Mis labios se abrieron suavemente mientras expulsaba una pequeña y blancuzca nube de vaho.
Así que después de tanto que había albergado la incesante esperanza en mi pecho, la cual luchaba por escapar desesperadamente cada vez que recordaba la extrovertida voz que acudió a mis oídos ayer. Le vería.
Quería comprobar si todos mis divagues de aquella primera llamada informándome que ella sería la encargada de mi caso, se acercaban si quiera un poco a su físico.
Le imaginaba alguien de baja estatura, tal vez de piel morena, un poco subida de peso, y muy sonriente. La oficial no Sabaku ya me había informado alguna vez que Tenten Ama poseía un cabello marrón común y corriente.
Pero lo único común y corriente que encontré cuando la vi, era que en sus ojos se reflejaba el miedo. Igual que el que me tenían todos.
El crepúsculo de la taciturna tarde, apareció reflejado en los ya marchitos girasoles. Los observaba anonadado, reflexionando un poco con los pulmones reclamándome oxígeno a cada segundo que pasaba.
—Ya está aquí. ¡Así que ve ahora con toda tu juventud! ¡Sé que saldrás de esta, Neji! —escuché como gritaba Lee, haciendo que reaccionara por el dolor de mi pecho.
Abrió la celda, y me colocó las esposas, que sin saber por qué, las sentía mucho más apretadas.
Caminaba observando el suelo, mientras un pitido se introducía en mis oídos. Sentía el corazón al galope y el sudor emanaba de mi frente haciéndome ver algo débil.
Sentía como si me llevaran a una habitación para aplicarme la pena de muerte.
No podía tragar y una horrenda picazón en mi nuca me estaba enloqueciendo. Me tensé al sentir que alguien me observaba fijamente desde adentro de las profundas celdas. Aquellas que guardaban más secretos y promesas que cualquier lugar en el mundo.
Levanté mis ojos hacia el efímero lugar que me indicaban los instintos, e inmediatamente me detuve en seco.
—¿Con que mataste a Hiashi, eh Neji? Además, eres tan gallina como para no venir, comer o hacer siquiera algo con nosotros. Los niños consentidos siempre serán así, unos desagradecidos. —dijo aquel hombre con sorna.
—Yo no lo maté... —musité intentando controlarme, mientras me hervía súbitamente la sangre.
—¿Qué dijiste? Deja de ser nena y habla fuerte.
—¡QUE YO NO LO MATÉ! —grité mientras me abalanzaba hacia él con todas las malditas intenciones de ahorcarlo.
—Ja, claro, y yo no maté a... —comenzó a hablar sarcástico viendo como el oficial Lee me sostenía con fuerza para que no perdiera los estribos; pero se vio interrumpido por un compañero de su celda.
—Cállate. Esto ya es algo fuera de nosotros.
Yo me mordía el labio con ira. Todo eran mentiras, TODO. Por más que me hubieran drogado, nunca hubiese sido capaz de matar a Hiashi. Yo le amaba a mi modo, y hubiera preferido morir mil veces antes que él.
—Vamos Neji, tienes que encontrarte con ella. —me recordó el oficial empujándome.
Le lancé una mirada cargada de odio hacia el hombre en la celda, y seguí el camino.
Por fin, cuando llegamos a una puerta roja que poseía una pequeña ventana, me liberó de las apretadas esposas y me dirigió hacia el interior en donde estaban diferentes cabinas, y al frente de ella un grueso vidrio.
—Mesa número... ¡Ocho! —me comunicó entusiasmado viendo una hoja, sin embargo, después me observó más tranquilo y puso una de sus manos en mi hombro deseándome la mejor de la suertes.
Y vaya que sí la necesitaría.
Me dirigí hacia allí con la mirada altiva, y cuando me senté paulatinamente en mi puesto sin observarla aún, descubrí que había un objeto negro muy extraño debajo de la mesa.
—H-Hola.
Intenté reservarme la sorpresa, pero apenas escuché como sus labios pronunciaban el suave saludo, levanté mi vista y pude notar que todo el café que extrañaba, ahora lo tenía en sus ojos.
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¡Qué emoción! Graaaaacias a todos los que leen. En lo personal adoro esta historia *Forever alone :'v* Me parece que es la mejor que he hecho.
Y por si no saben, crearé también una historia ShikaTema, la cual se encargará de unir esta historia con "Never Give Up"
Solo digo que será asdfghjk. Los amooo <3
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All I Wanted ➳ NejiTen
Fanfiction"Te vi desde siempre. Empezando por cada vez que suplicabas de rodillas, y terminando por una lacónica sonrisa y un mar de lágrimas creciente a cada segundo. Nunca busqué que esto sucediera, lo juro. Pero al final me di cuenta, que todo lo que quise...