Capitulo 5

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¿Él había dicho eso? ¿Él...? Nos quedamos mirando fijamente. Yo no sabía que decir. "Oh, yo también Jorge. Incluso estoy enamorada de ti, sí." "Desde que me diste ese beso no he podido dejar de pensarte." No. No, imposible. Él dejó de mirarme.

-Tu hermano debe estar al borde de la locura. Vamos. -Dijo seco y empezó a caminar. ¿Qué le pasa?

Yo lo empecé a seguir, él ni siquiera volteó a mirarme. No sé por qué se puso así, me dice que me extraña y al rato, me trata como una completa desconocida. Llegamos a casa y Fran se acercó a nosotros.

-Martina, ¿podemos hablar? -Dijo Fran con su cara de arrepentido.

-No. No tenemos nada que hablar. -Dije entrando a casa.

-Martina, por favor...

-Déjala, Fran. Mañana hablas con ella, no creo que ninguna chica querría hablar contigo después de como la trataste. ¡Y mucho menos tú hermana! –Dijo Jorge mirándome. Gracias, gracias, gracias.

-Fue un impulso yo...

-Pues deberías trabajar en eso. En serio lo jodiste

Ya no quería estar ahí, quería encerrarme en mi habitación y no saber más nada. Pero antes...

-Jorge, gracias. -Dije seca y subí a mi habitación

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Jorge.

-Ya me tengo que ir, tengo que practicar con la banda. -Le dije a Fran. Nos dimos
nuestro típico abrazo de hermanos y me subí a mi moto.

Iba tan rápido. Siempre voy así cuando siento de todo, menos felicidad. Y ni siquiera sé que mierda estoy sintiendo. Martina, Martina, Martina... ¿Por qué mierda no me la puedo sacar de la mente?

Llegué al lugar donde siempre practicaba con mi banda. Hoy no teníamos que
practicar, sólo no quería volver a casa ahora y sé que Xabiani estaría ahí. Patee la
puerta, cogí las baquetas y las tiré hacía la pared.

-Eh, eh, ¿qué pasa? -Dijo Xabiani recogiendo las baquetas- Cálmate hermano, vas a
arruinar todo aquí.

-Soy un imbécil. Ahora si que lo jodí todo.

-¿A qué te refieres?

-¿A qué mierda crees que me refiero?

-Martina.. ¿Qué pasó ahora?

-Ella llevó a un maldito a casa y lo subió a su habitación. No estuvo ahí todo el día, ¡llegó con él! Cuando ese imbécil se fue, Fran se puso como loco y sé que a ella le encanta molestarlo, siempre lo ha hecho. Le dijo que si no podía tener una noche de diversión como las de él. Sabes cómo es Fran, se puso como un maldito loco y le dijo que era una puta. Bueno, ella antes de que lo dijera le dio una paliza, lo único que podía pensar era ¡esa es mi chica! Hasta que la vi llorando, no pude aguantar verla así. La saqué de ahí lo antes posible, empezamos a hablar y le dije que la extrañaba, joder.

-¿Qué te dijo ella?

-Ella no me dijo una mierda.

-¿Cómo?

-Sí, no me dijo una mierda. Después le dije que nos teníamos que ir y empecé a caminar dejándola atrás. Cuando llegamos Fran la empezó a molestar y yo la defendí. Sólo me dijo un "Gracias" de esos fríos como toda la mierda que dice.

Xabi sacó dos cervezas y me entregó una.

-De acuerdo a lo que dijiste antes, ella no es tu chica.

-Lo sé. Gracias por recordarmelo.

-No entiendo, puedes tener a cualquier chica y sólo estás detras de una de dieciséis
años que ni siquiera te habla.

-He intentado olvidarla todos estos putos años y no puedo. Ella lo es todo.

-Quien iba a pensar que Jorge iba a estar enamorado. -Dijo riendo.

-No tienes idea de cuanto la odio. Mierda, la odio por desearla tanto.
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Martina.

-¿En serio tu hermano te dijo eso? Qué idiota. -Dijo Mechi. Estábamos en su casa comiendo helado mientras veíamos televisión.

-Sí y Jorge me defendió. -Ella enseguida soltó la cuchara.

-ESCÚPELO MARTINA. ¿Qué te dijo? ¿Qué pasó?

-Cuando Fran me dijo eso, lo abofetee. Me dolió mucho eso y me puse a llorar, ya sabes, me conoces. Jorge me agarró de la mano y me llevo afuera, empezó a caminar y nos sentamos en una banca. Yo sólo lloraba y el me abrazo, me llamó pequeña y...

-¿Y QUÉ MARTINA?

-Me dijo que me extrañaba.  -Mechi abrió la boca y empezó a saltar.

-¡Te lo dije! Ese chico muere por ti. ¿Y tú que le dijiste?

-Nada.. No le dije nada. Las palabras no salieron de mi boca.

-Juro que ahora mismo te mereces una paliza como la que le diste a Fran ayer. -La
aniquilé con la mirada.

-El punto es que después me empezó a tratar seco.

-¡Pues claro! Se sintió como un imbécil porque no le dijiste nada.

-Ya dejemos de hablar de Jorge. Ven, quiero presentarte a alguien

Había quedado con Ruggero en el mismo café donde nos conocimos. Cuando llegamos
él estaba ahí sentado.

-Martina, mira ese chico de allá. Qué hermoso.

-Es él a quien te presentare.

-Martina, ¡mierda! ¿Me veo bien?

-Sí, siempre. Ahora vamos.

Llegamos y Ruggero se quedó paralizado al ver a mi amiga.

-Ruggero, Mercedes. Mercedes, Ruggero.

Mi amiga estaba muerta por él. Se le notaba. Sólo tenían que conocerse más.
Harían muy linda pareja

Después de comer, Ruggero se ofreció a acompañar a Mercedes, ya que vivían en la
misma calle.

-¿No nos acompañarás, Martina? -Preguntó Ruggero.

-No, iré a casa. -Dije guiñándole el ojo a Ruggero a lo que el sonrió.

-Cuídate amiga, me llamas cuando llegues a tu casa.

-Sí, tranquila. Nos vemos después.

Y así empecé a caminar a casa. Cómo me gustaría saber manejar y tener mi propio carro, pero sería un desastre. Mierda... ¡Mierda y más mierda! ¿Es que eso acaso fue una gota? Sí. Empezó a llover. Corrí lo más rápido que pude a casa, pero dio igual. Ya estaba toda mojada. Llegué a casa, me quité la bufanda y el gorro que tenía y lo tiré en la sala. Fui a la cocina para servirme chocolate caliente.

¿Es que no pudiste pedir un taxi o algo así? -Esa voz la reconocería en cualquier
lado.

-Ya me había acabado todo el dinero. -Dije mirando a un Jorge apoyado en la
puerta.

Él rió y se me acercó.

-Pobre tonta.

Eres Mia, PequeñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora