Capitulo 13.

4K 117 2
                                    

Narra Alondra.

Volví a tropezar. Ya era la quinta vez. Me estaba empezando a poner nerviosa. Iba a parar en seco cuando Lucas se acercó a mi oído. Al no poder poseer ahora mismo el sentido de la vista, todo mi cuerpo se había puesto en alerta, atento a cualquier movimiento externo que fuera sospechoso, por eso, cuando Lucas rozó levemente sus labios en mi oreja para decirme algo, un escalofrío me recorrió de pies a cabeza y mi corazón empezó a ir a mil por hora.

-¿Lista?

Asentí lentamente. ¿Lista para qué? Lentamente me quitó la venda de los ojos y yo tardé un poco en volver a acostumbrarme a la luz, que me cegaba completamente. Parpadeé unas veces antes de poder distinguir algo de lo que tenía delante. Y lo que vi me dejó sin palabras. Me llevé las manos a la boca y ahogué un grito de sorpresa, y casi pude percibir la sonrisa que Lucas tenía en la cara.

Delante de mí había una moto. Una Yamaha de las antiguas, de color azul oscuro. Tenía colgando un cartelito: Esto es para ti, amor. Miré a Lucas con los ojos como platos. No podía ser verdad, estaba flipando.

-¿Cómo? ¿Para mí? O sea... ¿mía? ¿Puedo conducirla? ¿En serio? ¿Mi...?

Lucas soltó una carcajada y me interrumpió con la mano, luego asintió sonriendo. Me lancé a sus brazos, totalmente emocionada e intentando aguantar las lágrimas.

-Gracias, gracias, gracias, graaaaciaaasss. -grité.

Le di un beso en los labios, corto, pero aún así un beso. ¡Una moto! ¿Quién se lo iba a creer?

-¿Cuánto? -pregunté después de unos segundos, mientras miraba mi nuevo vehículo de trasporte.

-¿Qué? -respondió confundido.

-¿Cuánto te ha costado?

Le miré expectante, esperando una respuesta que me hiciera caerme de espaldas por verme obligada a devolverle tanto dinero. Él solo sonrió y miró hacia el horizonte.

-Nada.

Arqueé una ceja y le miré entre enfadada y confusa. Tiene que estar de coña.

-¿Me estas vacilando?

-No… es la verdad. Mi amigo José trabaja en un taller y el otro día me enseñó una moto vieja que nadie quería y que su dueño la quería regalar… y me la dio a mí.

Lucas sonrió triunfante y yo suspiré. “Mejor hago como que le creo…” Me giré y anduve hasta la moto. “Que maravilla, joder.”. Me monté de un salto e intenté arrancar. Nada. Volví a intentarlo hasta que me di cuenta de que necesitaba algo importante para arrancarla. Me sentí totalmente estúpida. Busqué las llaves con la mirada. No estaban. Miré a Lucas, que observaba mi pequeño espectáculo con diversión.

-Antes de darte las llaves, una última cosa.

Le miré sorprendida y me bajé de la moto rápidamente.

-¿¿Todavía hay más??

Lucas asintió y se acercó a una pequeña cajita de plástico. Me la dio sonriendo, orgulloso, y a mi me entró una gran curiosidad. Miré la caja, extrañada, y la agité pegando mi oreja, intentando adivinar qué contenía.

-¡Abrela ya Alon! -me dijo Lucas, riendo. Como me encantaba su risa.

Empecé a quitarle el papel que la envolvía y la abrí. Saqué una camiseta. Era blanca y en medio se supone que tendría que poner: I love NY pero lo habían tachado, con permanente. Me reí. Ahora ponía: I love YOU. Miré a Lucas sonriendo.

-¿Permanente? -pregunté divertida, arqueando una ceja, a lo que él se encogió de hombros con una media sonrisa en la cara. -Que cutre, eh.

-Pues si no te gusta, se la doy a otra… -hizo como si estuviera ofendido y yo le pegué un puñetazo en el hombro.

-Ni se te ocurra darle mis regalos a otra.

-Pues póntela. -me dijo a la vez que se frotaba el brazo dolorido.

No sé qué me pasa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora