15. Desafiando las leyes.

337 33 6
                                    


15

Norman había despertado hace horas, pero se mantenía acostado en la cama, arrepintiéndose por sus estúpidas acciones. Su cabeza dolía a horrores, tenía una resaca extrema y que nunca había experimentado en su vida.
Se levantó de su letargo y caminó hacia el armario, de éste sacó un par de sábanas y prendas de cama, volvió a su lugar y comenzó a ordenarla.
Cambió las sábanas, las fundas de las almohadas y el edredón; había tenido sexo con una chica en ese lugar, no pensaba hacer que Moon durmiera en esas sábanas sucias.
Entró al baño cuando la habitación ya estaba limpia y en orden, se dió una rápida ducha de agua tibia, para despejar su mente. Calzó unos jeans limpios y una sudadera negra de mangas largas, ordenó un poco su cabello largo y levemente húmedo.
Tomó valor y salió de la habitación, caminó a paso lento por el corredor, escuchando de fondo la animada charla que Moon y Mingus mantenían en la cocina.
Carraspeó incómodo al entrar en la iluminada habitación, haciendo que ambos jóvenes desviaran la vista hasta él. 

—El desayuno está listo —habló su hijo sentado en uno de los taburetes de la mesa—. La chica dejó su número cuando se fue, está en la mesa de la sala.

Norman asintió sin darle importancia, pues realmente no le interesaba la chica, había sido sólo un momento de calentura, en el que había perdido la cordura y del cual no estaba orgulloso.
Se sentó a su lado, tomó un plato y sirvió un poco de los pequeños trozos de fruta que, seguramente, Moon había picado.

—¿Mick vendrá por ti? —Mingus preguntó, retomando la conversación con la castaña.

—No, pediré un taxi —murmuró Moon, manteniendo la vista en su plato, jugueteando con ésta y el tenedor.

—¿Saldrás? —Norman interrumpió la conversación, miró con curiosidad a Moon y se sintió el hombre más despreciable del mundo en cuanto ésta asintió, sin hablar y bajando la vista, dolida por las acciones de Norman.

—Moon, volverá a su casa —susurró su hijo con la voz apagada.

—¿Es cierto? ¿Te irás, Moon?

—Mi familia regresa en unos días, quiero ordenarlo todo. Y necesito volver al bar, hay balances e inventarios pendientes —respondió la castaña, nuevamente, sin mirarlo.

—Debo irme, le prometí a mamá que pasaría el domingo con ella —habló el menor de los Reedus, rompiendo el silencio sepulcral que se había formado en la mesa.

—¿Puedo llevarte? —Cox le preguntó con entusiasmo. Pues cualquier lugar y cualquier situación sería mejor que permanecer en ese pequeño espacio con Norman.

—Seguro, sí.

...      ...      ...

Caminaba con rapidez por la acera, hacía demasiado frío y podría jurar que comenzaría a nevar en cualquier momento.
A cada paso que daba escuchaba los murmullos de las personas, algunos se había detenido a verme a detalle.

¡Ya me reconocían como la "novia" de Norman, malditos medios de comunicación! 
Opté por acelerar el paso y cubrirme con el gorro de mi sudadera.

Veinticuatro años intentando pasar desapercibida entre las personas, echados a la basura.

Gracias, Norman.

Iba de vuelta al apartamento de Reedus, había pasado la mayor parte de la tarde en casa de Mick y Mingus ya estaba con Helena; era momento de regresar, pedir un taxi y volver a mi antigua vida.
Entré al enorme y elegante edificio, entregué una breve mirada a Mona y pasó de largo hasta el ascensor.

Strange currencies: Norman Reedus. © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora