, por lo que me abracé a mi mismo con la sudadera y el poco calor qué me proporcionaban mis brazos, todo estaba oscuro, los faros no iluminaban muy bien el pavimento y me sentí observado desde los continuos callejones.
Había llegado a los inicios de los barrios bajos, me maldecía por llegar ahí, estuve a nada de dar media vuelta y regresar con compañía cuando amaneciera pero de un momento a otro un grupo de hombres caminaron con pasos pesados desde la esquina por la que doblé para llegar aquí, mi salida se vió bloqueda.

Eran de diferentes conplexiones, con una pinta no muy buena, cubriéndose en su mayoría la cabeza con las capuchas de sus ropas un poco sucias.

- Miren lo que trajo él viento.- mencionó él más alto, tenía tatuajes que cubrían la mitad de su rostro hasta perderse entre su quijada y parte de su chaqueta negra.

- ¿Qué haces por aquí niña? estas muy lejos de casa.-  tragué duro con cada paso que daban en mi dirección, yo no debería estar aquí, fue lo primero que pensé con mi corazón bombeando a mil por minuto, pero tampoco me pondría a reflexionar aquello en ese momento, no parecían traer buenas intenciones.

- uhm... lo si-siento perdi algo.

- hablas de esto.- levantó su mano derecha mostrando mi bufanda amarilla.- tendras que darme algo a cambio si la quieres de vuelta.

su sonrisa prepotente erizó los bellos de mí cuerpo, perdí la mirada en mis zapatos sintiéndome presionado. Puede que sea tonto o incluso estúpido pero esa bufanda vale mucho para mi aunque algunos lo vean como un simple trozo de tela para cubrirse, pero no por ello debía poner mi vida en riesgo.

- ¿Qué quieres?

- eso depende ¿Qué puedes ofrecerme?- apretó mi mentón y en ese momento mis facciones de desfiguraron a unas de horror, con la esperanza de salir corriendo él grupo de mastodontes me sujetó de mis extremidades mientras estaba recostado boca arriba sobré la callejuela. París podrá verse cómo él lugar del amor pero por las noches ciertos lugares eran peligrosos y ahora me arrepiento tontamente por mí descuido, sentía tanta desesperación que creí por un instante que moriría de algún paro cardíaco debido a la adrenalina.

Mis ojos se humedecieron de rabia e impotencia próximo a las lágrimas, pataleo y grito pero entre ellos cubren mi boca con un trapo sucio para callarme, sosteniendome de las extremidades mientras que él líder de aquel grupo acariciaba mi cuerpo debajo de la ropa, riendo por el reciente descubrimiento de mi sexo, sin importar qué, sigue tocándome.

Duelen, sus besos bruscos en mi estómago y tengo demasiado miedo qué ya no sé qué pensar ¿A quién rezar? Nunca esperé qué algo así me sucedería por la anatomía de mi cuerpo.

<< ¡ayuden me! ¡alguien por favor!>> Imploraba mi cabeza.

Pero después de eso vino la desesperanza ¿Porqué me aferro si nadie vendrá?
Me repetía en mi cabeza tratando de bloquear todo suceso afuera de ella, mientras gemidos de disgusto salían atraves de el trapo, cerraba fuertemente mis ojos para no verlo tan desagradable, él Mayor del grupo comenzó acariciando mi virilidad.

COLORES [Book #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora