Capítulo 9.

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Narra Alondra.

Lucas me cogió la mano y salimos del parque, nos montamos en la moto y nos fuimos. Cerré los ojos, acariciando sus definidos abdominales por encima de la camiseta, que se le pegaba a la piel. “Joder, me ha dejado cachonda perdida” En diez minutos estábamos en su casa. Él me ayudó a baja, pero cuando se dispuso a abrir la puerta, le detuve antes de entrar.

-Espera…

Él me miró interrogante, sin soltar mi mano en ningún momento. Sus ojos me fundieron al instante.

-¿Qué pasa? -preguntó.

Hice una mueca y señalé la puerta con un gesto de cabeza.

-El perro…

Lucas soltó una carcajada y yo le pegué un puñetazo, indignada. Le miré haciendo pucheros y con el ceño fruncido.

-¡Calla! ¡¡Déjame en paz!! Me da miedo y ya está.

Sin preguntarme, él me cogió, como por la mañana, y me llevó hasta su casa. Yo gritaba cada vez que el perro saltaba, intentando morder uno de mis pies, y él no paraba de reírse. Me dejó en el suelo cuando cerró la puerta principal. Yo miré a mi alrededor, buscando a mi prima o a alguien de su familia.

-¿Y los padres de…? Es decir, tus tíos.

Lucas dejó las llaves en una mesita que había en la entrada, y me dedicó una sonrisa que hizo que me mojara entera.

-No están, se han ido hace poco a no sé dónde.

Me encogí de hombros y entré en el salón. Un salón en el que había estado millones de veces, viendo películas con Silvia, tiradas entre los cojines hasta las tres de la mañana. Y ahora solo podía pensar en las ganas que tenía de tirarme a su primo en uno de ellos. Dejé caer mi cuerpo sobre el sofá pero entonces me acordé de que tenía la ropa mojada y me levanté de un salto. Lucas se rió y yo me sonrojé un poco.

-Anda Alondra, sube a mi cuarto, en el primer cajón hay camisetas, en el segundo a la derecha están los calzoncillos. Cámbiate, que vas a empapar todo.

Sonreí ante la idea de tener su ropa puesta, y aún así, dudé un segundo antes de subir. En su cuarto, me acerqué donde estaban los cajones y los abrí. Yo misma había guardado mi ropa en ellos durante estos años. Cogí una camiseta roja y unos calzoncillos. Sonreí cuando pensé que esto estaba pasando de verdad. Me quité la camiseta y el pantalón. Mierda. El sujetador también estaba mojado. “¿Quién coño me manda a mí a bañarme en una fuente?” Finalmente me lo quité y lo dejé en la cama. Salí de la habitación totalmente desnuda y me dirigí al cuarto de mi prima. Cogí una de sus braguitas y me las puse. “Así está mucho mejor.”

Dudé en buscar también uno de sus sujetadores, pero yo tenía mas pecho que ella, a si que deseché la idea. Me puse directamente la camiseta y me miré en el espejo de la pared. No estaba segura de bajar así… Pero no tenía otra opción. Bajé las escaleras despacio. Joder, la camiseta se me levantaba al andar.

Asomé la cabeza por la puerta del salón. Lucas estaba mirando algo en un cajón, llevando solo unos calzoncillos puestos. Tragué saliva y le miré con deseo. “Dios… Tendría un orgasmo con solo mirarle un par de minutos.” Corriendo, crucé la habitación y me senté en el sofá. Miré a mí alrededor para comprobar que no se me veía nada y asentí conforme. Lucas se sorprendió al verme.

-¡Qué rápida!

Yo le sonreí, tímida. No podía evitar sentirme así estando con él. Se sentó a mi lado y me tendió una carátula.

-He puesto una peli. ¿Te gusta En busca de la felicidad?

Le miré entusiasmada. ¡Era mi película favorita!

No sé qué me pasa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora