Las cartas

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París, 12 de abril de 1977

Querida Mami de mi corazón:

    Ayer fue el primer concierto de María; se hizo en el teatro de Maidem. Un éxito. Nosotras no tocamos; los otros músicos hicieron el show, pero seguimos las canciones con la cabeza y, la verdad, hubiéramos hecho un papel excelente. Estamos muy contentas. Nos trataron a las mil maravillas, comimos todos juntos en el camarín de María, es una tipa maravillosa. Nos trata como si desde hace mucho tiempo fuéramos del equipo estable, es una mujer simple, aunque en el escenario deja todo, una verdadera estrella. Nos prometió que nos conectaría con otros músicos para que podamos progresar. El teatro estaba lleno, no cabía un alfiler. Al terminar el concierto la aplaudieron de pie. Fue muy emocionante.
    Mañana se hace un concierto en la embajada del Brasil, es para el cuerpo diplomático. Por supuesto, estamos invitadas. Calculá, me dijo el representante que, por ahí, nos toca hacer unos temas a nosotras; no te das idea de lo nerviosa que estoy. Eso te lo cuento la próxima carta. Los brasileros son muy divertidos y sinceros. Están todo el día haciendo chistes y jodiendo. A la hora de trabajar parece que no se lo toman en serio, pero son muy laburadores. Los músicos son de primera, en el hotel me estuvieron enseñando algunos acordes para hacer arreglos y cambiar totalmente el ritmo, manteniendo el espíritu de la canción. Te los dibujo al final de la carta.
    No tengo ropa muy linda para mañana, pero me las voy a arreglar. Me pongo los pantalones negros que me llevé, los tuyos. Gracias Ma! La que hace los arreglos, se llama Sonia, y me presta una camisa; nos hicimos muy amigas. Lo que no tengo son zapatos, ya me voy a arreglar.
     Con Jimena estamos llevándonos increíblemente bien. No peleamos y extrañamos un montón. Tenemos ganas de ver el Obelisco, caminar por la calle Corrientes para buscar libros. Me olvidé de traer yerba y acá no se consigue por ningún lado. La brasilera es muy finita, no me gusta. Algo es algo, ¿no? Pero lo que más extraño es a vos y los mates que tomábamos a la tarde. Pienso en el tiempo que perdimos discutiendo en vez de charlar y que me contaras sobre tu adolescencia.
     Escribime cómo fue el cumpleaños del tío Aníbal, esas fiestas que hace son tan divertidas. Voy a juntar un montón de plata y vas a venir a visitarme. Esta ciudad es hermosa y se respira libertad, aire que me faltaba por allá. Con Jimena estamos pensando en quedarnos un tiempo en Europa, antes de volver a San Pablo. A Buenos Aires no queremos volver, por ahora. Algo de plata nos van a dar, y veremos qué conseguimos. No te preocupes que estoy bien.
Te mando un beso grande, te quiero, te extraño. Sandra.


Buenos Aires, 22 de abril de 1977

Querido Hijo:
      No te das una idea, cómo te extrañamos. No sabés la falta que le hacés a tu madre. Nos enteramos por Cristian que terminaste el curso de idiomas, que manejas el hebreo bastante bien, siempre te decía que tenías que estudiarlo acá, ¿viste que te iba a servir? También me contó tu amigo que estás saliendo con una chica de Suecia. ¿En qué idioma se hablan? ¿Dónde la conociste? ¿Cómo se llama? ¿La familia vive ahí? ¿A qué se dedican los padres? Tengo que estar preguntándote, ¿vos no me podes contar solo? Siempre me tengo que estar enterando por tus amigos. No sabés la falta que le hacés a tu madre.
      Con lo que no estoy de acuerdo es con la idea de adelantar el servicio militar. ¿No podrías pedir que te lo posterguen? Sé que estás sin documentos y no te los dan si no hacés el servicio militar, si igual no pensás viajar a ningún lado, es muy pronto, pensalo. Tu madre tampoco está de acuerdo.
      La tía Luisa preparó la torta de tu cumpleaños y la trajo a casa. Estuvimos viendo las fotos que mandaste, nos pusimos a llorar. Queríamos ver si podíamos mandarte la torta con los Ponieman, viajan la semana que viene. Ellos se ofrecieron a llevarnos cualquier cosa, veremos si te la alcanzan.
         ¡Pensar que yo siempre quería que me dieras una mano con la ferretería! La cosa en el negocio anda mejor; están entrando artículos importados. Herramientas casi no se venden; compramos unos termos, andan muy bien; se venden bárbaro, también, hieleras para autos, de Taiwán. Con el tío pensamos en ampliar los rubros. Lástima, no estás para darme una mano del otro lado del mostrador, vos siempre fuiste bueno vendiendo. Estamos ahorrando unos pesitos; queremos ir a visitarte. La tía también quiere ir, nos dijo que si nosotros vamos, ella nos acompaña.    Ella ya tiene la plata, pero tenés que decirme qué vas a hacer con el servicio militar. Acordate: yo no estoy de acuerdo y tu madre tampoco. Yo pasé la guerra; no quiero que tengas nada que ver con eso ¿No se podrá arreglar con unos mangos, como acá?
        Mamá está preocupada; dice que en las fotos se te ve muy delgado. ¿Comés bien? Yo no le voy a decir nada a ella, contame. Dicen que allá la carne es cara; no te olvides: si no comés carne te van a faltar proteínas y vas a estar anémico. Hacete un análisis de sangre. ¿Te seguís comiendo las uñas? Al hijo de los Leivovich le salieron hongos de tanto comérselas. Tratá de pensar en otra cosa, ponete las manos en los bolsillos o mojalas en agua y pimienta. Tu madre se pone muy mal cuando se acuerda de tus uñas, dice que ella tiene la culpa porque no te enseñó de chiquito.
      Fui a la Facultad y te hice el trámite para el certificado que me pediste. Es bueno tenerlo listo. Falta traducirlo y legalizarlo. Eso me va a salir caro, pero vale la pena. Mañana me entregan el certificado del secundario. También te lo mandé a hacer; tu madre no encontró el original, con las porquerías que guarda, lo que más necesitamos, no sabe donde lo pone. Ahí me encontré con el tío de Maximiliano Álvarez, me dijo que no saben nada de él. ¡Qué desastre! Se escuchan cosas muy feas, suerte que vos estás allá. De Roxana tampoco se sabe nada.
     Tus cartas son tan cortas, parecen un telegrama, siempre me entero de todo a través de Julia o de César. Ella sigue trabajando en la agencia de viajes, es una buena piba, muy trabajadora. Dice que la gente está viajando más; ahora se va todo el mundo a Miami. Bueno, te dejo, es tarde y tengo sueño. Te mando un beso y escribí más seguido, tu madre te extraña.
Papá.

