Eddie Gluskin

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Waylon despertó demasiado adolorido y confundido.

Lo último que recordaba era su auto derrapando y chocando contra aquel enorme árbol.

Pero ahora estaba en una enorme cama, en una habitación muy elegante, y con su cuerpo vendado.

Trato de levantarse, pero sus piernas no respondían lo cual le causo demasiado miedo.

Con su brazo derecho, el único que no estaba enyesado, levanto las sabanas viendo que ambas piernas también estaban cubiertas por yesos.

Quiso gritar, pero el miedo no se lo permitía.

¿Qué tan grave debieron ser sus heridas?... ¿podría volver a caminar?....

Escucho entonces la puerta abrirse, y un hombre de enormes gafas entro con una caja a través de ella.

-hey amigo, pensamos que nunca despertarías.... ¿cómo te sientes?-

-¿Dónde estoy?...-

-esta es la hacienda privada Mount Massive...recuerdas como llegaste aquí...-

-si...choque mi auto verdad...-

-exactamente mi amigo, pero tienes suerte...tus heridas no son graves pero estarás aquí por un buen tiempo antes que puedas volver a caminar-

Waylon suspiro aliviado, al menos su torpeza no le había causado graves heridas.

-fue usted quien me ayudo...-

-oh, no ese fue el señor Gluskin...es verdad debo avisarle que has despertado...-

-espere...yo...-

-no te preocupes compañero todo estará bien....-

El hombre dejo la caja en la mesita de noche y se dirigió de nuevo a la puerta.

-por cierto mi nombre es Richard Trager, soy el médico de la familia si te sientes mal vendré a verte...-

-gracias...-

El hombre cerró la puerta y Waylon cerró los ojos, ahora más tranquilo al saber que había quien le ayudara a curar sus heridas.

++++++++

Al otro lado de la casa, en el despacho.

Eddie Gluskin revisaba algunos papeles para asegurarse que sus negocios estuvieran marchando correctamente.

La familia Gluskin se dedicaba a diversos trabajos, entre la cría de caballos y la venta de algunos productos para el pueblo cercano.

El como el único hombre de la familia, desde la muerte de su padre, se había hecho cargo de todo.

Era su responsabilidad que sacar adelante a su familia...

Aunque ahora le costaba demasiado concentrarse, al pensar en el tierno ángel que reposaba en la cama de la habitación de invitados.

Por todos los dioses.

En el momento que vio a ese pequeño ser, su corazón le dijo que él era su Darling.

Su madre siempre se lo prometió, que si tenía paciencia y era un buen hombre, entonces el cielo le enviaría a su pareja perfecta.

Aunque podía ser que su madre jamás hubiera imaginado que su amada fuera a llegar en un auto destrozado.

Pero eso no importaba, él estaba ahora aquí, y juntos formarían una hermosa y perfecta familia.

Tendrían hijos, envejecerían juntos, cuidarían de sus nietos...

Bueno la mente de Eddie divagaba en la vida que ya deseaba experimentar con su verdadero amor.

En ese momento escucho la puerta y vio a su amigo Richard entrando por esta para darle la noticia que tanto esperaba desde hace 4 días.

Su amor había despertado, y era hora de que hablara con él.

Se dirigió casi corriendo para ver a su amado, quería abrazarlo y decirle que él le cuidaría, tal y como había estado haciendo desde el día que se encontraron.

Cuando llego a su destino vio a su precioso rubio recostado, mirando a través de la ventana, se veía hermoso con sus cabellos revueltos y el pijama de Eddie que le quedaba enorme.

-Darling es bueno verte despierto...-

-tú debes ser el señor Gluskin, muchas gracias por su ayuda y lamento las molestias que le he causado.-

-no te preocupes por eso, y llámame Eddie-

-gracias Eddie, pero de verdad no tengo como pagar todo lo que has hecho por mí, además de los daños que cause...-

-lo primero es que tus heridas sanen, y si tanto te preocupan los daños podrías trabajar aquí hasta que puedas pagarme-

-es lo más justo...muchas gracias...-

Eddie se sentó junto a Waylon en la cama, y tomo su mano entre las suyas.

-yo voy a cuidar de ti, aunque aún no se tu nombre...-

-perdona, soy Waylon Park...-

-un hermoso nombre igual que tu Darling-

El rubio solo se sonrojo ante aquellas palabras, jamás le habían dicho algo así, además la sensación de las manos de Eddie eran tan cálida y protectora.

Le recordaba un poco a las caricias que su madre solía hacerle cuando se sentía enfermo de niño.

-Eddie yo...-

-descansa Darling, iré a prepararte algo para que comas, debes estar hambriento.-

Eddie salió de la habitación pensando en aquellos hermosos ojos y el sonrojo que había logrado causarle a su rubio.

***

Mientras en otra habitación una persona también pensaba en el hermoso rubio que había llegado a la casa.

Desde que vio a Eddie sacarlo del auto y llevarlo la habitación que daba justo en frente a la suya.

Los últimos días había visto a Trager ir y cuidar de él joven, y al propio Eddie ayudarlo a cambiarle las vendas o la ropa.

En su mente también veía ya una vida marital con el joven, y sabía que todo lo que tenía que hacer era ganarle a Eddie en su propio juego.

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