Preocupado.

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Preocupado.

Miro el reloj por octava vez, y a pesar de que ha pasado más de media hora, él no ha aparecido. Le he mandado dos mensajes y no me ha respondido a ninguno.

"¿Le habrá pasado algo?"- Es el único pensamiento que hay en mi mente, constante, como si estuviese pintado de algún color intenso y brillara y se golpeara contra un muro invisible, retumbando por todas partes, pues, pensándolo bien, la última vez que pasó algo así -Rubén desaparecido sin dar razón aparente- estaba metido en la cama, gritando entre sueños, con una fiebre muy alta y ni siquiera tenía medicinas. A veces, cuando estamos en su casa y él se queda durmiendo, puedo seguir sintiendo la ansiedad que llegué a tener en aquel momento, casi sin poder respirar, desesperado por encontrar una farmacia o dar con lo que le pasaba.

Vuelvo a buscar mi teléfono en el bolsillo trasero de mi oscuro pantalón, y juego con la pantalla, dándole vueltas e intentando que la pesadez en mi pecho se aleje un poco, que no sea un peso muerto. Decidido, vuelvo a escribirle.

"Te llevo esperando más de media hora, ¿vas a venir?

¿estás bien? ¿Necesitas algo?"

Desde hace un tiempo, siempre nos hemos reunido en el mismo lugar para ir juntos a Bgames ya que a ambos nos pilla de camino; y a la salida es casi lo mismo, cuando yo no salgo con Laura y él no tiene nada que hacer, a veces nos vamos a su casa o a la mía y nos pasamos horas y horas jugando a videojuegos, o vemos una película -Rubén odia el terror, pero, aunque siempre lo niego delante de él, es sumamente divertido ver como el retrasado grita y se esconde, abrazándose a mí-, u otras veces, salimos con los demás a dar una vuelta y a beber algo.

Desisto, empezando a caminar hacia el lugar yo solo, y aunque parezca estúpido, el camino se me hace mucho más largo que otras veces.

-¡Mangel!- Grita Laura, nada más llegar. Yo le sonrío en respuesta y ella se marcha corriendo porque tiene que grabar no-sé-qué. Su plató hoy es de color rosa brillante y juraría que llevaba un disfraz de abeja ridículamente voluminoso y colorido. Aún con la obra como mayor acto, seguimos haciendo grabaciones secundarias, con disfraces estúpidos y diálogos aún peor, y afortunadamente, mi pánico va disminuyendo poco a poco. La mayor razón de esto es Rubén, quien cuando la tarde es demasiado larga y estamos aburridos de ver la televisión o de jugar, pone una cámara frente a nosotros y me entrega el diálogo, con su rostro completamente serio, y lo ensayamos una, otra y otra vez, avanzando lentamente.

Busco con la mirada a la razón de mi miedo, esperando que esté aquí y así poder gritarle o abrazarle, por esta tonta preocupación, pero por más que busco y busco, él no aparece por ninguna parte.

"Se ha quedado durmiendo"- Me digo, esperando que eso me tranquilice.

-¿Hah vihto a Rubiuh?- Pregunto, entrando en la sala donde está Alex sentado, removiendo y removiendo el vaso de leche que tiene en frente suya. Tiene sueño. Él niega con la cabeza, coge el teléfono y cuando lo desbloquea, me pone la pantalla para que lo vea.

-Le he escrito tres mensajes pero no me responde a ninguno. Seguramente se habrá quedado dormido el muy gilipollas, se fue de mi casa muy tarde...- Niega con la cabeza y se ríe, para después bostezar.

Lo acompaño en la risa, negando con la cabeza repetidas veces.

-¿A quién se le ocurre? Porque tu ehtah valdao' también.- Dejándole solo para que siga jugando con su vaso ardiendo, escuchando de fondo sus "A Rubius, como no.", salgo de la sala y camino hasta la entrada, impaciente, esperando a que sea mi turno de entrar y es que seguramente ya nos habrán llamado pero como Rubén no está aquí...

Vuelvo a mirar el reloj, deseando que el tiempo se pase rápido, pero no funciona. Inquieto y frustrado, entro a una sala, y otra, y otra, hasta que finalmente me topo con la de vestuario. Y allí está, el retrasado de las narices que tan preocupado me tenía, cambiándose, en el mismo cubículo que tiene para él, estrecho y con una mínima ventilación. Está sudando y, aún sin saber la razón, puedo asegurar que está jadeando. Todo desaparece de mi vista, todo menos Rubén.

-¡Me cago en tu puta vida!- Grito. Y casi quiero reír cuando él salta de su lugar, tirando lejos el vestido azul eléctrico y su camiseta lejos, cuando se percata de mi presencia al haberme escuchado.

-¡Mangel! ¿Eres gilipollas o qué coño te pasa?- Grita en respuesta, para luego girarse. Y quiero gritarle para que me diga el porqué no ha venido esta mañana, o el porqué no ha contestado a mis mensajes, pero no puedo decir nada, sobretodo cuando todo se vuelve intenso e incómodo -todo a la par- y no puedo apartar la mirada de su cuerpo...

"¿En serio me estoy sonrojando?"

Del odio a algo más. (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora