Capítulo 14.

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¡Hola! Ya sé que he dicho que tendía el capítulo el sábado, pero lo acabo de terminar de escribir, a si que... ¡Aquí lo tenéis! Espero que os guste, este finde solo habrá uno, porque este ya está publicado. ¡Un saludo y a leer! Si queréis comentar algo, o queréis que ocurra algo nuevo o no tenéis algo claro, podeis comentar o dejarme un mensaje, que responderé encantada y tendré todo en cuenta. Gracias.

Narra Lucas.

Le di un suave beso en los labios. Ella me miró y me rodeó con sus brazos. Apoyó su cabeza en mi pecho y yo la estreché contra mí. Cogí uno de sus rizos y empecé a darle vueltas. Me encantaba el suave aroma que desprendía su pelo con cualquier movimiento que hacía.

-¡Ay! -gritó Alondra separándose de mí, tócandose uno de los lados de su cabeza con una mueca de dolor.

-¿Qué pasa? -pregunté extrañado.

-Me has tirado del pelo…

La miré sin poder creérmelo. ¡¡Si no había hecho nada!! Me empecé a reír mientras ella protestaba. Al final, nos abrazamos. Mi móvil empezó a sonar y me separé de Alondra para contestar a la llamada.

-¡¡¿Dónde estáis?!! -susurró una voz masculina al otro lado de la línea. Parecía alterado.

Yo tardé un poco en contestar, ¿quién era? El número no pertenecía a mi agenda de contactos.

-¡Julio, joder! -solté de repente -Ya volvemos, ¿cómo vas?

-Pueeees… he oído ruidos abajo,  creo que nuestros padres acaban de llegar… ¡Veeeeeniiiiiiid yaaaaaaa! No voy a poder contenerlos mucho antes de que empiecen a hacer preguntas.

Me colgó antes de que pudiera decir nada. Alondra me dirigió una mirada de preocupación y yo hice un leve gesto de cabeza para indicarle que me siguiera. Levamos la moto que le había regalado a una pequeña caseta que pertenecía a mi abuelo y me monté en la mía. Esperé a que ella se pusiera el casco y se montase detrás de mí. Cuando sentí sus manos en mi cintura, arranqué, impaciente.

Tardamos más de lo previsto en llegar a su casa, ya que el tráfico a esas horas era impresionante, pero cuando aparqué, nos bajamos los dos, apresurándonos. Alondra me miró no muy convencida.

-¿Cómo vamos a entrar sin que mis padres nos vean? Es decir, si ya están dentro como ha dicho Julio, es imposible que no se den cuenta…

-Habrá alguna forma. -dije no sin que un tono de preocupación cubriera mi voz.

Cogí su mano y la arrastré hasta la parte trasera. Nos pegamos a la puerta de cristal que ocupaba gran parte de la puerta, y observé a mi chica mientras se asomaba con cuidado, metiendo un poco la cabeza entre las rejas.

-No hay nadie. -me dijo después de unos segundos, volviendo la cara hacia mi.

-¿Estás segura?

-Si.

-¿De verdad? En serio que como la caguemos…

-¡Que no se ve nadie desde aquí! -susurró haciendo espavientos con las manos, a lo que yo me reí sin poderlo evitar.

Cogí mi móvil y le mandé un mensaje a Julio. Lo que quedaba ahora no era cosa nuestra. En menos de un minuto, una cabeza masculina asomó por la puerta, seguida de una sonrisa orgullosa. Julio nos hizo una seña para que entráramos. Alondra me miró, agradeciéndome con la mirada todo lo que habíamos hecho hoy. Yo la empujé negando sin parar, y salió corriendo hacia la cocina, desapareciendo de mi vista. Bien, ahora tenía que hacer tiempo. Di la vuelta a la casa y llamé al timbre de la puerta principal. Me abrió la madre de Alondra.

No sé qué me pasa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora