Capítulo I.

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George se despertó y talló sus ojos. Miró alrededor, al lujoso cuarto de hotel.

O al menos, eso proyectaba su mente.

El cuarto sucio y destartalado fue su hogar desde los dieciséis años. Todo había empezado con viajes imaginarios a Hamburgo, precedido por un encuentro con John Lennon, amigo de Paul McCartney. Se preguntarán si esos dos chicos existen. La respuesta es sí. Paul conocía a George, se veían en la escuela, y en el autobús. Cuando Paul le propuso unirse a la banda de su amigo John, George mostró sus dotes y entró.

Los problemas empezaron unos meses después, cuando Harrison pasaba minutos en trance, y comentaba sus experiencias en los conciertos de un tal bar "Kaiserkeller". Al principio nadie se preocupó, pues consideraban que era normal fantasear con el futuro. Pero cuando, por su culpa, perdieron la oportunidad de viajar a Alemania, todo fue en picada. El baterista, Pete Best, dejó el grupo, y John debió echar a George por sus delirios. Al ser sólo dos los que restaban, debieron dejar a un lado su sueño de formar una banda. Ahora se dedican a la música, pero sólo como un pasatiempo. Paul estudió leyes, convirtiéndose en un famoso juez, y John estudió medicina, siendo ahora un prestigioso doctor y especialista en salud mental.

Volviendo con George, se levantó y despidió a su supuesta amante con la que había pasado la noche.

-Si Pattie se entera, me mata-rió y se asomó por la pequeña ventana de la puerta. Por ella se acercaban dos hombros robustos, escoltando a una joven de cabellos rojizos y ojos verde agua, vestida con un uniforme blanco que le quedaba pegado a su estrecha cintura. Caminaba con paso firme y la cabeza en alto, aunque en su mirada se veía el nerviosismo.

Los tres se detuvieron frente a la puerta 252, y uno de los hombres sacó una pesada llave de bronce de su bolsillo, para insertarla en la cerradura.

-Es él-dijo el otro señalando a George con la cabeza.

-Genial, más paparazzis-bufó éste.

-Harrison, ella es la nueva enfermera encargada de cuidarte. Zoe Greenwold.

-Un gusto conocerlo-expresó con voz dulce.

-Todas dicen lo mismo-respondió con arrogancia.

-¿Estarás bien con él?-susurró uno de los hombres en su oído, a lo que ella asintió.

Los enfermeros salieron y cerraron la puerta. Zoe se acercó a George, quien jugueteaba con su guitarra, único objeto que le permitieron conservar.

Desde afuera se oían otros enfermeros, tratando de controlar a otros internos.

-¡¡Starkey, ya deja de golpear a tu compañero!!!

-¡¡Pero suena bien como un bombo!!-se escuchó como respuesta.

-¡¡Jagger no es parte de tu batería!!

Zoe suspiró. Había mucho por hacer en ese lugar, y empezaría con ese chico de pobladas cejas y mirada seria que tenía en frente.

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