Capítulo 2: Error.

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Leonardo. 

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Siempre he amado la noche.

Aún recuerdo los días de niño, cuando mis padres y yo trotábamos por la campiña, ocultos bajo la sombra de la noche. Recorríamos los largos senderos entre las viñas, olfateando el aroma de las uvas dulces, del roción de la madrugada sobre las hojas de la planta vid. Me divertía como nunca el corretear durante horas, el sentir las tierra en mis patas pequeñas, correr tras ellos hasta que mi pecho comenzaba a arder y mis pulmones a agitarse. Ahora, cuando no los tengo, es que puedo decir lo perfecto que fueron esos días. Mi madre siempre con una sonrisa en su rostro, leyendo bajo la sombra del olivo donde ella y papá se conocieron. Mi padre, siempre con un semblante serio y duro, me alzaba en brazos, sentándome en su hombro y diciéndome lo mucho que me amaba.

Me suelto un poco el nudo de la corbata azul.

No debería pensar en ellos, al menos no ahora. Han pasado casi veinte años desde su partida y aún, tras convertirme en el lobo que soy, me duele recordarlos. Respiro profundamente el viento cargado por los aromas de las uvas. Solo un par de semanas y estarán perfectas para la cosecha. Fue mi padre quien me enseñó a diferenciar esas ligeras variaciones en el aroma de la uva. Pero sobre todo a cuidar y respetar las plantas, a entender que si la uva crece bajo manos privilegiadas, puede dar uno de los mejores vinos. No por nada, bajo sus indicaciones, mi familia –mi manada– ha producido uno de los mejores vinos en toda Italia. Somos reconocidos mundialmente por ello.

Sacudo mi cabeza.

No puedo seguir añorando el pasado. Al menos no ahora.

Tengo tantas cosas que zumban dentro de mi cabeza. Se acerca la caza anual y con ella el momento en el que nuestros cachorros cazan por primera vez. Toda la manada está ansiosa por la celebración de este año, puedo notarlo. No es para menos, es el día en el que permitimos que nuestros lobos tomen el control completo de nuestros cuerpos. Y en conjunto, como el clan que somos, corremos por las praderas, inhalando el aire puro y cazando en equipo. También es el momento en el que muchos machos encuentran a sus parejas. Esa mitad de tu alma que vive en otro cuerpo. Cierro mis manos en un puño al pensar en eso.

Alzo mi rostro, mirando la luna que brilla en lo alto de cielo.

La brisa de primavera sacude mis cabellos negros. La noche es perfecta, tan tranquila y serena. Es como si la naturaleza misma quisiera que descansaras y te dejaras atrapar por las sensaciones a tu alrededor. Una media sonrisa se dibuja en mi rostro al ver el reflejo de la luna sobre la fuente bajo mi ventana. Nunca he entendido el efecto que tiene sobre los lobos. Desde que naces, aprendes a apreciar la belleza del astro, a absorber la energía que emana noche tras noche. Es como si, con tan solo verla, su presencia fuera suficiente para tranquilizar los corazones más violentos. Paso mis manos por mis mejillas, creo que me hace falta rasurarme. Estiro los músculos de mi espalda. Estoy agotado, necesito una liberación.

Prohibido amarme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora