10. Auto, pizza e historias. (Parte I)

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Despertó a causa de la potente luz que alcanzaba a colarse por la ventana, giró sobre su cuerpo quedando frente a Moon, que permanecía envuelta en un profundo sueño. Su respiración era tranquila, su castaño cabello estaba desordenado y aún así mantenía la simple y natural belleza de la chica.

"Terminarás enamorado".

Volvió a su posición anterior y antes de obedecer a sus impulsos, se levantó de la cama, con sus manos intentó ordenar su cabello y caminó hasta el cuarto de baño.
Lavó su rostro con el agua fría que salía del grifo, salió del baño y caminó por la habitación hasta llegar a la salida.
Caminó con cautela a través del corredor, siendo seguido por su fiel gato y el fiel perro de Moon, pasó por la habitación de Mingus y golpeó suavemente la puerta, antes de abrirla apresurado.

—Necesito hablar contigo —dijo al ver que su hijo ya había despertado. Mingus asintió, dejó su móvil de lado y caminó detrás de él.

—¿Ella está bien? —el chico preguntó sentándose en uno del taburetes de la cocina.

—Sigue durmiendo, pero no es de eso de lo qué quiero hablar. Tú conoces más a Moon, ¿quién es Dean? —Reedus preguntó sentándose frente a su hijo.

—No te diré eso, papá, ella lo hará a su tiempo.

—Ayer lo mencionó, dijo haber creído que lo amaba y que lo había conocido en Juilliard, pero no dijo nada más, sólo se soltó a llorar —explicó Norman con voz dura.

—No, ella te dirá algún día.

—¡Soy tu padre y te ordeno que me lo digas! —gritó Norman harto de sus oposiciones.

—¡Ella es mi amiga y confió en mí, no tienes derecho a saber algo de Moon si tu también le ocultas cosas! —gritó el menor de los Reedus.

—Yo no le oculto nada.

—¿Qué hay de Cecilia? ¿Moon sabe quién es Cecilia? Te recuerdo que sigues siendo su novio y sé que tus intenciones con Moon son más que una amistad. Papá, ella es importante para mí y si le haces daño jamás te lo voy a perdonar; tienes que hablarle de Cecilia o lo haré yo —amenazó Mingus, tratando de calmar su enojo, salió de la cocina con la mejillas enrojecidas, caminó hasta su habitación y cerró la puerta antes de que Norman pudiera decir nada.

—¿Estás bien? —escuchó la dulce voz de Moon detrás de él. Asintió en silencio, sin girarse y nervioso ante lo que la chica pudo haber escuchado—. No escuché nada, le vi caminar enojado a su habitación —anticipó al notar las nerviosas actitudes de Norman—. Si te sirve de algo... le gustas a mi perro —dijo provocando la risa de Reedus, quien le abrazó con fuerza en cuanto Moon se situó a su lado. 

—¿Te sientes mejor que ayer? —preguntó Norman volviendo a su posición en el taburete.

—He estado mejor —la joven respondió intentando tranquilizarle con una sonrisa—. Supongo que tienes dudas y supongo que yo te debo explicaciones —continuó hablando con un tono serio, rodeó el mesón de granito y ocupó el taburete frente a Norman—. Dean es el chico con el que Mick peleó el otro día... es mi ex-marido, Norman.

***      ***       ***

—Mick, ¿hay algo qué quieras decirme? —curoseó mirando fijamente a su amigo. El chico negó con la cabeza, nervioso viéndola de soslayo—. Ayer bebí un poco de tu vaso, tocamos como nunca, ya sabes, tenía sed, al salir de ahí me sentí tan cansada. ¿Qué es lo que bebes?

—¿Cómo se te ocurre beber de mi vaso? Moon ¿en qué estabas pensando? —le reprendió tomando su mentón, miró fijamente a sus ojos y tras suspirar pesadamente, asintió—, lo bebo hace poco, unas semanas, tal vez...

Strange currencies: Norman Reedus. © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora