Capítulo 7.

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Narra Lucas.

Hacía mas de un día que no veía a Alondra y estaba de los nervios. No sabía qué coño me pasaba, nunca me había sentido así después de hacerlo con una chica, y tenía la sensación de que también le pasaba a ella. Me levanté de mi cama y anduve por mi cuarto, nervioso. Tenía que verla, joder. Lo necesitaba. Cogí mi chaqueta y salí corriendo de mi casa. El metro me llevó en menos de veinte minutos a su casa. Sabía perfectamente dónde se encontraba, había estado investigando entre las cosas de mi prima. Cuando llegué, suspiré y llamé a la puerta. Lo que supuse que sería la madre de Alondra me abrió la puerta. Yo le sonreí.

-Hola, soy Lucas, un amigo de su hija, ¿está en casa?

Ella me sonrió. Se parecía tanto a Alondra que daba miedo.

-Sí, claro, pasa. Ahora le digo que estas aquí.

Entré en la casa. Tenía las mismas proporciones que la mía pero con diferentes muebles. La madre de Alondra subió a la planta de arriba y yo investigué un poco. Entré en el salón. Había muchas fotos. Una me llamó la atención. Era en blanco y negro. Salía ella, con un sombrero grande y sonriendo. El viento le debía estar dando en la cara porque su pelo revoloteaba por el aire. Estaba muy guapa.

-¿Qué haces aquí?

Sorprendido, puse la foto en su sitio y me di la vuelta. Allí estaba ella. Tenía el pelo recogido en un moño mal hecho y llevaba una camiseta ajustada, que le llegaba por encima del ombligo. Me quedé embobado mirándo sus braguitas rosas hasta que ella levantó una ceja. Carraspeé un poco.

-Hola eh...

Ella sonrió y se sentó en el sofá. Yo hice lo mismo.

-Vale, ahora, ¿qué haces aquí? -preguntó a la vez que se cruzaba de brazos. Me estaban entrando ganas de tocarle los pechos...

-Pues te iba a pedir que salieras conmigo a dar una vuelta. -respondí ignorando en bulto que empezaba a aparecer en mis pantalones. Me miró sorprendida y pude notar cómo se ruborizaba levemente, después, sonrió.

-Claro.

Suspiré aliviado y obsevé sus movimientos mientras se levantaba y cogía su móvil. Después, pegó un grito.

-¡¡Maaamaaaaá!! ¡Me voy a dar una vueeltaaaa!

-¡Vale! ¡No vuelvas tarde!

Salimos de su casa y nos montamos en el metro. La saqué en la parada de casa de mi prima y ella me siguió sin rechistar. Podía percibir lo nerviosa que estaba, y eso me encantaba. Me giré hacia ella antes de entrar.

-Tengo que coger unas cosas. ¿Quieres entrar?

Ella asintió y cruzó la puerta conmigo. Se paró en seco cuando vio a Coco corriendo hacia nosotros. Yo me agaché y le acaricié. Me giré para mirarla y estaba muy quieta, con los ojos muy cerrados. No pude evitar empezar a reírme.

-Mis tíos me han dejado traerlo mientras estoy aquí, ¿qué pasa? ¿Te da miedo?

Ella asintió y siguió sin moverse. Me levanté todavía riendo y sin que ella pudiera hacer nada, la cogí entre mis brazos. Ella gritó sorprendida y se empezó a reír. La llevé en volandas hasta mi casa y la solté. Ella se arregló la ropa y me miró enfadada.

-No puedes ir cogiendo a la gente así sin más, ¿sabes?

La miré divertido.

-Pero si te ha gustado y todo...

Ella miró hacia abajo ruborizada y se fue a la cocina a por un vaso de agua. Suspiré y subí a mi cuarto para coger un poco de dinero y las llaves de la moto. Bajé, la cogí de la mano antes de que terminara de beber, a lo que ella protestó un poco, y la llevé fuera. Me monté en la moto y ella se sentó detrás, poníendose el casco. Sonreí cuando ella se agarró fuerte a mi cintura.

No sé qué me pasa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora