Allanamiento

1.3K 5 1
                                    

Después de todo el revuelo nos habían dejado completamente solos en el aula con los rumores de que buscaban un hechizo maligno que el director guardaba allí para luego practicarlo con los alumnos. Meras fantasías de las mentes y las hormonas juveniles.

Paseé la mirada por la clase, envuelta en cuchicheos de todo tipo, y mi mirada, cómo no, se posó en Dylan.

Estaba sentado tan solo a un pupitre de distancia, estirado comodamente en su silla, con la mirada perdida en algún punto de la pared. Parecía tan concentrado que no pude resistir la tentación de tirarle una bola de papel a la nuca.

Se giró bruscamente, buscando al culpable. Le sonreí inocentemente. Pensé que iba a decirme algo o incluso a devolverme el golpe, pero se levantó de su sitio y se coló por la puerta sigilosamente.

Fruncí el seño. ¿A dónde iba? Me levanté de mi sitio susurrando que tenía que ir al baño para que mis amigos no se extrañaran.

Ya en el pasillo vi su sombra que doblaba la esquina, me dispuse a seguirle. Ya que iba a pasarme toda la mañana en la escuela por lo menos iba a divertirme.

Al doblar la esquina unas manos me atraparon por las caderas y me encontré pegada al pecho de Dylan.

-¿Por qué me sigues enana? -dijo con la boca pegada a mi oido.

-¿Enana? -pregunté indignada tratando de safarme de su abrazo, pero él tenía más fuerza.

-Sí. Los tacones ayudan pero no te hacen crecer.

Conseguí soltarme y le miré con furia. ¡Vamos a ver, medía uno sesenta y siete! Puede que para sus uno ochenta fuera bajita pero estaba dentro de la media.

-¿Qué planeas hacer? -le pregunté pasando por alto su comentario.

-Iba al baño de los chicos ¿Quieres acompañarme? -dijo él con una sonrisa torcida que no auguraba buenas intenciones.

Bufé. Esa era una proposición totalmente  inadecuada y tenía unas ganas terribles de aceptarla. Ignoré a mis hormonas y le miré entrecerrando los ojos.

-No me lo trago.

-No voy a decírtelo de todos modos.

-Por mí bien, pero no voy a alejarme de ti lo que queda de día. Soy tu niñera ¿lo has olvidado? Podrías perderte -sonreí maliciosamente.

Sus ojos se volvieron serios de repente. Suspiró.

Se acercó mucho a mí, me cogió la cara delicadamente con las dos manos y me miró fijamente a los ojos. Lo único que podía pensar en ese momento era "¡Oh, Dios mio. Bésame ya!", pero luego sonrió debilmente y me soltó, cogió mi mano y me hizo caminar.

Sacudí la cabeza. Pensaba que iba a besarme. ¿Para qué se había acercado tanto entonces? Este chico iba a volverme loca.

Él parecía saber exactamente hacia dónde iba, y eso que se suponía que era nuevo, pero no dije nada.

-Eh, ¿adonde vamos? -pregunté aminorando un poco el paso.

-Calla. Ya casi llegamos.

-No se te ocurra mandarme a callar otra vez si quieres conservar intacta tu linda carita.

-Así que soy guapo, ¿eh? -dijo triunfalmente.

-Era una expresión -exclamé enfadada. Y sí, estás muuuuuuuuuuuuuuy bueno, pensé.

Llegamos a una puerta enorme de madera maciza. Era el despacho del director.

-¿Qué hacemos aquí? -dije extrañada.

-Tengo que buscar algo aquí -fue todo la explicación que me dio.

Intentó abrir la puerta una otra vez pero no pudo.

-Mierda, la han protegido -susurró.

-¿Intentas robar algo del despacho del director muerto?

-Más o menos, sí -respondió él con toda tranquilidad.

Abrí la boca y le miré esperando una buena explicación. Una creíble, pero no dijo nada.

-No deberíamos estar aquí -susurré -Y si nos pilla alguien.

-¿Desde cuándo te importa eso a ti? Por lo que sé eres la chica mala de la escuela.

-Sí, pero esto es diferente. ¡Acaban de matar al director en ese despacho! ¿Sabes?

-Lo sé. ¿Me ayudarás o no? -su mirada era suplicante y me resultó realmente dificil resistirme a esos ojos verdes. -Confía en mí, por favor -la suavidad de su tono me desarmó por completo.

-Aparta -dije bruscamente.

Puse las dos manos sobre la puerta para tantear el hechizo que habían usado con ella. Cerré los ojos y me concentré en las defensas. ¡Mierda! Tenía el sello del Dragón. Intenté encontrar algúna grieta, pero no había ninguna. Retiré las manos y solté un suspiro frustrado.

-¿Podrás hacerlo? -escuché la voz de Dylan muy cerca.

-Calláte.

Volví a poner las manos, y esta vez, intenté algo diferente. Si retiraba el hechizo y luego lo volvía a poner el Dragón sabría que alguien había estado allí por mi sello, así que lo que tenía que hacer era debilitar la protección el tiempo suficiente para que Dylan cogiera lo que sea que había ido a buscar, eso no dejaría casi ningún residuo de mi sello.

Sabía que eso iba a requerir practicamente toda mi energía, y que, probablemente, no lo consiguiera dado que ese tipo de hechizo era demasiado potetente, pero tenía que intentarlo.

Poco a poco le fui ganando terreno al campo protector hasta que escuché el clic que indicaba que la puerta estaba abierta. La empujé suavemente sin separar las manos de la puerta. Tenía que seguir manteniendo el hechizo, si no, volvería a activarse la protección.

-Rápido, no podré mantener esto mucho tiempo -le susurré a Dylan.

Entró inmediatamente y empezó a revolver el despacho cuidadosamente, para que no se notara que habiamos entrado, aunque por lo que vi el despacho ya estaba bastante revuelto, pero por suerte ya se habían llevado el cádaver del director.

Se me nubló la mente un instante. El esfuerzo requería demasiada energía... Sentía cómo me debilitaba por segundos.

Mi mirada se posó en el escritorio. Sobre la mesa estaba abierta una carpeta negra, había una foto con mi cara en ella y otra foto de Dylan. Lo miré extrañada, los expedientes escolares eran azules y , además, los documentos que había no parecían notas acádemicas.

Las piernas empezaron a temblarme y estuve a punto de caerme, pero Dylan me sujetó por la cintura.

-Lo tengo. Podemos irnos.

-Espera, tengo que dejar la protección como estaba -murmuré.

Solté poco a poco el campo de protección, llevándome conmigo todo mi sello. 

Dylan me sostuvo y me ayudó a alejarnos de allí. Cuando estuvimos lo suficientemente lejos aminoramos el paso y nos metimos en un aula vacía.

Caminé despacio hacia la ventana con Dylan pegado a mi espalda y me senté en el borde sintiéndome terriblemente agotada.

-Melissa ¿estás bien? -parecía muy preocupado.

-Sí, tengo que descansar un poco -susurré con voz débil.

-Eh, chica mala. Gracias -dijo él mientras me acariciaba la mejilla.

Sonreí débilmente. Esto no debería gustarme tanto.

HechizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora