¡Deja de ser tan débil!

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Me comenzó a doler la cabeza, me sentía mareada. El camino había durado horas y no sabía por cuanto más caminaríamos.

Miraba al frente pero mi vista no se enfocaba en nada, todo se tornaba borroso. Traté de buscar a mi mamá pero no la hallé, no veía a nadie a mí alrededor, solamente yo.

— ¿Mamá? — miraba hacia todas partes pero no hallaba nada más que gigantescos árboles. —¿Papá?

Sigo buscándolos, a ellos y a los demás, pero no logro ver a nadie, el silencio comienza a inundarme y poco a poco las lágrimas comienzan a salir de mis ojos, tengo miedo, pero no sé cómo superarlo, me siento estancada en mi propio temor.

-Tracy - su voz es casi como un susurro, pero no lo reconozco - ¡Tracy! - lo escucho cada vez más cerca - ¡Tracy!

Era mi madre, la cercanía me permitió reconocerla, corrí hacia su voz... pero al llegar solo vi los miles de cadáveres de las bestias a las que había asesinado, sentí un estrujón en mi corazón. Me quede parada mirando horrorizando la escena sin entender porque se volvía a repetir, ¿porque regrese a este lugar? ¿Porque la voz de mi madre me guió a este lugar? ¿Porque siento que hay algo pudriéndose dentro de mí?

-¡Tracy! - la voz de mi madre volvió a resonar, provenía de entre los cadáveres - ¡Tracy, ayúdame!

Me asuste, pero corrí sobre los cadáveres hasta su voz, hasta ella, hasta mi mama. Me tropecé y caí contra un cadáver que no era una bestia, era Dylan. Me levante y lo mire con un nudo formándose en mi garganta y estómago. Sus brillantes ojos hazel estaban abiertos de par en par, su expresión aun me dejaba captar todo el terror que debió sentir. No puedo moverme. El miedo me tiene paralizada, mi corazón late cada vez más rápido y mis respiraciones son más cortas y rápidas. Me arrodillo lentamente mientras miro detenidamente el cadáver, sin siquiera sentirlo las lágrimas resbalan por mi rostro, no puedo cerrar mis ojos, quiero hacerlo, quiero dejar de verlo, pero no puedo. Lo miro fijamente a esos ojos hazel hermosos que él tiene sin poder creer que ya no tengan vida, algo en mí se rompe en miles de pedazos.

- Dylan... - no quiero creerlo - Dylan, por favor...

Baje la mirada, aun sin poder creer nada, no, no quiero creerlo. Una mano se posa en mi hombro y mi llanto cesa, levanto la mirada y veo a Adalina, ella llora como yo, una gigantesca mancha de sangre está en su vientre, ella cae al suelo, justo al lado de su hermano, lo mira y toma su mano.

- Adalina - la miro sin poder creer, ni entender nada - ¿Que sucedió?

- Tú lo sabes - dijo mirándome a los ojos, pero su mirada estaba vacía - Tu lo hiciste...

Soltó su último a liento y yo... yo me quede petrificada, deseando ser yo la que hubiese muerto. Grite, sin importar quién me escuchara o no, grite, con todo lo que podía grite, grite a los cuatro vientos, grite para poder sacar mi dolor, pero era demasiado. Cuando mis pulmones reclamaron aire y mi cuerpo tembló, simplemente me deje caer, esperando a que el tiempo me matara o que algo o alguien acabara con migo, que acabara con todo lo que tenía que pasar, que acabara con mi mala suerte, que acabara con mis recuerdos, que acabara con el desastre que soy. Aun podía presenciar el silencio, a pesar de mis sollozos, aun lo podía presenciar y entendí que no importa cuánto ruido halla, el silencio siempre regresara para atormentarme. Miraba los cadáveres de los hermanos mientras trataba de respirar, las lágrimas salían de mis ojos pero no sentía que fueran mías, no sentía que fuera correcto reclamar algo como mío. Cerré los ojos, me sentía agotada y no entendía porque había pasado todo esto.

- Tracy... - dijo la cariñosa voz de mi mama - Hija, ¿Cómo fuiste capaz?

Levante lentamente mi vista y vi a mi mama con el cadáver de mi papa en sus brazos, lo miraba y negaba, no, eso no.

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