Capítulo X (Maratón 1/3)

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El momento fue roto por los susurros por parte de Harrison.

-¿Puedo sacar mi mano? ¿O vas a seguir hablando?

Zoe abrió los ojos, confundida. Se topó con la mirada de George fija en ella. Su mano derecha cubría desde los labios hasta el mentón. Sus largos y delgados dedos rozaban el lóbulo de su oreja, causándole escalofríos. Su pulgar rozaba su nariz, lo que le provocaba cosquillas.

Fue su imaginación. Jamás hubo un beso entre ellos, y era lo mejor.

-Deberías haber visto tu cara.-comenzó a reír.-Estabas roja hasta las orejas. ¿En serio creíste que te besaría? Yo no me involucro con alguien a menos que sea famosa. ¿Por qué crees que conseguí una novia modelo? Aumenta notoriamente mi reputación.

-¿Sólo por eso estás con ella? ¿Acaso no la amas?

-Pff, claro que no. Ella tampoco me ama, lo sé. Yo la uso y ella me usa. Estamos bien así.

-Eres tan...despreciable.

-Gracias, igualmente.

-¡Agh!-Salió dando un portazo. George estaba agotando su paciencia. Se sentía avergonzada y humillada. Ella pensaba que él la había besado...y él se había burlado de ello. ¿Cómo pudo siquiera pensar que aquel roce sería real? Lo mejor sería olvidar todo y concentrarse en John.

Solo John. Y nadie más.

Regresó a su casa. Se dio un baño, cenó y fue a dormir. Sus sueños fueron intranquilos, llenos de imágenes terribles y desgarradoras, que provocaron que despertara reiteradas veces.

Al día siguiente, cuando llegó al hospital, vio que todo estaba decorado de forma tan alegre que resultaba perturbador. Banderines de color rosa y azul pastel adornaban las puertas de las habitaciones, y un gran cartel blanco con letras azules pintadas a mano rezaba:

Primer centenario de la Institución
5 de Junio 1864-5 de Junio 1964

John bajó la escalera anotando algo en su planilla. Cuando levantó la mirada y vio a la joven, sonrió y no dudó en dejar su trabajo para acercarse a ella.

-Zoe, que alegría verte.

-Hola, John.-Sonrió y besó su mejilla, causando un leve sonrojo en ésta.

-Necesito que lleves a Harrison, Starkey y Niells al comedor. Hoy es un día especial.-señaló el cartel-y los internos comerán todos juntos-Dijo cuando recuperó su tono usual.

-Está bien.

-Espero volver a verte hoy. Estoy muy atareado, así que lo dudo...Pero por ti lo intentaré. Espérame en el jardín cuando termine tu turno ¿vale?

-Vale...Nos vemos, John.-Le dedicó una última sonrisa y enfiló el paso hasta la habitación de George.

Tocó la puerta y entró. Él se encontraba durmiendo a pierna suelta, con su brazo izquierdo colgando de la cama. A pesar de todo, se veía sereno. Su respiración era pausada y casi imperceptible. Sus labios estaban ligeramente entreabiertos, y Zoe tuvo que sacudir la cabeza para espantar los pensamientos que empezaron a inundar su mente.

-George...George...-Sacudió levemente su hombro, pero él no reaccionó. Volvió a intentarlo, levantando un poco el tono de voz y aumentando la fuerza de los zarandeos. George abrió los ojos lentamente y dio un salto al tener a Zoe tan cerca, causando que cayera de la cama.

-Te divierte asustarme, ¿cierto?

-No fue mi intención. Ahora levántate, tienes que ir al comedor.

-Vaya, ¿por qué tan fría, linda? ¿Sigues molesta por lo de ayer?

-¡Claro que no! Ahora muévete.

-El suelo es cómodo.

-Eres tan desesperante.

-Lo sé. ¿Y qué harás? ¿Arrastrarme?

.-.-.-.-.-.-.-.-

-¡Suéltame, loca!

-El loco eres tú, así que cállate.

-¡Me vas a arrancar el pie!

-Si te hubieras levantado cuando te dije, no te estaría arrastrando.

-Bla bla bla. ¡¡Au, au, au, au!!

Zoe siguió bajando la escalera, jalando a George de su pie. Le divertía lo que hacía. Sabía que estaba mal, pero también sabía que los otros enfermeros eran mucho más crueles. Además la culpa fue de George por no obedecerla.

Llegaron al comedor, donde había algunos internos sentados y vigilados por guardias y enfermeros. George fue a una mesa y Zoe regresó a buscar a Ringo y Marianne.

Cuando los hubo ubicado uno frente al otro en la mesa, notó que se miraron mutuamente con interés. Intercambiaron algunas sonrisas hasta que John apareció y carraspeó. Todos guardaron silencio y lo miraron.

-Buenos días. Me alegra anunciar que el hospital cumple su primer aniversario el día de hoy. Decidimos celebrar de esta forma, reuniéndolos a todos para el desayuno. Además, sólo por hoy les serviremos mejor comida de la que acostumbran.

Todos aplaudieron, menos George, quien recostó sus brazos sobre la mesa y apoyó su cabeza en ellos, para luego rodar los ojos con fastidio. Pronto algunos enfermeros y doctores llegaron, cargando vasos con leche tibia en bandejas de metal, y trozos de pastel de vainilla y chocolate en platos descartables.

El día pasó rápido. Todos comían alegres, algunos conversaban entre ellos. Cuando todo terminó, Zoe regresó a los internos a su cargo a sus respectivas habitaciones y ayudó a limpiar el comedor.

La hora de salida llegó y se dirigió al jardín. Pronto sintió unos brazos alrededor de su cintura, y volteó a ver al dueño de los mismos. Su boca se torció a un lado al descubrirlo.

-¿Jack? ¿Q-qué haces aquí?
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