Capítulo 4.

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No me atrevía a sostenerle la mirada. Cada vez que clavaba mis pupilas en esos ojos verdes sentía como mi interior explotaba, sentía unas ganas tremendas de cogerle entre mis brazos y besarle. No sabía qué me estaba pasando, nunca había experimentado esa sensación. "Respira, tranquila. Es uno más, solo eso. Toma el control y saldrás de esta." Su mano seguía sujetando la mía, esperando mi respuesta, atento a cada una de mis reacciones.

-Yo... ¿Qué es lo que quieres?

Levanté lentamente la cabeza, esperando una respuesta, observándole desde detrás de un rizo que me caía por la frente. Cuando sonrió, sentí como mi estómago se encogía y un escalofrío descendió por mi espalda.

-¿Yo? -me dijo levantando una ceja -Yo no quiero nada Alondra... La pregunta sería qué quieres tú, porque dime, ¿no has estado evitando verme? No te he visto por casa de mi prima, y por lo que me cuentan eso es muy raro... ¿Es porque estoy yo?

Iba acercándose a medida que susurraba. Cada vez estaba más cerca de mí, y yo me encontraba totalmente excitada. Miré hacia la puerta del vestuario, nerviosa, e intenté tranquilizarme. Di un respingo cuando sentí sus labios en mi cuello, rozándolo levemente, enviando pequeños estímulos por todo mi cuerpo, y cerré los ojos para disfrutar de la sensación.

-¿No dices nada? -me susurró con voz ronca mientras una de sus manos acariciaba uno de mis costados, que estaba desnudo debido al corto top que llevaba para hacer deporte.

-No... No tengo nada... Que decir... -dije entrecortadamente, jadeando al notar sus labios mojados contra mi mandíbula, acercándose peligrosamente a mi boca.

Cuando el primer roce de nuestros labios se produjo, dejé salir un suspiro de placer y casi pude percibir cómo él sonreía, pero cuando iba a acercarme más para completar el beso, él se separó y yo abrí los ojos sorprendida y confusa. Él me miraba con los brazos cruzados y con una sonrisa estúpida en la cara. Sus ojos brillaban con curiosidad.

-Ahora me creo aún menos que te hayas acostado con mi prima. La verdad es que me resultó raro encontrarte totalmente desnuda en su cama el día que nos conocimos, pero nunca pensé que hubiera sucedido eso... Cuando le dije a mi prima que estaba interesado en conocerte, se puso como una moto y me dijo que eras lesbiana y que nunca conseguiría algo contigo... Pero ya veo que mentía.

Mis ojos no podían estar más abiertos ni mi cara más colorada. ¿Silvia se lo había dicho?¿Esto era solo una prueba? ¿Pero había dicho que estaba interesado en mi? "Que hija de puta, ya verás cuando la vea..."

-¿Me estabas utilizando para comprobar si podías acostarte conmigo? -le espeté furiosa, intentando ignorar la brecha que se había abierto en mi corazón. "Eres gilipollas Alondra."

-Yo no he dicho eso. -me respondió mientras comenzaba a cambiarse de ropa. -Solo he dicho que estaba interesado en conocerte, y como mi prima me dijo que eras lesbiana, tenía que comprobarlo.

Me quedé quieta observando cómo se secaba los restos de sudor con una toalla. El ceñido pantalón de deporte se ajustaba perfectamente a un prominente bulto que asomaba en su entrepierna. Las piernas empezaron a temblarme al imaginármelo desnudo delante de mí, erecto y con ganas de...

-¿Te gusta lo que ves?

-¿Qué? -pregunté sorprendida, volviendo a la realidad. Me había puesto como un tomate.

-Que no paras de mirarme...

-¡Eso no es verdad!

-Si que lo es, seguro que estás excitada...

Rodé los ojos y puse una mueca de desprecio, a lo que él soltó una carcajada. Le miré furiosa, apretando los labios en una línea para evitar soltarle una bordería. Este hombre me estaba volviendo loca. Cuando pareció que él no iba a dirigirme más la palabra, decidí salir de ahí. Me giré para abrir la puerta, pero el pomo no cedía. Forcejeé unas cuantas veces pero, finalmente, enfadada, le di un manotazo a la puerta y solté un improperio por lo bajo.

-Deja de intentarlo, la he cerrado con llave.

Giré sobre mis talones y apoyé la espalda en la puerta. Me pasé las manos por la coleta, nerviosa, mientras él me observaba desde una de las esquinas del vestuario, con unos pequeños boxers cubriendo lo justo. Tragué saliva y le miré expectante.

-¿Y por qué la cierras?

-Porque no quiero que te escapes... -susurró andando hacia mí.

Esta vez no intenté huir. Había decidido que tenía que tomar el control de la situación, y eso es lo que iba a hacer. Me acerqué a él con los brazos cruzados, consiguiendo que mis pechos salieran un poco de la camiseta apretada. Él los miró por un breve momento, pero el suficiente como para que yo me diera cuenta y sonreí satisfecha. Quedé a unos centímetros de él, y le miré a los ojos, desafiante.

-¿Quién dice que me vaya a escapar...? -le susurré con sensualidad mientras acercaba uno de mis dedos a su pecho y lo acariciaba, bajando hasta los abdominales, y dejándolo en el fino elástico de sus boxers. Él tragó saliva y me miró lleno de deseo.

Ese fue el momento que aproveché para acercar mis labios a los suyos y besarle suavemente, mordiéndole el labio inferior e incitándole a abrir la boca. Él aceptó de buena gana y pronto sentí nuestras lenguas juntarse y empezar una danza sensual y electrizante dentro de nuestras bocas. Abrí los ojos un poco para buscar en la habitación lo que mi mente estaba intentando procesar.

Sus manos empezaron a experimentar con mi trasero, apretándolo y tocándodolo, acercándose al agujero de mi ano, haciéndome jadear por momentos. Podía percibir el prominente bulto de su entrepierna clavarse en mi cintura. Empujé suavemente su pecho hasta que cayó en uno de los bancos y pude sentarme cómodamente encima de él. Lentamente comencé a moverme por encima de su erección, provocando que salieran de su boca pequeños gemidos. Le notaba crecer debajo de mi y me sorprendí al notar lo grande que era. Observé su cara, ahora con una mueca de placer, y con los ojos cerrados, pero igual de guapo que siempre. Y supe que era el momento. Sin dejar de moverme, alargué la mano hacia el lado, haciendo más fricción entre nuestros sexos, y él soltó un gruñido de placer. Rápidamente, metí la mano en su mochila y, a ciegas, tenté entre las cosas hasta dar con lo que buscaba.

Con cuidado lo saqué sin hacer ruido y observé con atención el objeto. Cuando dí con la que quería, me levanté de su regazo y él me miró sorprendido y confuso. Su gran erección me seducía, pero no podía, así no. Me acerqué a la puerta con rapidez, con su mirada clavada en mi nunca. Introduje una de las llaves en la cerradura y sonreí orgullosa cuando el pomo cedió y la puerta se abrió. Lucas me miraba enfadado, y antes de que pudiera hablar, me giré y le miré con una sonrisa maligna.

-Nunca metas a una chica en una habitación sin su consentimiento, cielo. –dije antes de salir y cerrar la puerta detrás de mi.

¡¡Hola hola!! Este capítulo es un poco más cortito... ¡Pero espero que os guste! Mañana habrá uno nuevo, y prometo que ese será mucho más largo. Me gustaría que alguien me diera su opinión de con quién quiere que sea la relación sexual la próxima vez, si con Silvia o con Lucas, espero sus comentarios para poder escribir el siguiente capítulo. Tambien pueden mandarme mensajes si quieren para comentarme algo de la historia y darme ideas. Bueno, que ya no les entretengo mas, comenten y voten. ¡Gracias!

No sé qué me pasa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora