Atrapada

84 9 1
                                    

Solo podía ver el techo en mal estado de la habitación, sabiendo que me había dado por muerta, sentía un nudo en mi cabeza, ¿Porque aun siento como si tuviera vida? Me sentía impotente, escuchaba como trataban de tirar la puerta que Venus había cerrado para mantenernos seguros, escuché como la derribaron y las miles de pisadas de todos los cazadores que venían tras ellos, yo ya no corría riesgos, estaba muerta, o eso creo, o eso aseguraban, estaba tan confundida, ¿Esto era estar muerta? Tanto tiempo deseando morir y lo único que siento es que aún tengo vida y una tremenda impotencia por no poder demostrarlo. Algunos hombres de mal aspecto contemplaron lo que yo creo era mi cadáver.

- ¿Porque dejarla atrás? - susurro uno mientras analizaba mi rostro.

- Debe estar muerta - dijo otro que le restó importancia.

- No - dijo mirando fijamente mis ojos - Esta, no está muerta...

- ¿Y tú qué sabes? - le responde.

- Aún quedan rastros de vida en ella - Dijo tocando ligeramente mi cuello, siento miedo, un sentimiento ya tan bien conocido para mí. - Es débil, pero sigue con vida. - En ese momento siento como si algo estallara en mi interior, ira, no porque Anastasia no pudiera notar mis débiles dignos de vida, sino porque ellos los habían notado y probablemente si moriría. Fue cuando una fuerte onda negra salió de mí, lastimando al hombre que estaba cerca de mí, su mano comenzó a sangrar. - ¿P-pero qué demonios!? - dijo mirando su mano, en su frente comenzaron a salir algunas gotas de sudor, estaba a dolorido, el otro rápidamente lo ayudo.

- Debo sacarte de aquí - los podía escuchar, pero no ver.

- Lo sé, lo sé - le respondió - Pero debemos llevárnosla con nosotros, ¿has visto lo que ha hecho?

- Si - dijo furioso - Casi te mata, Zuriñe, ¡maldita sea - escuche un fuerte golpe - Amigo mío, si crees que me atreveré a llevarme a esa a abominación hasta Vanta, déjame decirte que has perdido la cordura.

- Amigo mío - dijo riendo - Nunca he poseído ni una sola gota de cordura.

- No dejare que nos mates - le contesto.

- Llama a Tamara, ella nos ayudara.

- Ahora planeas matar a mi prima - el otro rió.

- Para ser honestos, ella misma se hace llamar suicida - rió y luego dejo salir un gruñido - Además, sabes bien que es la única que puede sanar esto.

- Bien - respondió después de un largo silencio. - Pero no te atrevas a acercarte a esa cosa - supongo que se refería a mí.

Escuche sus pasos alejarse, solo podía ver al techo mientras esperaba a que me llevaran a mi condena, no había otra palabra que describiera en ese momento más que impotente. Sabía que estaba respirando, pero no sentía mi pecho subir ni bajar como debería, podía mirar pero no mover los ojos, está viva, pero no del todo, es tan raro y complicado. Minutos después escuche dos pares de pisadas que corrían hacia donde estaba aquel hombre que respiraba con dificultad.

- ¡Maldita sea! - exclamo la voz de la joven a la que Zuriñe había pedido, Tamara. - Zuriñe, me quitas el título de suicida, ¿Cómo te has hecho eso?

- Esa cosa que esta sobre la mesa se lo hizo, sigue viva pero no lo parece - dijo el otro hombre.

- ¡Vamos Yaiza! - dijo molesto - No le llames así, es poderosa y apuesto que a de ser incluso mucho más valiosa de lo que parece a simple vista.

- ¡Ay! , Zuriñe. - exclamo Tamara - Tu siempre tan optimista.

- Es mejor que ser un regañón como Yaiza - Tamara rió. - ¡Venga ya, Yaiza, solo estaba jugando.

SobrevivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora