Capítulo 37

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Podría pasarme el resto del fin de semana en esta enorme y cómoda cama, se siente tan bien. No quería abrir los ojos, estaba más que feliz sin saber que ocurre en el mundo exterior. Sólo pasarme las horas descansando y oliendo ese exquisito olor a menta y agua fresca, ese olor propio de Hudson, el hombre que me había robado el corazón de una manera arrolladora.

Empecé a moverme un poco, el sueño cada vez se alejaba más y más de mí, intente girar y estirarme, pero sentí un peso sobre mis piernas y abdomen, como si estuviera amarrada a algo o alguien. Era un poco incómodo así que volví a moverme buscando liberarme de esa presión que sentía por todo el cuerpo, lo único que conseguí es que el agarre se afianzará aún más, cosa que me incomodo. Volví a moverme y recibí un gruñido masculino: Hudson.

Abrí poco a poco los ojos y recorrí la mirada por toda la habitación ubicando mis sentidos, después observe que era la presión que sentía en el cuerpo y pude ver que era Hudson quien me tenía totalmente rodeada por sus piernas y brazos, pegada a su cuerpo, dejando mi rostro a la altura de su cuello. Con razón el olor de Hudson me había envuelto totalmente. Volví a moverme apartándome un poco para poder observar su rostro, aún tenía los ojos cerrados y se veía tan lindo, sin ninguna expresión dura ni el ceño fruncido.

—Chipi, deja de moverte —la voz ronca y somnolienta de Hudson era demasiado sexy.

— ¿Estaremos así toda la mañana?

—Por supuesto

— Hudson no

— ¿No quieres estar cerca de mí Chipi? —Abrió lentamente los ojos acostumbrándose a la luz del sol que entraba por los enormes ventanales que tenía justo en frente de la cama, que daban a un lindo balcón.

—No es eso, es solo que...

Tenía tantas ganas de ir al baño, pero me daba pena decírselo, además de que los músculos se me habían engarrotado por estar sin moverme, necesitaba estirarme, pero urgentemente necesitaba ir al baño.

— ¿Qué pasa Chipi? —me miro confundido.

—Yo... yo necesito ir... ir al baño

—Oh Chipi, por ahí hubieras empezado

—Bueno ahora puedes soltarme, en serio necesito ir ya

Rió por mi urgencia y después me soltó.

—No tardes nena

Abrió sus brazos y retiro sus piernas de encima de las mías, en serio, me tenía totalmente presa por su cuerpo.

Al instante corrí al baño, al parecer la noche anterior había tomado mucho jugo.

Después de hacer lo que tenía que hacer, me detuve a mirarme en el espejo. Mi cabello era una enorme mata desordenada, gracias al cielo no babee, eso hubiera sido vergonzoso. Pude ver que no traía conmigo la sudadera que traía puesta ayer, solo la camiseta y pantalones deportivos que Hudson me había prestado, eso significaba que mis pechos se percibían con mayor facilidad, no exageradamente, en pocas palabras eran libres, pero no visibles, cosa que me avergonzó un poco.

Trate de volver decente mi cabello pasando mis dedos entre el, para que los nudos desaparecieran y se aplacara aunque sea un poco. Lave mi cara, quería estar un poco más presentable y fresca. Después de eso salí del baño, regresando a la habitación.

Hudson seguía en la cama, de espaldas a mí, al parecer estaba cansado o con mucho sueño porque al acercarme pude ver que había vuelto a dormir, insisto se veía tan lindo y sereno que no pude evitar volverme a acostar para observarlo más de cerca. Estaba frente a él, metí mis manos debajo de la almohada, estando en una posición cómoda, para no perderme ningún detalle de mi evaluación.

Sólo él ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora