La daga

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Abrí los ojos lentamente, pero me dieron ganas de volver a cerrarlos. Estaba semi-acostada encima de Dylan que se dedicaba a acariciarme el cabello.

-Eh, ya estás despierta -susurró, y pude adivinar la enorme sonrisa que debía de estar poniendo.

Levanté la cabeza, y, efectivamente, ahí estaba esa encantadora sonrisa en sus sexys labios acompañada de esos profundos ojos verdes y su preciosa cara.

¡Contrólate Melissa! , me dije.

-¿Cuanto tiempo he estado desmayada? -pregunté con voz pastosa.

- Solo unos minutos -respondió - y eres preciosa cuando duermes - añadió para mi disgusto porque enseguida me sonrojé.

Me levanté enseguida, con tan mala suerte que volví a caerme, como no, en sus brazos.

-Tranquila, no hay prisa.

-¿Y si nos pillan? Será mejor que nos movamos.

-No nos pillarán -dijo él tan seguro de si mismo como si estuviera diciendo su nombre.

-¿Y tú cómo lo sabes? -le miré enfadada.

-Lo sé y punto.

-¿Así que no me vas a dar ninguna explicación? -había conseguido ponerme en pie sin su ayuda y ahora ponía los brazos en jarras. -¿Como, por ejemplo, de tu "visión" de ayer? ¿O de qué demonios estabas buscando en el despacho? - o ¿Qué pasó en la clase de lucha cuando me dijiste que te gustaba? quise añadir.

Él suspiró y me arrastró hacia él hasta que quedé sentada a su lado. Demasiado cerca de su completamente deseable cuerpo.

-Primero prométeme que no dirás una sola palabra de esto a nadie -dijo en voz baja recalcando la palabra nadie.

Vaya, un secreto. Esto empezaba a gustarme.

-Te lo prometo -no pensaba incumplir mi palabra.

-Soy un médium. Pero mis habilidades van un poco más allá de comunicarme con los muertos. Puedo captar un hilo de pensamientos, más que todo la idea general, nada demasiado concreto, pero si la persona tiene un carácter fuerte, y se piensa con suficiente fuerza, puedo captar algo más que la idea general - sonrió para si. - También puedo ver el futuro, pero nunca es demasiado claro - su mirada se volvió sombría. - Eso fue lo que me pasó ayer, vi algo del futuro, un ritual, pero no era nada - desvió la mirada bruscamente y supe que en eso me mentía.

-Y... ¿Qué buscabas?

Vi que dudaba pero se sacó un pañuelo negro de la espalda.

-Esto.

Me tendió el pañuelo. Era de terciopelo negro y dentro había algo envuelto, pesaba, pero no demasiado. Retiré delicadamente el pañuelo y estuve a punto de gritar cuando vi que sostenía en mis manos la misma daga con la que había apuñalado a Dylan en mi sueño.

Medía unos quince centímetros, era de plata pura y la sentía como hielo seco bajo mis manos. La empuñadura tenía unas extrañas runas grabadas con rubíes engarzados por doquier. Era muy afilada y puntiaguda. El filo tenía un brillo extraño, mágico. Estaba claro que no era una daga común y corriente.

-¿Para qué es? -pregunté intentando que no se notara que de repente me había puesto muy nerviosa.

-Para el ritual -respondió Dylan tratando de captar mi mirada.

-¿Qué ritual?

-Aún no lo sé bien.

-Ah - fue todo lo que se me ocurrió decir.

-¿Y tú no sabes nada de rituales? -se había ido acercando a mi lentamente y ahora nuestras narices estaban a unos escasos diez centímetros.

- No. La clases de rituales no comienzan hasta la mitad del curso y solo se dan desde nuestro año - susurré.

-Mmm... -dijo él a su vez. - ¿Y no hay alguna forma de averiguar para qué es el ritual que he visto?

-Puede. En algún Libro Negro -contesté -puedo mirar el de mi familia si quieres.

Asintió suavemente con la cabeza.

-Y ahora me toca preguntar a mí -entrecerré los ojos y me acerqué un par de centímetros más. - ¿Para qué crees que necesitaba el director una carpeta con información sobre nosotros dos?

-No lo sé - él también entrecerró los ojos. - Aún, pero pienso averiguarlo.

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