13. Esperar.

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Acariciaba su cabello con delicadeza y dulzura, había logrado tranquilizarla minutos atrás y ahora ella descansaba entre sus brazos.

—¿Arruiné tu día con Mingus? —Moon preguntó en un susurro pegándose más al pecho de Norman.

—¿No estabas dormida? —Reedus preguntó, estrechándola con más  fuerza. Moon negó con la cabeza, respondiendo al abrazo con la misma euforia que el hombre.

—Lo arruiné, ¿cierto? —insistió, levantando la vista.

—La tarde ha sido genial, ¿qué hay de ti?  —Norman habló, negando a su pregunta, mientras se levantaba de la cama, dejándola sola en medio del frío y gran colchón—. Espera, iré a cepillarme los dientes, puedes hablar, te seguiré escuchando.
Nalhya asintió, liada y sin saber por donde empezar, se removió inquieta entre las sábanas y jugueteó nerviosa con sus dedos.

—Antes de salir del hospital Olivia me bombardeó con preguntas acerca de nosotros, se empeña en creer que somos novios; luego vine aquí por un vestido y salí de nuevo al Sharkey's. Mick y yo ya no hablamos... —murmuró lo suficientemente alto para que Norman la escuchara.

—¿Por qué, te hizo algo? —preguntó el hombre asomando la cabeza por el marco de la puerta.

—Es un idiota, es novio de Billy, ¿sabes? Cuando él supo de Billy y Dean fue el primero en gritar, estaba enojado y la odiaba, ahora se acuestan. Teníamos un trato y el muy idiota lo ignoró.

—¿Qué tipo de trato? —preguntó Norman saliendo del cuarto de baño, había cambiado su ropa por algo más cómodo y lucía más relajado.

—Sonará controlador o algo así, pero el no podía acostarse con Billy, podía hacerlo con cualquier otra persona, menos con ella. Él mismo lo propuso. Reedus se acostó a su lado, retomando la posición que tenían al comienzo de su charla.

—Sobre Ronnie... yo podría ayudarte, podría contratar a un especialista y...

—No, no dejaré que gastes tu dinero en nosotros, no lo necesitamos. Trabajo en un instituto donde me pagan muy bien y la mayor parte de mi sueldo es para Ronnie; el dinero no es problema, el problema es su organismo, se resiste al tratamiento —Moon respondió, interrumpiendo los abruptos planes de Norman—. Sé que quieres ayudar, pero me ayudarías mejor con cualquier otra cosa. Gracias, pero no debes preocuparte por eso.

Ellos me preocupan porque son tu familia, tú me importas y me preocupas, es normal —murmuró Norman sin medir sus palabras, apretó los párpados al entender que había dicho de más y tal vez después de eso su amistad se tornaría incómoda.

—Deja de hablar así, eres muy tierno cuando hablas así —pidió la chica escondiendo la vista en el techo. Norman río a su lado, acomodándose boca arriba, mirando al mismo punto que ella.

—¿Soy tierno?

—Casi siempre, sí.

—¿Y eso que tiene de malo?

Que me confundes, todo tú lo haces, pero no es tu culpa —susurró la castaña mirándolo de soslayo. Norman rió con disimulo, giró el rostro y con una sonrisa miró el sonrojado rostro de Moon—. Y siempre que estoy confundida comienzo a decir cosas sin sentido, luego verdades y termino por hacer estupideces, es algo que no quieres ver —murmuró apenada, mientras ocultaba el rostro en el pecho de Norman.

—Faltan exactamente cuatro horas para el amanecer, deberíamos dormir —sugirió el hombre al ver el reloj digital colgado en la blanca pared de su habitación.

Strange currencies: Norman Reedus. © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora