Luego del casamiento, Mercedes y César se radicaron en Estados Unidos; el proyecto era realizar un Master en la Universidad de Harvard. En Boston nació Rodrigo, el primer hijo de la reciente pareja, también parte del proyecto. Criar un bebé en el país del norte, a la mamá le resultaba una idea sofisticada. Mercedes, gracias a su capacidad innata para vincularse socialmente, conservaba la buena aptitud para oficiar como anfitriona y las cualidades para las relaciones públicas, transmitidos por vía materna. Mercedes y César conocieron al futuro Ministro de Economía de un país asiático; al próximo Gerente de Ventas de la empresa más importante de sistemas informáticos del país, y a otras personalidades. También se sentían a gusto recibiendo amigos que iban de paseo, o por estudios, a los Estados Unidos. Alquilaron una casa de estilo inglés, en el aristocrático barrio de Newton, en las afueras de Boston.César terminó un Master en Derecho Marítimo, le resultó de gran utilidad para armar su estudio, al regresar a la Argentina. Mercedes Anzoátegui hizo postgrado en Macroeconomía. En la Argentina fue designada, en 1993, Directora de un banco estatal. Se la pudo ver en las fotos de todas las revistas y en los diarios de actualidad, junto al Presidente y otros funcionarios del ámbito económico.
Los Porto aprovechaban las fechas patrias o los aniversarios, para festejar y reunirse con amigos. El 9 de Julio organizaron un almuerzo para conmemorar la independencia patria. A Mercedes, llevar a cabo esas reuniones, le resultaba sencillo; lo disfrutaba, para ella la clave del éxito de esos encuentros sociales, era la minuciosa selección de los invitados. Aprovechó la llegada de los amigos de César; y los reunió con profesionales residentes.
Uno de los invitados, el Doctor Buckenheimer, argentino, había realizado una carrera brillante, en Fertilización in Vitro. Su esposa Rachel, era muy lúcida a la hora gastar y consumir. Otro invitado, el Licenciado en Psicología, Armando Wertheim, especialista en problemas de pareja. Vendría con su novia Jennifer, con escasos conocimientos de español, cursaba un Master en Perfiles Laborales. Cerraban el grupo, los amigos de César, Julia y Cristian, habían llegado a Boston el día anterior, desde Buenos Aires, para atenderse con el Doctor Buckenheimer. Hacía años que buscaban un embarazo; no lo lograban. Mercedes, amable, los invitó a permanecer en su casa, mientras durara el tratamiento.La fecha patria resultó ser un día caluroso, optaron por realizar el almuerzo en el jardín, bajo una pérgola de madera. Mercedes se dedicaba a cuidar las plantas, era muy meticulosa. Meses atrás los padres de ella, los habían ido a visitar y les llevaron de regalo gran variedad plantas: una pequeña araucaria, un jazmín, una planta de ceibo. Cuando regresaron a Buenos Aires, todas habían logrado un importante desarrollo; dejaron el fondo de la casa de Newton ambientado como Mercedes deseaba. En la cocina se podía apreciar diferentes condimentos, algunos, muy sofisticados. En un rincón de la alacena, varios tarros de dulce de leche, formaban un vistoso decorado; Mercedes no los consumía pero le gustaba convidar a sus internacionales comensales. Coleccionaba distintas variedades de té y, también, café de diferentes regiones tropicales. Del marco de la ventana, colgaba una riestra de ajo. De Los Ángeles, una sobrina le mandó harina de mandioca y de caxoti, las mezclaba y una vez integrada la masa, formaba dos tapas. Luego de una ligera cocción las rellenaba con diferentes vegetales asiáticos; resultaba una exquisita y exótica tarta. Ella la había bautizado: "la tarta sin fronteras".
Armando compró un cajón de botellas de tinto mendocino. Rachel preparó su especialidad, flan casero. La única receta que conocía, ella prefería hacer pedidos a domicilio; la puerta de su heladera estaba repleta de imanes.
El Doctor Buckenheimer trajo de su alacena un tarro de dulce de leche; pasó a engrosar la colección de Mercedes, y yerba para la mateada de la tarde. Julia y Cristian aportaron, directo desde Buenos Aires, los clásicos alfajores marplatenses. Mercedes los odiaba, a escondidas de César, se los regalaba a la empleada portuguesa que la ayudaba con la limpieza de la casa.
ESTÁS LEYENDO
Confesiones de clase
Historical FictionConfesiones de clase invita a atravesar el tiempo: la Argentina de los años setenta, protagonizada por un grupo de adolescentes pujantes, apasionados, confiados en sus ideales. Y el tiempo con sus transformaciones, naturales metamorfosis surgidas de...