¿Qué? ¿Él me estaba diciendo eso a mí?
-Gracias, supongo. -Dije seca.-¿Cómo has estado? -Dijo, ¿es que acaso intentaba tener una conversación conmigo? Estaba segura que sólo buscaba provocar a mi hermano.
-Bien. -Mentí y me fui a sentar con Mercedes.
-¿Qué ha sido eso, amiga?
-Pues no tengo ni idea. Creo que sólo provocaba a mi hermano.
-Bueno, igual ellos no te dejaban de mirar.
-¿Quiénes? -No, no, no, ¡ellos no por favor!
-Pues, ¿quiénes más? Tu hermano y sus amigos.
-¡Mierda! Ahora Fran se pondrá como loco, lo sé.
-Intenta calmarlo...
-¿Calmarlo? ¡Imposible! No hay nada que lo calme. Bueno, el sexo sí.
-Ni siquiera se te ocurra calmarlo, eh. -Dijo riendo. Yo solté una carcajada.
-¡Eres una idiota! En la salida, estaba guardando mis libros junto a Mercedea cuando Peter se nos acercó. ¿Qué quería?
-Martina... Qué bueno que te encuentro.
-¿Qué pasa?
-Pues, me harán una fiesta de bienvenida en mi casa y me encantaría invitarlas. ¿Las veré allá?
-¡Sí! -Dijo Mercedes y le di un codazo. Peter nos sonrió y se fue.
-¡Merecedes! ¿Por qué? Ni siquiera quiero ir.
- ¿Podrías dejar de ser tan aburrida? Eso es justo lo que necesitas Martina, una fiesta. Aparte, sabes cómo son esas fiestas de Peter, va toda la escuela y todo se sale de control. Uh, ¡sí! ¡Fiesta, fiesta, fiesta! -Dijo cantando su canción ridícula cada vez que iba a una fiesta. Me tocará ir.
Me acerqué a mi hermano que ya estaba en el carro, ¡sí! No tenía que esperar a nadie.
-Hola Fran. -Dije y él ni me miró. Ni siquiera me dijo algo. Sólo quiero que las cosas cambien entre nosotros. La tensión se podía sentir. Sólo quería llegar a casa ya.
Minutos después ya estábamos ahí. Me bajé y cerré la puerta de un portazo.
Subí a mi habitación y suspiré, cerré la puerta. Me recosté en mi cama y lo único que podía pensar era en lo mucho que extraño a mi hermano, creo que hablaría con el... La puerta. Estaban tocando la puerta.
-Pasa.
– ¿Podemos hablar? -Dijo Fran entrando y sentándose en mi cama.
-Sí, ¿qué pasa?
-Sólo, te quería pedir perdón. -Dijo mientras movía sus manos. Lo conocía a la perfección. Cada vez que hacía eso es porque estaba nervioso.
-¿Perdón por qué? -Dije haciéndome la que no sabía nada. Si sabía por qué se disculparía, sólo quería que empezara a hablar más nervioso que nunca, mezclando las palabras sin sentidos con un intento de pedirme perdón. No podía creerlo.
-Joder, por todo. Mierda, no sirvo para estas cosas pero perdóname, ¿sí? Por ser un imbécil que nunca te apoya, porque sé que estás mal, pero no soy capaz de estar ahí... Mierda, soy un cobarde y... Sí, tienes razón, estoy más pendiente de mis amigos y de otras chicas en vez de ti. Perdón por a veces dejarte sola en la escuela y hacer que te vengas caminando a casa, sé que no queda cerca y... Estoy nervioso, ¿sí? Y bueno sí. Sabes que te amo Martina, tú eres mi hermana menor y sé que puedo ser muy impulsivo e incluso celoso porque no quiero que nadie nunca te haga daño, nunca. Y perdóname, no soy el mejor hermano -Él, él estaba hablando entrecortado, él estaba a punto de llorar- Pero lo que si nunca negaré es que te quiero más que a nadie en el mundo. Eres la única persona que tengo Martina. - No aguanté más, me acerqué a él y lo abracé como nunca lo había hecho en todos estos años. Yo también estaba llorando. Estaba feliz de tener a mi hermano conmigo.
-Te adoro Fran, aunque si fuiste un imbécil. -Dije y el rió secando mis lágrimas. Duramos tiempo abrazados en silencio. No era un silencio incómodo, para nada. Los dos nos conocíamos a la perfección y sabíamos que estábamos cómodos así.
Sabía que este tema llegaría.
-Martina, ¿por qué hablabas con Peter hoy? -Dijo en tono calmado, estaba feliz de que controlaba sus impulsos.
-No sé, él sólo se me acercó dijo que seguía siendo hermosa y me preguntó cómo estaba. -No le nombraría lo de la fiesta jamás y mucho menos que iba a ir.
-Maldito. No me gustaría que te juntaras con él, no es un buen chico y nadie va a lastimar a mi hermana. -Dijo dándome un beso en la cabeza.
-Lo sé. -Dije mientras lo abrazaba.
Estuve toda la tarde con mi hermano. Comimos demasiado, jugamos con su Xbox e incluso nos pusimos a ver películas. Todo como antes. Estábamos felices, mucho. Por primera vez, no estaba fingiendo sonrisas.
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Jorge.Ella gemía mientras yo me movía más rápido sobre ella, ya estaba a punto de llegar.
-¡Ah, Jorge! -Me encantaba que gritaran mi nombre.
Ella arañaba mi espalda y finalmente, llegamos al orgasmo.
Me recosté en la cama mientras mi respiración estaba agitada. Ya me tenía que ir. Me levanté y cogí mi ropa para cambiarme.
-¿Me llamarás? -Decía ella mientras se mordía los labios tapándose con las sábanas.
-Claro que sí. -Dije sonriéndole y salí de ahí. "Claro que sí" sinonimo de "Nunca".
Llegué a mi casa y tiré las llaves en la mesa buscando algo que comer. Mi teléfono sonó.
-Hey Nico. -Dije mientras me preparaba un cereal.
-Hey Jorge. ¿Sabías que Peter hará una fiesta de bienvenida? Irá toda la escuela.
-No hay manera en el infierno que yo vaya a esa mierda.
-Lo sé, tendremos que hacer algo diferente los cuatro ese día. Mientras toda la escuela está en lo que se dice ser "La fiesta del año".
-Qué va. La verdad no me importa lo que haga o deje de hacer ese imbécil.
-Vino para quedarse.
-Lo sé, ¿por qué crees que tuve que tener una de esas buenas tardes de placer para des estresarme?
-Uhhh, ¿quién fue la victima?
-Kendra.
-¿Qué tal?
-Han habido mejores. Pero no me quejo. -El rió y luego se despidió.
Viernes. No sé qué haríamos ese día pero ninguno íbamos a pisar la casa de ese maldito. Que por cierto no sé qué hacía hablando con mi chica hoy, sólo sé cómo fue Martina, seca y fría. Ella era una chica difícil. No caía en los encantos de nadie. Y eso en parte me gustaba, no estaba detrás de ese imbécil pero por otra parte no me gustaba, porque no estaba detrás de este imbécil tampoco.
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Eres Mia, Pequeña
FanfictionMartina Stoessel, Jorge Blanco. No tenían muchas cosas en común, sus edades eran distintas, sus maneras de caminar no coincidían y mucho menos las estatura. Nunca estaban igual, tenían ideas diferentes. Él era dueño de sí mismo, ella una niña insegu...