Sadie los miraba con recelo. ¿Por qué no ella en lugar de Zoe? Sus ojos chispeaban ira, que la enfermera percibió. Supo entonces que había pisado terreno privado y peligroso.
John carraspeó.-Lleve a Marianne a su cuarto, Greenwold.
-Sí, doctor Lennon.-Entró a su oficina y salió después de unos minutos, llevando a la interna del brazo.
Regresaron al cuarto 315. Marianne se acostó en la cama, y Zoe le puso la bata celeste.
-¿Necesitas algo?-preguntó cordialmente.
-Sólo quiero dormir, pero El Señor no me lo permite.
-¿Cómo que no te lo permite?
-Dice que si duermo, El Diablo me atrapará más fácilmente.
Zoe no sabía qué hacer. Lo que la mujer decía parecía un cuento, de esos que usan las madres para hacer que sus hijos se portaran bien, y ella era una niña indefensa que se tragaba esas mentiras.
-Tranquila, eso no va a pasar. Trata de dormir, me quedaré a cuidarte.
-¿Lo haría en serio?-Preguntó tímidamente.
-Claro, mi trabajo es asegurarme de que estés bien.
Marianne sonrió y se acomodó en la cama. Cerró los ojos y esperó a caer en los brazos de Morfeo. Zoe acarició su cabello, mientras cantaba suavemente una canción de cuna que había inventado. Solía cantársela a su hermano para calmarlo luego de cada maltrato de su padre, que lo dejaban asustado y llorando por horas.
Cierra los ojos, no tengas miedo
Toma mi mano, yo te cuidaré.
Nadie puede lastimarte ya.
Nada ni nadie te hará ningún mal.Déjame llevarte a campos de fresas
O a un jardín de pulpos en el mar
Sin preocupaciones ni peligros
Flotando libres en el Sistema Solar.Volando en un cielo con diamantes
Nunca volveremos a ser los de antes
Ahora solo importa ser felicesPara cuando terminó, Marianne estaba dormida. Se levantó y salió con sigilo del cuarto. Se acercaba su hora de salida, y decidió echar un vistazo a George. No lo había visto desde el día anterior, y sentía un poco de preocupación y remordimiento.
Cuando llegó al cuarto abrió y cerró suavemente la puerta detrás de ella. El interno estaba acostado en su cama, en una posición algo extraña. Su cabeza colgaba del borde y sus pies estaban apoyados en la pared contigua. Parecía realmente aburrido.
-¿George?
Por el sobresalto, cayó al suelo y maldijo entre dientes.
-Ah, eres tú.
-Lamento haberte asustado. Quería saber cómo estabas.
-Estoy bien, estoy bien. Ve a besuquearte con Lennon.-Volvió a colocarse en su peculiar posición.
-¿Disculpa?
-Las noticias corren como pólvora en ese hospital, cariño. Por cierto ¿qué tal la nueva interna? Oí que es castaña. Me gustan las castañas. Deberías teñirte para ser castaña.
¿Qué le pasaba a ese chico? Primero se entrometía en su relación con John y ahora juzgaba su cabello. Debía ponerle un alto.
-Primero, tienes una hermosa novia castaña, así que deja mi cabello en paz. Segundo, lo que pase con John no te incumbe. Tercero, yo vine aquí con buenas intenciones de mantener una conversación decente contigo, pero como siempre tú...
Estaba parpadeando, pero mantuvo los ojos cerrados al sentir algo impactando contra sus labios.
Algo suave y tibio...
El interior de Zoe se retorció. No creía lo que estaba pasando. Quería separarse y salir corriendo, sentía sus mejillas calientes y de algún modo también sintió la sonrisa de George.
Se veía como un niño que le robaba un beso a la chica que le gustaba.
Y aunque no quería admitirlo, la enfermera sabía en el fondo de su ser que había esperado mucho por eso.
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Psicosis
FanfictionMiles de personas gritando su nombre. Llorando de alegría, clamando por más canciones. Sus compañeros lo miran, dando la señal para que tome el micrófono. -Buenas noches, soy George Harrison, y cantaré la última canción de este concierto.-comenzó a...