Capitulo 8

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Sonreí, ella no quería que me fuera. La apreté más contra mi pecho.

-Tu hermano ahora vendrá a ver que me pasó, lo sé.

-No me importa mi hermano ahora mismo.

-Sabes que pronto tendrás que arreglas todos tus problemas con él, pequeña.

-No hablemos de él, me enferma. ¿Todavía cantas, Jorge?

-Sí, incluso he escrito bastantes canciones. -Ella sonrió.

-¿En serio? ¿Me las podrías mostrar algún día? -Dijo emocionada. Si supiera que las escribo para ella...

-Claro que sí. -Dije dudoso.

-¿Martina? -Dijo Fran desde afuera.

-Espera, yo resuelvo esto. -Me separé de ella y fui a abrir la puerta.

-¿Qué mierda estás haciendo aquí, Jorge? O Martina, ¿ahora es una rutina meter a chicos a tu habitación? -Dijo mirándola. No voy a dejar que le hable así.

-Allá abajo estabas diciendo lo muy imbécil que has sido con ella. ¡Y mira! Lo sigues siendo. ¿Cómo le puedes hablar así? Controla tus malditos impulsos. -Él bajó la mirada y le pegó a la pared antes de salir y cerrar la puerta de un portazo.

-Él tiene que aprender a controlarse. -Dije mientras me sentaba a su lado.

-Supongo... -La abracé.

-Nada de lo que dice es verdad. -Dije dándole un beso en la cabeza.

-Gracias, Jorge.

-¿Por qué?

-Por escucharme y comprenderme.

-Siempre que necesites a alguien puedes buscarme. -Ella sonrió. Verla sonriendo me hace sentir tan completo.
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Martina.

Después de que Jorge se fue, lo primero que hice fue llamar a Mercedes y contarle. Ella no dejó de decir lo hermoso que había sido conmigo y yo estaba de acuerdo con eso.

Me bañé y me cambié para dirigirme a la escuela. ¡Quería verlo! Sí, eso quería. Ignoré a mi hermano por completo que me llamó varias veces desde la cocina y empecé mi camino hacia la escuela. Minutos después llegué y me acerqué a mi amiga que estaba en la salida esperándome.

Amiga, ¡hoy saldré con Rugge! -Dijo abrazándome feliz.

-Sí, ya lo sé. Ayer me lo dijiste como, ¿mil veces? -Dije riendo.

Entramos a la escuela y empezamos a guardar nuestros libros. Los pasillos estaban llenos, como todos los días. Unos se besaban, otros hablaban y otros estudiaban. A lo lejos pude ver a un chico alto, cabello rubio y ojos verdes que me pareció bastante conocido.

-¿Ese no es Peter? -Dijo mi amiga mirándolo. ¡Cómo olvidarlo! Peter, uno de los enemigos más grandes de mi hermano y sus amigos. El año pasado se había ido a New York con su madre, pero al parecer volvió y se quedará.
Sólo espero que no tengan problemas como alguna vez los tuvieron. En especial Jorge, que a veces puede ser muy agresivo.

Hablando de Jorge, venía caminando e ignoró a Peter y todas las personas que tenía a su al rededor, siguió caminando y me miró. Sonrió y se acercó a mí.

-Buenos días pequeña.

-Buenos días Jorge. -Dije sonriendo. Ya me imagino como estarían mis mejillas de rojas.

-Ay amiga. No puedes estar más enamorada.

-¡Mira quién habla! -Dije riendo.

Pronto sonó el timbre. Hora de empezar las clases.

Después de varias horas de aburridas e infernales clases, ya nos encontrábamos en la hora del almuerzo. Estaba sentada en una mesa con Mercedes mientras miraba a Jorge y él una que otra vez me regalaba una sonrisa, yo se la devolvía. Aunque Stephie estaba con él a su lado. Pero no debería hacerme ilusiones, yo para él sólo soy la hermana de su mejor amigo. Nada más.

Peter entró con unas cuantas chicas a su lado, todos se fijaron en él.

-Todas parecen idiotas detrás de él. -Dijo mi amiga mientras comía.

-Lo sé. Espérame, botaré esto. -Cogí mi bandeja y me levanté. Cuando la boté, sentí una mano en mi hombro y voltee.

-Martina, sigues siendo la misma chica hermosa de siempre. -Dijo Dyla sonriéndome

Eres Mia, PequeñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora