La historia

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Hace días cuando fue mí acto de graduación, e hizo acto de presencia parte de mi familia paterna, por lo menos la parte que realmente se siente que es sincera la alegría de verme triunfar en la vida.

Mi tía Isabel me hizo un regalo de graduación muy especial, un regalo que era de mi abuela Isabella, era un libro de historias que ella misma había escrito. Mi madre dice que yo saque esa parte de la escritura de ella, y gracias a Dios es lo único que saque por parte de mi familia paterna, y es mejor no entrar en detalles.

El libro contenía historias que a cualquiera les interesaría, una en particular me llamo la atención. Y decidí hacer una especie de historia a fin de esta, sin darme cuenta que realmente estaba reescribiendo la historia. Parece un trabalenguas y sí que lo es, resulta que la historia trataba de una chica llamada Manuela y decidí que Manuela fuera yo. Yo vivía, sentía y sufría con Manuela así que esa historia la hice mía.

En el primer piso se escucha claramente a mi madre hablando por teléfono, desde que llegamos aca, no hace otra cosa que planear lo que será su nuevo trabajo, en realidad estamos aca por su nuevo trabajo. Yo por el contrario, estoy sin empleo y recién graduada de Maestra, bueno me tocara ir a meter currículo en las dos únicas escuela que hay aca o en dado caso ver qué demonios hago, ya que todavía no ha terminado el año escolar.

-¡¡¡Manuela!!! Por favor baja- gritaba mi mamá desde el primer piso, esa era señal que según, ella, me tenía una buena noticia, que a la final en realidad ni me importaba.

-A ver mamá, si no es que ya por fin nos vamos de acá, créeme que no me interesa nada en lo absoluto- dije de manera tal, que le bajaría los ánimos a cualquiera, pero para mí desgracias, los únicos ánimos que se bajarían, serian los míos.

-Pues lo siento querida esa no es la noticia, no sé si te acuerdas de mi amigo Franco- dijo mi madre justo cuando yo ponía mi pie en el último escalón y me diera cuenta, que no estaba sola y que lo que yo creía que tenía una conversación por teléfono, era que teníamos visitas.

- Eh, lo siento pero no me acuerdo- dije justo cuando analizaba detenidamente a nuestro visitante que en realidad, en mi vida había visto. Y si lo hice, nunca me fije.

-María, como se puede acordar si tan solo tenía 3 años, cuando nos vinos en Argentina.- dijo el que se suponía que era el amigo de mamá y que yo ni pizca recuerdo.

Estuvo hablando de cómo conoció a mi mamá, yo en realidad estaba distraída, nada absolutamente, nada me hacía sentir bien, ni siquiera que Franco hablara de las buenas historias vividas en la adolescencia con mi madre.

Cuando por fin acabó ese calvario me regrese a mi recamara, donde pasaba horas metidas en mi computadora, y no se crean que chateando con mis amigos, ya que ni el internet era bueno. Me pasaba horas leyendo o escribiendo.

Eran las 5 de la tarde, mi madre había ido con su amigo a la oficina a terminar ciertas cosas que ni me acuerdo que era. Yo decidí salir de mi escondite e irme a recorrer lo que se suponía, que era un pueblo. Pueda que me encentrara algo bueno e interesante, Albergaba la esperanza de que fuese así.

Puede percibir desde que salí que me veían pero mal, no mal en el sentido de mal, sino más bien extraño. Mucha gente me confundía con alguien llamado Arabella o me emparentaban con ella, pero en mi vida conocía a nadie con ese nombre y nadie en mi familia se llamaba así.

Por fin pude observar algo que me llamara la atención, era una librería que por la fachada parecía muy antigua y eso me interesó más.

En la entrada había dos totens, me dio la impresión que la fachada era impresionista, con unos toques renacentistas y los totens, me pusieron a pensar en las antiguas historias de indígenas americanos. En el totens pude percibir, el oso, un lobo que me recordó a Crepúsculo jaja y había un águila en la punta y una mariposa en el centro, eso sí que me llamo la atención. Nunca había sabido en un totens con una mariposa.