Buenos Aires, 22 de mayo de 1977

Querida Sandra:
          Me alegro que estés bien. Y que te dieran un lugar para tocar en el subte. ¿Se puede vivir de eso? Desde que se fue el grupo de María, no hubo mucho progreso. Aunque decís que un lugar en el subte es bueno, en fin, yo quiero lo mejor para vos, estoy tan preocupada por tu futuro.
          Quisiera que estés acá conmigo. No te imagino tocando en la estación Ángel Gallardo, en realidad en ninguna. Hoy, hace un año, empezó todo el lío y te tuviste que ir. Justo para tu cumple, y vamos a pasar otro separadas. ¡Feliz cumpleaños, mi negrita hermosa! No te das idea cómo te extraño y la falta que me hacés.
           Me alegro de que se arreglen bien con Jimena, son jóvenes. ¿No sería buena idea empezar con los alumnos? Vos sos excelente como docente, pensalo.
Me comentás que querés hacer una gira por Europa; ¿cómo la van a pagar? ¿Tocando en la calle?
Ayer me llamó tu alumno, Fabián, para desearte felicidades; a él le conté la verdad. El pibe es un amor; me pidió que le avisara cuándo regreses; él quiere retomar las clases con vos. El pibe es de fierro.
Van para allá unos familiares de la señora del cuarto piso, Taty, ¿te acordás? La que nos prestó la plata cuando tuvimos que comprar los pasajes de urgencia; se ofreció para llevarte la carta, la caja de alfajores y el kilito de yerba, así te llega pronto.
      Te extraño un montón, te mando un besote.
Tu mamá.

Ashdot, 14 de septiembre de 1977

Papi y Mami:

          Les mando unas pocas líneas; estoy cansado y con los horarios cambiados. Me hacen levantar a cualquier hora y nos hacen hacer ejercicios físicos fuertes que me dejan de cama. Acá la colimba no es joda, no es como allá. Todo es serio y muy profesional. Como les comenté en la carta anterior, me anoté para hacer el curso de manejo de tanques. Ma, no te preocupes; está todo bien. No saben lo que es ésto, es increíble andar en un aparato de esos. Son enormes y manejarlos es un arte. Aparte del cañón, y de las ametralladoras, tiene aire acondicionado; puede girar 360 grados casi en el mismo lugar, anda por el agua. Les comento: me metí en este curso porque sumo puntos, así tengo más beneficios y privilegios. De todas formas algo tenía que hacer.
           Me preguntás por mi novia y te cuento: no salgo más con Lorna, la chica norteamericana. Ahora estoy de novio con una piba iraní, es muy dulce y nos llevamos muy bien, se llama Dafne, seguro el viernes, cuando salga de franco, conozca a sus padres, viven en Ashquelon. Después les escribo cómo fue el encuentro.
            Estoy todo el día con sueño; tengo los horarios cambiados. Duermo de día y hago ejercicios de noche. Como les prometí, cuando termine con el servicio militar empiezo a estudiar. De hecho, presenté los papeles que me mandó papá. Sé que para ustedes es importante, y para mí también.
          Cuenten que noticias tienen de los chicos, la verdad, los extraño. De Roxana, ¿no se sabe nada? Ayer le mandé una "gluiá" a Cristian.
          Bueno los dejo acá, me voy a dormir. Les mando un beso grande. Los quiere. Su hijo.
           P.D. Papi decile a mamá que me escriba y que no esté preocupada; estoy contento, como bien; ya nos vamos a juntar.

        Los extraño un montón y les mando un beso enorme, Claudio.

Confesiones de claseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora