Diez meses después de la mudanza, mi padre ya estaba establecido en su nuevo puesto como rector de la universidad de Jacksonville. Se marchaba de casa todos los días a las 7:00 am y regresaba a las 6:00 pm. Mi madre trabajaba como instructora de ejercicios en un gimnasio de Mandarin al mismo horario que su esposo, mientras que ellos trabajaban John y yo luego de la escuela nos quedábamos en el parque, Jade nuestra nana nos vigilaba desde las ventanas.
Ese lunes al llegar de la escuela llovía muy fuerte lo que nos impidió salir a buscar el tesoro, decidimos jugar dentro de la morada.
Corríamos por todas las recamaras, el pequeño John por los pasillos de la segunda planta y yo por los de la primera, teníamos que encontrar algo valioso para luego enterrarlo en el parque donde estaban los objetos que habíamos encontrado durante esos diez meses.
Pensé en el estante con los grandes libros que antes me parecía infinitos y que ahora leo en una semana. Corrí hacia donde se encontraba, con la esperanza de encontrar algo mejor emprendí la búsqueda, moví todo lo que pude, allí pasé aproximadamente treinta minutos leyendo las portadas y revisando todo lo que se veía interesante, de repente pude observar en la cima de la estantería lo que parecía una libreta mustia, me puse de puntillas tratando de alcanzarla, con mi pequeña estatura y con la altura en la que se encontraba era casi imposible, no quería pedirle ayuda a Jade, pues podía llevarse el premio, hice el último intento subiendo los niveles del inmueble, corrí el riesgo de caer pero mi valentía ganó haciendo que lograse obtener el libro de notas entre mis manos.
No pude esperar para ver que contenía, pasé páginas hasta llegar a una que llamó mi atención, pude observar unas letras escritas a mano, fijé mis ojos al manuscrito que apenas veía por todo el polvo. Sacudí la libreta con mi blusa. Inesperadamente Jade gritó mi nombre desde la cocina, lo que hizo que me asustase dejando caer lo que tenía en mis manos entre el sheetrock y la tabla del exterior de la casa, hice lo que pude para tenerla de vuelta, pero mis intentos eran más que insuficientes, la única forma era romper el material lo cual me metería en problemas.
Jade seguía vociferando, necesitaba leer el escrito, esperar no era una opción, mucho menos decirle a mis padres, quería guardarme el secreto de ese tesoro, pues sentía que el destino lo puso ahí para mí.
Pasaban los días y mi secreto estaba en el mismo lugar, me preocupaba no poder hacer nada para rescatarlo, y con el pasar del tiempo aquel descubrimiento se fue quedando en el olvido.
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Hannah Blake
Teen FictionLa adolescente Emily Thomson encuentra una especie de mensaje y una hermosa historia de amor escritas en una libreta que despertarán su curiosidad y le harán emprender un viaje. Únete junto a Emily en la búsqueda de Hannah Blake, quien envió la libr...