Tenía demasiada curiosidad por saber que libros encontraría, eso sí que me interesaba, pero de repente sentí venir algo hacia a mí, no sé porque me asustó un escalofrío subió por mi columna y justo cuando voltee, vi como un balón de futbol se dirigía a mí, lo bueno es que tengo buenos reflejos y me pude zafar del golpe.

-¡Oye idiota! a caso no ves, o no tienes puntería o tu puntería esa tan buena, que querías golpearme con el balón.- dije extremadamente molesta y asustada. Cuando unos chicos se aparecieron.

-Bueno quien te manda a estar parada justo en el medio de la portería- respondió un estúpido mal educado.

-Pero entonces utilizan las puertas de un establecimiento público, para su portería de según ustedes, un juego de futbol, ¿ya no están grandecitos para esas niñerías?- pregunté junto cuando soltaron la carcajada al ver mi expresión furiosa.

- ¿Establecimiento público?, por Dios se nota que no eres de por aca.- Dijo otro de los chicos.

-A este sitio nadie viene, no sé porque todavía se empeñan en abrirlo.- dijo otro más. Su apariencia era de esos chicos que son los que se creen el papá de los helados y son unos buenos para nada.

- Sea como sea, resulta que casi me golpean con el balón, así que espero una disculpa por eso, ¡claro si es que tienen educación!- dije al ver que ninguno se inmutaba pedirme una disculpa. Pero eso fue solo por fracciones de segundo, un chico se acerco y me pregunto si estaba bien y si el balón me había golpeado.

- En realidad no fue mi intención, ni me fije que estabas parada justo al frente de la puerta de la librería, nunca quise golpearte.- intervino un chico que si parecía ser educado.

-Ok está bien, por lo menos si hay alguien decente por acá. -Le dije justo cuando pasaba por el medio de ellos, ya se me habían quitado las ganas de entrar a la librería.

-¡Hey nena! acaso ya no vas a entrar a la librería o te metimos un susto.- Me dijo uno de los chicos idiotas esos, pero en realidad me hice la sorda y ni le pare. A ese tipo de personas hay que ignorarlos por completo.

El incidente ocurrido al frente de la librería me bajo los ánimos, así que preferí regresas a la tétrica casa en la que me encontraba. Ya había comenzado nuevamente a llover creo que ya se estaba haciendo costumbre desde que llegue. Coloque mi disco de Kelly Clarkson y claro en mi canción favorita You Found Me y nuevamente me puse a escribir.


Un día más que tengo que soportar la desidia de vivir en este pueblo, este pueblo ya que está devorando por completo. No encuentro la luz de este gran túnel en el que me encuentro, quiero buscar la salida quiero experimentar que hay detrás de esta pesadilla que estoy viviendo. Quiero regresar, despertar de este sueño, quiero ver el sol brillar a lo lejos de esta nubosidad... quiero volver a ser simplemente

¡¡MANUELA!!

Mi escritura últimamente había dejado de lado ese toque soñador y se había convertido en la pesadilla de cualquier escritor, era oscura, sin sentido, carente de cualquier brillo que la caracterizaba. Una mañana cuando por fin salió el sol, decidí retomar mi excursión por el pueblo, comenzando justamente donde termine la última vez, la librería.

Cuando me halle al frente de ella, revise que no estuvieran por ahí las copias baratas de Kaká y Lionel Messi. Sacudiendo todos mis recuerdos de ese encuentro, reuní fuerzas y logre entrar, el escalofrió que me produjo entrar en la librería fue tal, que me paralice justo en la entrada. El interior de la librería era mucho peor que la entrada, definitivamente quien la había diseñado había leído los libros de terror de hace décadas, de esas que realmente te dan miedo. Pero a medida que iba entrando me iba sintiendo más relajada, con más entusiasmo por descubrir que libros me encontraría y que historias encerrarían cada uno de ellos. Pero la desilusión fue tal que solo habían libros de historia local y cuentos infantiles. ¡Wow! me sentí en shock de pensar que pequeñas criaturas pudieran entrar a comprar libros en ese lugar.

Stay: Cruces del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora