Necesitaba saberlo

1.2K 30 20
                                    

13

¡Un mes después y todavía no tenía nada!, ni una sola pista sobre dónde podría estar esa maldita profecía. La había buscado en todos los libros de la biblioteca, en mi Libro Negro, en todos los documentos antiguos a los que había podido ponerles la mano encima, pero nada. Dylan me había ayudado en todo lo que había podido pero no teníamos nada a lo que agarrarnos.

La verdad es que estaba empezando a gustarme la silenciosa compañía de Dylan. Estábamos mirándonos todo el tiempo y con eso nos bastaba para comunicarnos.

-Aquí tienes el café que pediste, un capuccino -Dylan me pasó un vaso grande del Starbucks.

-Gracias.

Le había llamado para contarle una idea que había tenido y le necesitaba para llevarla a cabo.

-Y dime, ¿a qué se debe el honor de tu llamada? -me preguntó con los modos de un caballero del siglo pasado.

Sonreí a mi pesar. Había empezado a disfrutar con esas cosas que él hacía inconscientemente y tenía que admitir que empezaba a sentir algo por él, mentirme a mí misma no me iba a servir así sí, lo admitía. Estaba enámorandome de Dylan aunque no pensaba decírselo en la vida. Además, ¿qué podría decirle? Dylan me estoy enamorando de ti pero soy la chica que probablemente te mate porque lo he soñado antes. Ni hablar.

-Pues, verás. Tengo una idea un tanto peligrosa y te necesito para que me ayudes.

-¿Y cuál es esa idea si puede saberse?

-Voy a colarme en el despacho del Dragón para buscar ese expediente donde estaban nuestras fotos, y, como ya sabes, el hechizo para quitar la protección me dejará al borde de un colapso cerebral. Hacemos esto, yo mantengo el hechizo, tú buscas el expediente y le sacas fotos a lo que sea que haya allí -le expliqué mirándole directamente a los ojos para calibrar su reacción.

-¿Y cuando haríamos eso? -preguntó devólviendome la mirada.

-¿Eso es un sí? -dije esperanzada.

-No te voy a mentir, no me gusta la idea de que te debilites tanto para desmayarte como la otra vez -dijo molesto -pero te conozco lo suficiente para saber que lo intentarías igual sin mí, así que sí. Es un sí.

Me sonrojé por sus palabras. Él se preocupaba por mí. ¡Calmáte Melissa, solo es un chico como otro cualquiera! Él también te hará daño, me dije a mí misma.

-No voy a herirte -dijo Dylan de pronto acariciando mi mejilla.

¡Joder! Había olvidado su habilidad para meterse en mi cabeza. Aparté su mano bruscamente. Él me miró como si estuviera tratando de averiguar qué pasaba, soltó un suspiro frustrado y se acercó tanto a mí como aquella vez que le seguí hasta el despacho del director. Otra vez tenía su cara tan cerca, sus labios... Pero él se limitó a hacer lo mismo que la otra vez, cogió mi cara entre sus manos y me miró directamente a los ojos, y, después de un rato, me soltó.

Me quedé parada frente a él, sin poder moverme, hiperventilando un poco.

-¿A qué hora quedamos para ir a la escuela? -preguntó Dylan como si no hubiera pasado nada.

Le miré con furia. Si él iba a jugar a esto yo también podía.

-A las once, esta noche.

Me alejé de allí con paso fuerte.

                                                                       . . .

-Llegas tarde -le recriminé cuando lo vi aparecer en la esquina.

-Lo sé, lo siento -se disculpó poniendo cara de cachorrito.

Resoplé y me giré para abrir la ventana que había dejado sin asegurar la tarde anterior al salir de clase. Entré sin hacer ruido y Dylan me siguió.

Recorrimos los pasillos en silencio. Al llegar a la puerta del despacho le pasé la cámara a Dylan.

-Ten, toma las fotos rápido.

-De acuerdo.

-Ten cuidado, por favor -me pidió mientras me acariciaba la mejilla.

Yo ya no lo aguantaba más. Tenía que preguntárselo.

-¿Por qué? -le exigí. -¿Por qué me tratas como si te gustase? ¿Por qué te acercas tanto que pienso que vas a besarme y luego te alejas como si no hubiera pasado nada? ¿Por qué me aseguraste que tú no me harías daño? ¿Por qué...

No pude terminar el último "por qué" y la verdad es que me olvidé de lo que era porque Dylan me acercó a él y presionó sus labios contra los míos. Si hubiera estado en mi sano juicio... no, ¿a quién intento engañar? La verdad es que me gustó. Era como cuando estás en la noria y desde lo más alto miras hacia abajo, esas eléctricidad que te recorre todo el cuerpo, la adrenalina, pero muchísimo mejor.

Nos separamos un poco, los dos estábamos jadeando.

-Cuando hago eso, lo de acercarme a una persona tanto y mirarla a los ojos, puedo oír con más facilidad lo que piensan y necesitaba saberlo. Necesitaba saber si podía confiar en ti la primera vez que lo hice y, la segunda... era porque tenía que saber si me odiabas, si sentías algo por mí o no -me explicó.

Abrí la boca pero no dije nada. Por supuesto que sentía algo por él pero alejé rápidamente ese pensamiento antes de que él pudiera oírlo.

Me puse se pie enfrente de la puerta y puse mis manos en ella.

Esta vez me resultó más fácil. Ya sabía que debía esperarme de modo que me había preparado bien. De todos modos no pude evitar debilitarme.

-Ya está Melissa -me susurró Dylan al oído.

Volví a dejar barrera donde estaba, pero apenas lo hice escuché unos pasos acercándose. 

Me asusté mucho, estuve a punto de caerme al piso del miedo y del esfuerzo pero Dylan me cogió en brazos y nos escondimos de la vista del que llegaba en una esquina. Dylan me devolvió al piso suavemente y me rodeó con los brazos para sostenerme y para quedar mucho más ocultos entre las sombras.

-Todavía no he encontrado la daga -decía alguien. -El viejo carcamal la escondió muy bien.

Dylan y yo nos miramos cuando reconocimos la voz del Dragón. Estaba hablando de una daga y tenía la certeza de que se trataba de la misma daga que Dylan había sacado de ese despacho hacía un mes.

¿Qué hacía el Dragón en la escuela un sábado por la noche? ¿Y por qué quería la daga?

Esto cada vez me parecía más siniestro.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 24, 2011 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

HechizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora