Ahora se de lo soy Capaz

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- ¿Pero cómo es posible? - dijo Anna al contemplar el bello alba, sus ojos brillaban al igual que los míos - ¿Cómo es posible tanta belleza solo en una suave y dulce luz?

- La verdad es que este mundo, puede ser tan misterioso como cada uno de nosotros - le respondió Venus - Oculta tanta belleza, solo para los que desean apreciar.

Anna no dijo nada, ella como todos, estaba molesta con Venus, pero yo no... No estaba molesta con ella, no estaba molesta con nadie, no quería estarlo. Seguimos nuestro camino, poco a poco, el alba fue desapareciendo y las nubes cubrieron de nuevo el cielo, de nuevo ese cielo gris con el que había vivido toda mi vida. Las calles eran oscuras y sucias, la gente dormía en el suelo y un olor repugnante emanaba de ella, los edificios eran altos y cubrían toda la suciedad, para aquellos que desearan ver la ciudad desde afuera, era para ocultar el terrible desastre que se ocultaba detrás de aquellos grandes edificios. Miraba a las personas que dormían profundamente sobre el pavimento, el viento apestaba a hollín. Apenas nos acercábamos a las orillas de la ciudad, pero yo ya me sentía libre, iba a ser libre.

- Debemos acércanos a las orillas de las isla. - dijo Venus mientras veía hacia los lados.

Estábamos en un pequeño callejón esperando a que ella nos guiara.

- Pero para eso necesitaríamos pasar por Red Salvia - respondió asustada la señora Duges - Es uno de los lugares más peligrosos que hay en la isla, ¿cómo pretendes pasar por ahí con vida?

Venus la miro y sonrió. Volvió a mirar hacia los lados y antes de avanzar dijo:

- Somos seres sobre naturales, ¿porque deberíamos de temer de un simple bosque?

La señora Duges la miro estupefacta, seguimos a Venus por varios senderos más hasta que llegamos al inicio del bosque. Los arboles eran tan grandes y gruesos como los edificios, las verdes hojas parecían formar una especie de techo que cubría la vegetación, era impresionante. Comenzamos a adentrarnos en el profundo bosque. Miraba hacia el cielo, pensaba que quizá este sería el bosque de mi sueño, pero no lo era, no podía ver el cielo por todas las ramas repletas de espesas hojas. El sonido de las hojas siendo pisadas por nuestros pies era lo único que impedía que el silencio me aturdiera, nuestras respiraciones también ayudaban a llenar el vació.

Llevábamos horas caminando, no había calor, solo frió... Estaba comenzando a cansarme, pero quería seguir a toda costa. Miraba los gigantescos arboles llegar hasta los cielos, respiraba el aire y podía sentir lo acendrado que era.

- Descansen - dijo Venus.

Escuche muchos suspiros de alivio, algunos se sentaron en las raíces de los árboles que sobre salían del suelo. Me acerque a una de las raíces y me senté a su lado, la maleza la cubría y la humedad se hacía presente al tacto. Sentí que alguien se sentó a mi lado pero no lo mire, simplemente, seguía contemplando la raíz, era algo bello en su totalidad para aquellos que quieran apreciar.

- No se alejen demasiado - dijo Venus, era ella la que estaba a mi lado.

No dijo nada más, solamente estaba sentada a mi lado, ambas mirábamos puntos diferentes y pensábamos en miles de cosas en silencio pero no había incomodidad.

- ¿Crees que me odien? - dijo aun sin mirarme.

- Quizá... - dije bajando la mirada - Pero algún día dejaran de hacerlo, después de todo, tu nos estas ayudando...

- ¿Que tanto me odias tú? - dijo aun sin mirarme.

- No te odio - dije levantando la mirada - No puedo odiar a alguien que no conozco, eso sería hipócrita, además no tendría derecho de odiarla. Eso me convertiría en alguien que no quiero ni pretendo ser, jamás.

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