Witchcraft & Spells

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Se podría pensar, al ser una escuela de magia, que Witchcraft & Spells estuviera en medio de un bosque mágico, en el centro del océano Atlántico o quizás encima de una nube pero en lugar de eso la escuela de magia era un enorme y nuevo (si, nuevo, nada de castillos lugubres) edificio de ladrillo de cuatro pisos y un gigantesco patio interior. La verdad es que la escuela tenía un aspecto completamente normal si no fuera por todas las rarezas que pasaban en su interior.

Todas las ventanas y el perímetro del patio tenían un hechizo de Glamour para que cualquier persona que pasara por ahí y no tuviera sangre mágica viera las cosas normales que se supone que debe haber en un colegio normal.

Bajé del autobus con paso firme y busqué con la mirada a Lara y Roxanne, mis mejores amigas. Las localizé apoyadas en mi taquilla hablando con dos bombones rubios y musculosos, eran Damian y Demetri, los fantásticos gemelos italianos que eran la comidilla de todas las chicas de la escuela. 

Me tensé un poco, Demetri habia sido mi novio durante dos años hasta que un día noté que algo había cambiado, vi cómo miraba a Roxanne y supe que se había enamorado de ella y al parecer el sentimiento era mutuo. Por suerte no perdí ningún amigo con eso porque Roxanne y Demetri eran buenas personas y no hicieron nada a mis espaldas sino que fui yo, al darme cuenta de la situación, la que cortó con Demetri para que él y Roxanne pudieran ser felices juntos, y vaya si eran felices, me alegraba por ellos pero no podía evitar sentirme un poco triste al saber que yo no era la elegida de Demetri.

-Hola chicos -saludé alegremente a todo el mundo.

-Hola Mel, justo ahora estábamos hablando de tu precioso trasero -dijo Damian cogiéndome de la mano y haciéndome dar una vuelta de bailarina.

-Mmm... pues yo estaba pensando en untar el tuyo de chocolate y comérmelo a mordiscos -le respondí lanzando un mordisco al aire.

El grupo dejó escapar una carcajada colectiva. Damian era así con todas las chicas, la mayoría empezaban a tartamudear como si fueran retrasadas, cosa que me daba pena.

-¿Qué tal las vacaciones? ¿Algún percance mágico digno de risa? -preguntó Lara con curiosidad.

-Mmm... si, si consideras percance el que haya sustituido la crema antigranos de Katia y Casia por un unguento purulento que hizo que se les pusiera la cara verde y llena de granos enormes -respondí con una enorme sonrisa al recordar la cara idéntica que habían puesto.

-Eres imposible -dijo Roxanne sacudiendo la cabeza pero sonriendo.

-No, en realidad sólo les estaba dando una pequeña lección. Se estaban poniendo verdaderamente odiosas por ese chico que habia ido de vacaciones con sus abuelos, hasta hicieron llorar a Iris -respondí muy seria - Ah, se me olvidaba ¿alguno ha tenido la amabilidad de recoger mi horario? - pregunté fingiendo estar muy afligida.

-Aquí esta - Demetri lo sacó de su mochila y me lo tendió.

-Gracias por tan grande esfuerzo - dije dramatizando mucho la escena. Intentaba a toda costa no tratarlo diferente y por el momento me estaba saliendo de maravilla.

Riiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiing.

El estruendoso sonido de la campana hizo que la gente empezara a desalojar el pasillo muy rápidamente. Mis amigos se fueron a sus respectivas clases. Ninguno tenía primera hora conmigo.

Miré mi horario. ¡Arg, que fastidio! Matemáticas a primera hora, eran como mi infierno en la tierra.

En la escuela de magia se daban las clases básicas que impartían en cualquier colegio, lengua castellana, matemáticas, inglés, sociales y ciencias. Nos daban estas clases para que supiéramos manejarnos bien en el mundo no-mágico y poder tener un trabajo normal si queríamos. Luego tambien nos daban clases de pociones, hechizos y conjuros y duelos.

Me dirigí pesadamente al aula 666 (gracioso ¿no?) y me senté en el pupitre que estaba al final de la media luna (en todas las clases los asientos están dispuestos en forma de media luna para que ningún alumno de última fila pueda armar escándalo, ingenioso ¿no?)

El profesor de matemáticas, un brujo bajito y calvo entró por la puerta acompañado de un chico alto, musculoso, de pelo marrón oscuro y unos hechizantes ojos verde intenso. Era jodidamente guapo... pero ¿que hacía el chico de mi sueño aquí? Siempre había pensado que era una invención mia pero ahora que lo tenía frente a mis ojos en carne y hueso... esto se estaba volviendo un poco extraño y me daba una sensación que no me gustaba nada.

HechizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora