Capitulo 11

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Jorge.

Estábamos en casa de Fran donde siempre nos reunimos, para planear lo que haríamos hoy. Estaba tan concentrado en mis pensamientos que no escuchaba nada de lo que mis amigos decían. Se escuchaba música bastante alta de arriba, Martina. ¿Estaría bailando? No lo sé. Pero moría por verla. Después, apagó la música, supuse que vería una película o algo así. Ella ama las películas.

-¿Martina? -Dijo Fran. No pude evitar voltear.

Mi corazón latía con fuerza. Mis ojos no podían creer lo que veían. Martina... Joder, joder joder. ¿Es que por qué esta chica tiene que ser tan perfecta? No lo comprendo. Me quedé como un imbécil mirándola y más cuando se acercó a su hermano. Sus piernas, sus curvas, su maldito cuerpo.

Volví al planeta tierra. ¿A dónde coño iba? ¿A la fiesta de...? No, imposible. No lo creo ella no...

– ¿Perdón? Peter me invitó. Fue algo así como "Vas a bailar toda la noche conmigo preciosa". Y yo también tengo derecho a divertirme. -Sentí la furia recorrer mi cuerpo. Si antes Peter me caía mal, ahora lo odiaba. ¿Por qué ella aceptó ir? ¿Acaso le gusta? No puede ser. No. No había manera en el infierno que le gustara... O de pronto, yo sólo lo digo para sentirme mejor. Pero no, ¡puta mierda! -Y ya llegaron por mí. Adiós. -Y se fue con su amiga.

-Vamos a ir a esa fiesta. -Dijo Fran. Me había leído la mente. Sólo quería buscarla y llevármela a cualquier lugar, no quería que estuviera ahí. No quería que estuviera con él. No quería que pusiera sus sucias manos en mi chica. No quería que la miraran ni la invitaran a bailar, ni que le coqueteen, ni que la inviten a tomar algo. Qué irónico, odio que las chicas sean celosas y yo ahora mismo estoy jodidamente celoso. Vale, las entiendo. Pero, ¡mierda! ¿Cómo? ¿Desde cuándo ella tenía planeado ir? Fran es un imbécil, nunca se da cuenta de nada.

Nos subimos en la camioneta de Fran y el condujo hasta la casa de Peter. Esta mierda estaba repleta. Chicas y chicos, alcohol, drogas, habitaciones, baños, música, una piscina en la parte de atrás... ¿Qué más se puede pedir? Entramos y la música estaba demasiado alta, había tanta gente. Parejas en las esquinas besándose, condones, cigarrillos, botellas, más parejas besándose, otras bailando, chicos coqueteando con chicas. Esta fiesta estaba fuera de control, si Peter no fuera el que hizo la fiesta y mi chica no estuviera aquí con él, probablemente la estaría disfrutando y mucho.

-Juro que cuando lo vea, le voy a partir la cara a ese imbécil, lo voy a hacer sangrar tanto que... -Facundo se acercó a nosotros.

-¡Heeeeey! Ya la vi. Déjala disfrutar un momento, ¿qué tal que pierda su virginidad esta noche? -Juro que mataría a Facundo.

-Vuelves a hacer un comentario así y juro que no sólo Peter va a terminar mal hoy.

-Hey, cálmate bro. No está haciendo nada malo, déjala disfrutar.

-¿Disfrutar? ¿De qué? Ese maldito no le pondrá sus manos encima jamás a mi hermana.

-Parecemos cuatro niñeros. -Dijo Nicolas. 

-Joder, deja de quejarte, ¿sí? Lo único que tenemos que hacer es sacar a mi hermana de acá.

-¿Cuáles son tus planes, Fran? ¿Ver a tu hermana con Peter? ¿Ir, partirle la cara y llevártela? Acaban de arreglar todos sus problemas, lo vas a joder todo otra vez. - Dije intentando calmarlo.

-¿Sabes? Tienes razón. Mi hermana siempre habla contigo o no sé, sólo búscala y convéncela de ir a otro lugar. Como le pongas una mano encima, Jorge, juro que destrozaré tu culo.

Fran se estaba volviendo loco. Al igual que yo. Esto se iba a salir de control cuando él viera a Peter, lo sé. Moría por ver cómo le partía la cara, pero para mí lo más importante es, Martina. Aunque ella es inteligente, nunca haría nada de lo que se pueda arrepentir.

A lo lejos peter estaba sentado con unos amigos mientras tomaban. No le dije nada a Fran, no por ahora. Lo único que me preguntaba era donde estaba Martina.

Vi a su amiga Mercedes con el chico que Martina llevó a su casa el otro día, ¡se estaban besando! Joder, sí. Me sentía aliviado.

¿Dónde estaba? Seguí caminando hasta que sin querer me tropecé con alguien.

-Perdón. -Dije ayudándola a levantar. El destino estaba a mi favor hoy.

-¿Jorge? ¿Qué haces aquí? -Dijo con una sonrisa en la cara, toda la rabia que tenía antes desapareció.

-Quería divertirme un rato. Pero no me gusta mucho aquí.

-A mí tampoco. Está horrible esto.

-¿Te quieres ir? -Dije sonriéndole.

-Estaba esperando a que lo dijeras. -Reí. Mientras caminábamos entre toda las personas, la agarré de la mano. Me sentía feliz, como siempre me sentía cuando estaba con ella.

Salimos de esa mansión y nos fuimos a donde estaba mi moto.

-¿Eso es lo que hacen mi hermano, Facundo, Nicolas y tú todos los fines de semana? - Dijo ella mirando a la casa.

-Sí... Algo así. -Dije sonriendo nervioso.

-Estresante.

-Es mejor que quedarse en casa sin hacer nada.

-Esas no son las únicas dos opciones. Se pueden hacer tantas cosas.

-¿Sí? ¿Cómo qué?

Ir a un parque de diversiones. -Dijo ella sonriente. Yo reí.

-Vale, ¿es en serio? ¿Todavía te gusta?

-Sí y no le encuentro la gracia, eh. No es mi culpa que cuando mamá nos llevaba a ti, Fraan y a mí tú eras un cobarde que no se atrevía a subirse a nada.

-¡Estábamos demasiado pequeños! -Dije riendo. ¿Cómo recordaba eso? Ella se subió a la moto y me abrazó por detrás. Lo que si estaba seguro, es que a casa no la llevaría.

Llegamos a mi lugar favorito, un lugar tranquilo alejado de todo donde había una pequeña casa con una sola ventana. Mi hermano y yo solíamos jugar acá. Ella entró a la casa mientras yo me quedé afuera.

-¡Es hermosa! Me encanta. -Decía ella acercándose a mí.

-Sí, aquí solíamos venir mi hermano y yo siempre a jugar. Es tranquilo. Siempre vengo cuando quiero estar solo o pensar.

– ¿Y eso es lo que quieres ahora? Porque si quieres yo me pued..

-No. Quiero estar contigo. -No podía evitar decirle la verdad. Sentía que con ella podía ser sincero. Ella me sonrió y luego empezó a temblar mientras abrazaba su cuerpo. Me quité mi chaqueta de cuero y se la di.

-Ten, no quiero que te enfermes.

-Gracias, Jorge. -Dijo ella con esa sonrisa que nunca sale de mi cabeza.

-¿Bailaste mucho hoy? -No pude evitar preguntar.

-No, sólo con Peter. Pero intentó besarme y por eso me alejé.

-Ese imbécil tiene que estar preparado cuando lo vea

- La verdad no quería ir a esa fiesta, sólo que mi mejor amiga me convenció porque es algo que "necesitaba".

-Y no resultó como esperabas.

-Resultó ser peor. -Reí.

-Por cierto, estás hermosa. -Ella se puso nerviosa, sí. Sonrió y me agradeció con voz muy baja.

-Jorge, ¿recuerdas esa vez cuando tenías seis años y tu madre no quería que...

-¡NO! La monté sobre mi hombre y le empecé a dar vueltas. Ella sólo reía como una niña pequeña. Mi pequeña.

-Ya, lo olvidaré. ¡Algún día olvidaré eso! -Dijo riendo y yo la bajé.

-Martina Stoessel, es mejor que esa historia salga de tu cabeza o...

-¿O qué? -Dijo ella acercándose peligrosamente a mí, empinándose, ya que soy mucho más alto que ella. Me quedé sin aliento. Estaba tan cerca, que podría besarla como he querido todos estos años y... No. No podía, no. Me alejé un poco y se sintió la tensión. Ella bajó la mirada.

-Estoy algo cansada.

-Ven, entremos. -Dije y los dos entramos a la casa, ella se tiró sobre el sofá y cogió el control remoto para empezar a cambiar canales. Ella empezó a ver una serie totalmente desconocida para mí, sólo veía lo concentrada que estaba viéndolo.

Ella era hermosa. Tenía unos ojos preciosos y una nariz pequeña. Luego estaban sus labios, deseables. Su largo cabello y su hermosa piel. Todo en ella era perfecto. Me quedé viéndola por largo tiempo hasta que ella finalmente se quedó dormida. Reí viéndola y no la quise despertar. Me acerqué a ella y acaricié su cabello.

-Mi pequeña. -Dije en un susurro y le di un beso en la frente.

Eres Mia, PequeñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora