Palermo (1973)

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-Chicos, por favor: necesito que hagan un poco de orden, siéntense; voy a entregar los trabajos prácticos. Tengo las notas y les quiero contar algunas novedades. Para empezar, estoy sumamente preocupada, bajó el rendimiento de la clase, como nunca antes me había ocurrido; se acerca fin de año y es como si se les terminara la energía. Física es una materia muy importante, hace al desarrollo de la inteligencia y es la base del aprendizaje racional. No pueden venir sin leer para una clase ni posponer el estudio de los contenidos para último momento; todos los días tienen que hacer los ejercicios y aprender la parte teórica. Repasar para todas las clases es fundamental, de esa forma no van a perder la continuidad de la materia, no esperen hasta el examen para empezar a estudiar. Por esta última evaluación, más de la mitad de la división va a reprobar la materia.
La profesora de física, al límite de su paciencia, caminaba por el pasillo central de la clase y cuando pasaba por un escritorio daba dos golpes con el nudillo de dedo índice. Tenía puesto unos anteojos con marco plateado y miraba sobre ellos cuando acentuaba las palabras amenazadoras. Su pelo estaba enmarañado como viruta.

Era un día cálido y soleado de noviembre, la clase estaba revuelta y agitada por el cierre del bimestre. Los alumnos, desinteresados por la materia, se habían agrupado en el aula, por sectores. Algunos conversaban; otros terminaban trabajos de otra materia; el resto se distraía en diferentes actividades. Cristian, de pie, cerca de la ventana conversaba con César, recostado sobre el banco en una postura casi playera. Maximiliano hojeaba la última revista "El Descamisado" y discutía con Claudio sobre lo que había ocurrido en Ezeiza meses atrás. Patricia los despeinaba con una regla de plástico, rota, justo, en el agujerito:
-Che, ¿qué hacemos a la salida? –Jimena ordenaba sus carpetas- ¿Vamos a Palermo? Van de todos los colegios; la vamos a pasar bárbaro. Podemos llevar la guitarra de Sandra y yo puedo llevar la flauta; no seré una concertista pero me las arreglo.
-No se olviden de que hoy se hace la movilización en apoyo a las Escuelas Técnicas -dijo Claudio- es fundamental que todos vayamos; no podemos dejar de apoyarlos. Gente, ¡hay que comprometerse!
-¡No me digas! ¡Es un plomazo! -Julia, molesta, corrió hacia los bancos del fondo- ¿Qué tenemos que ver nosotros con las Escuelas Técnicas? Bastante con lo que pasa en nuestro colegio. Podríamos ir un rato y después nos vamos.

-Cabello, Jimena: cinco. Señorita va a tener que levantar la nota porque si no se va a llevar la materia a diciembre. Antes de entregar el trabajo le conviene revisar las cuentas. Física no es una materia de aproximación, las cuentas dan o no dan. No hay más o menos. Este es el típico trabajo hecho con poco esfuerzo. Tome señorita, revíselo.
-Maximiliano, ¿cómo es el tema de la movilización por las Escuelas Técnicas? Habíamos quedado en ir a Palermo, estábamos entusiasmadas, dale, vayamos; ¡va todo el mundo!. En una movilización, diez más o diez menos ¿quién se va a dar cuenta? –dijo Roxana- Julia tiene razón; acordate, cuando tuvimos el problema con los chicos que habían dejado libres, ¿quién se solidarizó? Nadie.
-Vos no te querés comprometer con el Centro de Estudiantes, ¡estás en la pelotudez total! No sos solidaria, tus intereses pasan por joder todo el día, o la ropita nueva y salir a bailar. Dale Roxana, tomá una decisión en tu vida; no podés seguir boludeando como los de Segundo, ahora estamos nosotros adelante, tenemos que dar el ejemplo. Es fundamental nuestra colaboración incondicional con el Centro de Estudiantes y que todos apoyemos la lucha de nuestros compañeros de las Escuelas Técnicas. Los estudiantes secundarios compartimos la misma lucha; ellos nos apoyaron cuando tomamos el colegio, la semana pasada y ahora no les podemos fallar.
-A Roxana no la vas a convencer con argumentos intelectuales, si querés que venga a la marcha decile que Serrat va a ir a cantar y no te la vas a despegar –dijo César- ¿Qué querés? Son mujeres.
-¡No tiene nada que ver! –Patricia dejó la regla sobre el escritorio- ¿Qué tenés que decir de nosotras? Si te fijás bien, en las marchas somos mayoría; somos las que más nos comprometemos.
-Vainstock, Claudio ¿dónde está?
-¡Uy! Ese soy yo. Paren un poco que me va a decir la nota –Claudio dijo en voz baja- ¡Acá profesora!
-Ocho, muy bien, pase a retirar el trabajo, por favor. Le bajé un punto porque está sumamente desprolijo, mientras hace los trabajos para Física, no tome café con leche –parte de la clase estalló en una risotada-, en la Facultad no le van a recibir un trabajo de esta naturaleza, en estas condiciones ¡Podrían hacer silencio! Estamos en clase, ¡todavía no tocó el timbre!
-Forzatti, Cristian: diez, ¡muy buen trabajo, lo felicito! ¿Qué carrera piensa seguir, Forzatti?
-Ingeniería, profesora, desde chico quiero seguir una carrera exacta, me encanta Física, Matemáticas.
-Lo felicito. Su trabajo es el mejor de la clase, no sólo por el resultado, ¡qué prolijidad! ¡Aprenda, Vainstock, de su compañero!. Primero toma la merienda y luego hace el trabajo. Quiero creer que lo hizo solo, ¿no, Forzatti?
-¡Por supuesto, profesora!
-Cris, sos un chupamedias –susurró Julia-, ¡si te ayudó tu tío! Es profesor de Química del Normal 7.
-¡Nada que ver! Sos una envidiosa, lo hice yo, solito. Me decís eso porque te sacaste un nueve; no es mala nota pero no es un diez como me saqué yo–dijo Cristian entre risas- después, afuera, te explico cómo se hace un trabajo de estas características.
-Este se agrandó –dijo Julia- Si yo te enseñé a hacer los gráficos.
-Canziani, Patricia: Dos. Señorita, usted no tuvo ni la más mínima noción de cómo había que hacer el trabajo. Esto no es una monografía de Filosofía, ¡esto es Física! –dijo, ofuscada, la profesora acomodándose los lentes- ¡Primero: las cuentas hay que revisarlas!, Segundo: no marcó la reflexión de los rayos en el espejo. Y tercero, para usted, es lo mismo un espejo cóncavo que uno convexo. ¡A estudiar, señorita!
La profesora no pudo terminar de repartir las notas, tampoco logró explicar la Teoría de los Prismas. Un joven entró al aula, dijo ser Delegado del Centro de Estudiantes; en nombre de los otros delegados y de la decisión tomada en una asamblea de emergencia, el muchacho convocó a los alumnos a participar de la Marcha hacia el Congreso, en apoyo a las Escuelas Técnicas. Se iniciaría en pocos minutos.
La profesora sólo atinó a gritar:
-¡Nadie puede salir hasta que no termine de entregar todas las notas! ¡Esto es una falta de respeto!

Confesiones de claseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora