Bomba de tiempo

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El tiempo pasaba, pero yo no estaba consciente de cuanto había transcurrido, no sabía cuanto llevaba aquí encerrada, solo sabía que probablemente jamás volvería a ver a mi familia. Mi mirada aún se perdía en esas estúpidas paredes blancas mientras estaba sentada en la orilla de la cama. Solté un largo suspiro y me desconecté de mis pensamientos en cuanto oí la puerta abrirse, otra experimentación más...

- ¿Lista? - dijo el doctor Umesh, me enteré de su nombre cuando lo llamararon porque se le había ido el rato mientras experimentaba conmigo.

- ¿Tengo otra oposición? - dije molesta viendole a los ojos.

- No.

- Entonces no se porque te molestas en preguntar.

- Es simplemente cortesía, Tracy.

Bufé y levante mis brazos para que los esposaran, él se acercó y esposó mis muñecas, puso su mano en mi espalda y me saco de mi jaula. Me llevo de nuevo por esos esplendorosos pasillos de color blanco, pero esta ves no tomamos el mismo recorrido de siempre, el me lleva a una sala más grande, las paredes son de vidrio y puedo observar como un grupo de personas nos observan desde un segundo nivel, los miro fijamente, todos ellos visten elegantes excepto uno, él cual viste como mi madre lo describiría: todo un capitán, su postura era tosca y muy formal, tenia bigote y una barba algo espesa, y al igual que su cabello, ya estaban casi de color blanco por las canas, sus ojos, aunque eran de color celeste, como los de mi madre, no transmitían absolutamente nada, y eso me daba miedo.

- Camina - dijo tenso el Doctor Umesh.

Seguí mi camino hasta el centro de la habitación y justo antes de llegar, una silla salio del suelo. Al llegar a ella, el Doctor, me obligo a sentarme, me quito las esposas para luego esposar mis muñecas a los respaldos de la silla. Una mujer, rubia, esbelta y alta entro a la habitación, su largo cabello era sostenido en una cola y se movía hacia los lados al compás de sus caderas mientras caminaba, la bata que utilizaba era parecida a la del doctor Umesh, y sostenía un maletín en su mano izquierda. Al llegar hacia nosotros una mesa emergió del suelo, al igual que la silla. Ella colocó el maletín sobre la mesa y miro directamente a los ojos al Doctor Umesh.

- Recuerda que si se sale de control, deberemos sedarle y sacarla rapido de aquí, no quiero problemas con El General.

Al oír la última oración, mi cuerpo se estremeció, volteé a ver al hombre y mi piel se erizo, tenía que salir a como diera lugar. Comencé a forcejear, pero las manos de la joven me detuvieron, ella me miro directamente a los ojos, sus ojos eran de color verde claro y a comparación con los del Doctor Umesh, estos parecian menos humanos, entonces descubrí que ella me estaba mostrando quien era, ella era como yo.

- Escuchame - dijo y yo asentí - Esto será una prueba para demostrarles lo peligrosa que eres y que no podemos retenerte aquí - dijo susurrando - Si conseguimos eso, lograremos sacarte de aquí, así que esto dolerá, perdoname por lo que te haré, pero debo hacerlo.

Mis labios se volvieron una línea y trague saliva mientras asentía, ella me soltó y procedió a abrir el maletín, el Doctor Umesh se giró hacia ellos.

- El sujeto - dice refiriéndose a mí - Es uno de los más peligrosos que hemos recibido. La alta concentración de radiación que contiene es muchísimo más grande de la que hayamos podido ver en cualquier otro sujeto, y por esta misma razón no la podemos contener, ni nosotros, ni ella, ya que al parecer, el sujeto no tiene control sobre si mismo. Es una bomba de tiempo...

- ¿Quiere decirnos que esa niña podría destruirnos? - dijo uno de los elegantes hombres con ironía.

- En efecto - Le contesto la mujer que estaba a mi lado.

- ¿Pero como? - dijo otro hombre.

- Por eso están aquí ¿no? - respondió la mujer. - Para demostrarles de lo que es capás.

- Y exactamente ¿como planean hacerlo, Doctora Poliakov? - Pregunta el General.

- Con un suero de dolor - dijo y mordí mi labio, Dios, esto va a dolor demasiado. - Hemos notado que el sujeto libera sus dones con el dolor y que cuando los libera le es muy complicado contenerse, así que cuando los liberé, le tendremos que sedar para detenerla.

Él asintió y ella prosiguió a abrir el maletín, sacó un pequeño tubo y apretó un botón en un extremo para que del otro lado saliera la aguja, mi respiración se entrecorta y un nudo se forma en mi estómago, se acercó a mí y suavemente palpó mi brazo, me miró y yo solo aparte la mirada dándole permiso de dañarme, también porque no deseaba ver. La aguja entro en mi piel y poco a poco dejo entrar el líquido, sentía como la sustancia iba a través de mis venas causándose así un ardor tremendo, me estaba quemando, sacó la aguja de golpe y escuché sus pasos alejarse, rápidos y ligeros, estaban corriendo. Las lágrimas se fugaron de mis ojos y llegó lo peor de todo, el dolor llegó a mi corazón, un fuerte estujon me hizo soltar un grito agonizante,  no sé que es más cruel...  El hecho de que me torturen solo para demostrar que soy peligrosa o qué todas esas personas me observen sin inmutarse. Siento como poco a poco mis dones,  los cuales había tratado de reprimir,  se liberan, causando una onda expansiva de color morado que hace que todo estallé en miles de pedazos,  horrorizada, miró como es que yo puedo hacer daño,  y el recuerdo de todos los cadáveres de aquellas bestias caen. El cristal que separaba a las personas de mí, estalla en miles de pedazos y solo los veo desaparecer del lugar horrorizados. Harta, hago un esfuerzo por detenerme, fuerzo a mis dones a regresar a mí. No puedo hacerlo,  y siento como salen de mí,  desmedidamente.  Cierro los ojos y escuchó la voz de Venus... Las lágrimas salen de mis ojos y ella susurra :Concentrate, tu puedes y lo sabés. 

Empuñó mis manos y comienzo a pelear por el control de mis dones,  tiró de ellos y los fuerzo a regresar a mí...  Y lo logro,  pero estos regresan de golpe y mi cuerpo colapsa,  lo logré,  pero voy perdiendo la conciencia poco a poco.  Escucho pisadas y veo al Doctor Umesh tocar mi rostro... Y después desmayarme.







Hola

que he estado tardando mucho y que este capítulo no es tan largóme disculpó por ello.

Gracias por leer.

K. S.

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