Me levanté y sentí que mi cabeza iba a explotar. ¿Por qué había bebido tanto? No recordaba absolutamente nada de lo que había pasado anoche. Dios, odiaba cuando llegaba a este punto. Sentí la respiración de alguien a mi lado. ¿Habré llamado a una chica ayer? Maldita sea, odio no recordar nada. Me acerqué a ella y...
¿Martina? ¿Qué...? ¿Qué hace ella aquí? Oh Dios, soy hombre muerto. Fran me va a aniquilar. Tenía tantas preguntas en mi cabeza. No entiendo. Oh Dios, espero no haber dicho nada comprometedor ayer.-Martina... -Dije sobando su cabeza mientras veía lo tranquila que se veía durmiendo. Ella estaba de lado y algunos mechones tapaban su cara. Parecía un ángel. No quería despertarla, era feliz sabiendo que ella estaba durmiendo tranquilamente en mi sofá. Ella se levantó exaltada y me miró.
-¡Oh por Dios, me quedé dormida! -Dijo mientras se levantaba y recogía su bolso que estaba en el suelo. -Lo siento mucho Jorge.
-Espera, ¿qué haces aquí? No recuerdo nada. -Ella se volvió a sentar en el sofá. Suspiró.
-Estaba preocupada por ti, Jorge. Ayer cuando vine... Dios, estabas demasiado borracho. -¿Por qué Martina tuvo que verme así? Cuando estoy borracho soy insoportable. Por Dios, parece ser que Martina nunca tendrá una buena imagen de mí.
-Martina, ¿entre tú y yo pasó algo? -Ella se sonrojó y al darse cuenta tapó su cara.
-Oh, ¡no, no, no! -Repetía ella una y otra vez. Yo reí a carcajadas.
-Sólo estaba bromeando. Hubieras visto tu cara. -Dije mientras seguía riendo.
-Eres un idiota.
-Tu hermano me va a hacer pedazos.
-Oh, no. Tranquilo. Ayer le envié un mensaje diciéndole que probablemente llegaría tarde a casa porque estaba con Mercedes. Le enviaré un mensaje diciéndole que me quedé dormida y que ahora voy a casa. -Mientras ella hacía eso, no pude evitar hacer preguntas.
-Espera, ¿Por qué tenías en mente que te quedarías hasta tarde aquí? -Dije y ella se puso mucho más nerviosa.
-Pensé que teníamos muchas cosas de qué hablar. -No entendía absolutamente nada.
-¿Cómo qué? -Dije acomodándome en mi asiento.
-Tú... ¿Qué te pasa últimamente? -Analicé mi comportamiento los últimos días. Probablemente ella hablaba del episodio de ayer.
-Si es por lo de ayer, perdón, ¿sí? Acababa de salir de una pelea y no me sentía del todo bien.
-¿Por qué peleaste con él?
-Martina, ya detente con las preguntas. -Dije seco, ella se quedó callada.
-Vamos, te llevaré a casa. -Dije parándome pero ella se quedó ahí. Ni siquiera se movió. -Estoy hablando contigo. -Dije frío. No sé por qué estoy actuando así, probablemente sea porque la chica que más deseo está en mi casa y nunca podré llamarla mía.
-¿Qué te pasa? -Volvió a preguntar. Tú eres lo que pasa, maldita niñata. Ese es el problema. Siempre lo serás.
-Vamos Martina, ¿qué mierda te importa lo que me pasa o deja de pasar? -Es irónico. La estaba tratando lo mal, y lo acepto. Pero por dentro lo único que quería era besarla.
-Tú... Me importas. -Dijo ella lo suficiente nerviosa. Analicé sus palabras. ¿Yo? ¿En qué sentido exactamente? Las esperanzas que había perdido hace días volvieron
-¿Yo? ¿Cómo?
-Oh, vamos Jorge, eres el mejor amigo de mi hermano y siempre voy a agradecerte como lo has apoyado. -No tenía nada que decir. Yo, esto, todo lo que siento por ella es jodidamente estúpido. ¿Cómo puedo quererla tanto? Maldita sea. Esta niñata tenía la capacidad de hacerme sentir como un imbécil.
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Eres Mia, Pequeña
Fiksi PenggemarMartina Stoessel, Jorge Blanco. No tenían muchas cosas en común, sus edades eran distintas, sus maneras de caminar no coincidían y mucho menos las estatura. Nunca estaban igual, tenían ideas diferentes. Él era dueño de sí mismo, ella una niña insegu...