Sin piedad.

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Nota: hice lo mejor que pude para tratar de hacerles llorar :'v sean sinceras y díganme como lo hice.

Horas pasaron rápidamente y nosotros solamente hablamos, recordando los viejos momentos.

Al final descubrimos que Porrim ya sabía sobre lo nuestro.

-Instinto maternal.- Dijo ella sonriendo débilmente y colocando su mano en la mejilla de su hijo. -Además, nunca fuiste bueno guardando secretos.-

Para cuando ya nos habíamos dado cuenta, la puerta de la celda se abrió, dando paso a varios guardias quienes nos superaban en número.

A cada uno nos sujetaban dos guardias de sangre azul, y nos llevaron por la fuerza por los pasillos. Por un momento vi la figura de la troll con la cual había hablado, Triatmat, quien no dejaba de mirar por una pequeña rejilla. Ella volteó a mirarme con sus ojos azules y una blanca expresión.

Un segundo antes de perderla de vista, sonrió débilmente.

Esta escena se me hacía familiar.

Ya sabía lo que seguía.

Traté de resistir, pero los guardias no dejaban de empujarnos con fuerza, haciéndome caer a veces.

"Caminen, inútiles "

"¡No se retrasen!"

Decían los guardias, murmurando insultos hacia nosotros.

En un momento, los caminos se separaron. Tomaron a Kankri y lo arrastraron hacia la derecha. Todos gritamos para que no lo alejaran de nosotros, recibimos unos cuantos golpes para que nos callaramos. Empecé a toser un poco de sangre y levante la mirada hacia Kankri, quien sólo nos miro con tristeza y calma. El movió sus labios, como si estuviera hablando.

"Estaré bien..." Dijo. Yo sentí lágrimas formándose en mis ojos, pero no lloré. Asentí con la cabeza y vi como se lo llevaban.

Nosotros continuamos caminando hasta llegar hasta unas puertas de metal gigantescas, con profundos rasguños y zarpazos por el centro, como si muchos se hubiesen resistido a mantenerse alejados a lo que hay detrás de esas puertas.

De un momento a otro, sentí como si fuera una niña otra vez; cuando estaba a punto de morir, cuando mis esperanzas se habían perdido... cuando Ronise aun estaba conmigo. Pero cuando abrieron las puertas, pudimos escuchar los gritos de los Altasangre exclamando para ver a los "traidores".

Esto no era lo que esperaba.

Una multitud de sangres altas, con varios de sus esclavos en frente para que pudieran ver a sus 'salvadores' siendo juzgados y castigados, de esa manera les enseñarían a que nunca podrían ser nada más que sangre sucias.

El sonido de unos grilletes me llamó la atención y volteó a mi izquierda. Porrim fue encadenada de sus manos y cuello, no podía moverse bien y era obvio que le molestaban.-¡Porrim!- Grite.

-Estaré bien, no te preocupes por mi.- Dijo antes de que se la llevarán lejos.

-¡¡AAAAHG!!- Esa era la voz de Mituna. Voltee a mi derecha y vi que el dispositivo que el tenía en su cabeza de alguna manera se había encendido y hacia que sus ojos se iluminaran de luces azules y rojas, también causando que le sangraba la nariz.

-¿M-Mituna..?- Él no dejaba de quejarse del dolor y trataba de quitarse lo que sea que tenía en la cabeza. Traté de acercarme, pero uno de los sangre azules me tomó del cabello y me arrastró entre la multitud de alta sangre. Algunos lanzaron piedras hacia mi, otros cuando tuvieron la oportunidad me patearon, pero hice mi mejor esfuerzo para mantenerme fuerte ante todo.

Levante la mirada cuando ya habían acabado.

-¡¡KANKRI!!- Grite desesperadamente mientras lo miraba con los grilletes ardiendo, quemando su piel mientras sangre salía de su frente y brazos. Sus pies ni tocaban el suelo, así que todo su peso quedaba en sus manos y los grilletes, causandole más dolor.

Desvíe mi mirada y vi a mis antiguos compañeros, mi familia.

Mituna no dejaba de gritar del dolor de cabeza que tanto le perjudicaba. Pero aún así no desviaba su mirada de su viejo compañero, su mejor amigo. Era obvio que sus lágrimas no eran por el dolor físico que presenciaba en ese momento, era por ver sufrir a su camarada, quien lo había salvado de una 'vida' como una herramienta. Él se rehusó a dejar de mirar a Kankri, debía de mantenerse con el en todo momento a pesar de la agonía.

Porrim, fue obligada a mirar a su hijo de frente en esa situación. Sus grilletes habían sido clavados en el suelo, de esa manera ella no podría hacer nada para ayudar al troll que había criado como su guardiana, al cual le dedico todo su tiempo y por el cual tanto sacrificó. Ella era la troll más cercana a él, estaba a tan sólo unos metros, y en su cara se podía ver el dolor, desesperación y el sentimiento de inutilidad de no poder ayudar a su propio hijo cuando más la necesitaba. Ella no paraba de llorar ni de gritar su nombre.

"¿¡Por que le hacen esto a él!?"

"¡Hagan lo que quieran conmigo pero dejenlo en paz!"

"¡EL NO SE MERECE ESO!"

"¡¡¡NO LASTIMEN A MI HIJO!!!"

Sus gritos se escuchaban tan desgarradores. Sus manos empezaron a sangrar por todos sus intentos de liberarse, y aún así no se detenía. Ella era su madre, ella debía de protegerlo.

Rompí en llanto mientras lo miraba, su sangre roja se deslizaba por sus brazos y frente. Algunos se atrevían a lanzarle piedras afiliadas, causandole cortes también en el rostro y torso. Mi vista estaba nublada por las lágrimas que no dejaban de caer por mis mejillas, pero podía ver claramente el ceño fruncido que tenía en ese momento, nunca lo había visto tan enojado. Ni una vez.

Y entonces, empezó a hablar. A pesar de que a veces se detenía al toser sangre, su voz no tenía ni una pizca de duda. Su tono era al principio tan calmado, como en todos sus sermones que el había dado al pasar de los ciclos, como cuando yo lo seguía y escribía todo en un libro. Como en los viejos tiempos. Cuando todos éramos felices.

Pero esos tiempos ya no volverían.

Su rabia e ira se hicieron presente. El estaba enojado con todos los Altasangre que ni siquiera tenían espacio para el amor pero si para enloquecer de ira. Pero en especial consigo mismo, por haber sido el más grande idiota de toda Alternia al pensar que podría cambiar un mundo lleno de odio y corrupción, donde toman a un troll inocente que conoció a verdaderos amigos quienes estuvieron con el a toda costa y convierten una bendición en una maldición para hacerle sufrir, donde fuerzan a una Madre a mirar a su hijo morir frente a sus ojos haciéndola sentir incapaz de proteger a quien más amaba... y un lugar donde fuerzan a una leal Discípula, quien ha conocido la pasión y un amor que trasciende cualquier definición, a ver como todas sus esperanzas se desmoronan y haciendola sufrir con el corazón roto.

Su ira se acumuló hasta que el la dejó salir como una "gran palabrota". Luego uno de los arqueros le disparó en el pecho.

Pero eso no lo mató de inmediato.

El murmuró cosas que nadie pudo escuchar, pero que yo pude leer.

Finalmente cerro sus ojos.

¿Kankri..?

¡Kankri!

¡KANKRI!
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El Sufridor ha muerto.

The Life of a Catgirl.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora