Un día, mientras Camila caminaba tranquilamente por una de las calles de Nueva York hacia su aburrido trabajo de oficina, se encontró con una hermosa chica, ella tenia el cabello largo, ondulado y oscuro, tez blanca como la nieve, unos hermosos labi...
-C: Entonces.. ¿porque me permitiste acercarme a ti? Básicamente soy una extraña...
Lauren escucho lo que dije, pero solo se quedo viendo hacia el frente, en silencio, hasta que giro su rostro y me observó.
-L: Buenooo...
Ella arrastro la palabra y después miro hacia abajo, pero logre ver como sonrió y las lagrimas ya habían desaparecido, entonces enseguida volvió a verme aun con la sonrisa en sus labios, cosa me hizo sonreír también.
-C: ¿Entonces...?
-L: Me gustas Camila, desde el primer momento en que te vi a través de mi cámara, me gustas, eso es lo único que se, y creo que es lo único que responde a tu pregunta.
Lauren respondió, y como señal de nerviosismo, se mordió una uña y volvió a sonreírme.
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En mi vida habia visto sonrisa mas hermosa...
Le devolví la sonrisa, luego me levante, sacudí mi ropa y le tendí la mano a Lauren, ella la acepto sin pensarlo y la ayude a ponerse de pie.
-C: Creo que debemos irnos.
Ella asintió lentamente, y enseguida ambas entramos a el auto, luego Lauren lo encendió solo que yo evite que nos fuéramos de ahí.
-C: Y Lauren... (tome su mano libre entre la mía) también me gustas ojitos.
Ella sonrió ante mis palabras, luego apretó con mas fuerza mi mano y enseguida Lauren arranco el auto mas feliz que nunca.
Luego de media hora de camino, nos estábamos aparcando en la pista de patinaje Rockefeller Center, por lo que comencé a sentirme nerviosa con tan solo pensar en lo que se me venia.
Pov Lauren.
Nos bajamos del auto y juntas comenzamos a caminar hasta la entrada del parque, que no estaba muy lleno, cosa que era buena, al menos para mi.
-L: Buenas tardes, dos entradas por favor.
-X: Claro, son 54 dolares.
Camila tomo su bolso y se disponía a pagar su parte, pero yo fui mas rápida y pague ambos boletos, sin darle tiempo de quejarse siquiera.
Una vez con las entradas, ambas pasamos y ahora íbamos hasta la estación donde se alquilaban los patines y justo cuando estábamos por llegar, camila me detuvo al poner una mano en mi brazo, haciendo que la mirara extrañada.