Capítulo 10

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-Buenas. – saludo nada más entrar en la casa. Voy hacia el salón y me siento en frente del Abuelo, que me mira raro.

-¿Eres tú, James? Mi James nunca me saludaría.

-Muy gracioso. Tú James no existe, no soy de nadie.

-Madre mía, hoy estás de buen humor, ¿eh? ¿Qué te ha pasado para que estés así de radiante?

No quiero contárselo... No se si debería tampoco.

Sí James, sí, claro que quieres.

Bueno, a lo mejor un poco pero se va a cachondear de mí y no tengo ganas de que me vacile.

Escusas, escusas. ¡Venga hombre, cuéntaselo! Ya verás que contento se pone.

-Pues que mi amigo está en coma...

-¿¡Y por eso estás contesto!? –exclama interrumpiéndome- Eres increíble.

-Joder Abuelo, déjame terminar. Digo que mi amigo, David, está en coma pero a pesar de eso, en el hospital conocí a una enana de nueve años que me tiene loquito. Se llama Carlota.

-James, eres un pederasta. ¿Le sacas siete años y vas detrás de ella?

-Dios Abuelo, eres un puto salido. No, joder, claro que no. Digo que me tiene loquito porque es súper fuerte y alegre, aún pasando por un cáncer. Ayer le dieron el alta, dicen que el tumor lo han extirpado con existo y que ya no hay ni rastro de él. Me la he encontrado hoy al salir del instituto y he estado con su madre, por lo visto le tiene pánico a los hombres, excepto a mí.

-Se te nota el orgullo en la voz, cabrón. Me alegro por ti, en serio. ¿Ella va a ser la que te haga un buen hombre de una vez por todas o todavía no?

-Ya estás con lo de siempre, no se para que te cuento nada. – me levanto y me encierro en mi habitación.

"Eh tío, tienes que venir al hospital. Njord está muriéndose y yo que se, por lo menos darle una explicación a sus padres de lo que ha pasado, ¿no crees?"

Joder, Alen siempre tan humilde hasta en sus mensajes. No quiero, ¿qué coño voy a decirles?

Hola buenas, soy James, el causante de que su hijo esté así. No nada, que siento haberle pegado hasta que se desangrara o haber hecho que se tragara medio litro de jabón. Bueno, eso es todo, espero que salga todo bien. ¡Adiós!

"Ni de coña, ¿qué les digo? Que no, que no, ve tú si quieres pero yo paso. ¿Por qué debería ir?"

"Vamos a ver James, él está en la UCI apunto de morir por tú culpa. ¿No te gustaría al menos pedirle perdón antes de que eso pase? Es que si no lo haces, si al menos no vas a visitarlo aunque no le digas nada, este hecho va a carcomer tu consciencia hasta que te mueras."

Tiene razón, James. Y no quiero que me carcoman hasta desaparecer junto a ti. Por favor, ve. Aunque no le digas nada, aunque el no te vea siquiera, ve. Hazlo por tu querida consciencia.

Que no, joder parar ya los dos de intentar convencerme, no quiero ir y no voy a hacerlo, ¿qué no entendéis de esa frase?

Vale, como quieras, pero Anna estaría muy orgullosa de ti si lo haces. Se que es chantaje emocional pero no se a que otro método recurrir. Anna estaría muy orgullosa de verte como estás intentando cambiar gracias a Carlota. Por favor, no la defraudes, ni a ella, ni a mí ni a Alen. Por favor.

Vale, vale, está bien. Pero para ya de mencionármela.

"Vale, pero que quede claro que tú no me has convencido. En diez minutos en la parada de autobús de aquí debajo de mi casa."

Me guardo el móvil y me despido del Abuelo antes de marcharme. En cuanto llego a la parada, Alen ya está allí. Que puntual.

-Pensaba que no iba a convencerte en la vida. ¿La niña esa te está cambiando de verdad?

Eh, eh, guapo. La que lo ha convencido he sido yo, no te lleves todo el merito.

-Ya te he dicho que no me has convencido tú y bueno, no se. ¿Qué pasa si sí que me está cambiando?

-No, nada, que me alegraría por ti. No es por nada, pero a veces eres muy cabrón.

-Me halagas. – sonrío con suficiencia y le doy en la espalda amistosamente.

El bus llega y nos pasamos el viaje hablando de Carlota. Cuando llegamos, siento algo raro dentro de mí. Mi pulso se ha acelerado y estoy sudando, pero eso solo me pasa cuando estoy haciendo deporte.

James, se llama nervios o miedo, lo que prefieras.

Eres súper chisposa consciencia, ¿nervioso o miedoso? Por favor, que tontería.

Llegamos hasta la Unidad de Cuidados Intensivos y le pego en el hombro a Alen cuando me doy cuenta de algo.

-Pero vamos a ver, si en estos casos solo dejan pasar a los familiares y tan solo un rato. ¿Cómo quieres que entre yo ahí?

-Ostia, es verdad. – responde rascándose la nuca – Yo entretengo a la enfermera que haya en la guardia y mientras tanto tú entras.

-¿Pero tú te estás oyendo? Que puede haber médicos o familiares dentro.

-Escúchame, déjate llevar que a ti eso se te da muy bien. Y si nos pillan, pues nos han pillado, pero por lo menos intentarlo.

-Pero que a mi ese chiquillo no me importa un mierda, ¿por qué tengo que hacer de Agente 007 solo por verlo?

Por Anna, James, por Anna.

Cojo aire para no empezar a insultar a todo lo que se mueve y le hago una señal a Alen para que empiece a entretener a la enfermera. Consigo colarme por los pasillos de la UCI y gruño. ¿Cuál es su puta habitación?

Voy mirando por las ventanillas que están al lado de las puertas, que, para mi suerte, no hay casi ninguna tapada. Cuando por fin veo el cuerpo de Njord, aparentemente sin vida, entro sigilosamente a la habitación después de haberme asegurado de que no había ni me veía nadie. Bajo la persiana para asegurarme de que no me puede pillar nadie, me acerco a su cuerpo y me estremezco un poco al ver que, sí, que parece que está muerto. Aun tiene marcas de cuando le pegué y está horrible.

¿Ves como está, verdad? Pues es todo por tu culpa, tenlo muy presente.

Por una vez tienes razón, puta consciencia. Si él está aquí y en este estado es por mi culpa. Pero no se si siento culpabilidad o no. No se lo que siento ahora mismo. Por una parte, al ver su cara, me entran ganas de pegarle de nuevo, de hacerle sufrir. Pero... por otra parte no quiero empeorar su situación. ¿Y si llega a morir? Madre mía, no se que haría.

James, poco a poco. Está genial que te sientas, aunque no sea plenamente, así porque eso significa que estás empezando a cambiar. Es genial, James, aunque no olvides tus errores.

Mierda. "Mierda" es lo que murmuro cuando se oyen pasos hacia acá. Joder, en el mejor momento. Examino la habitación todo lo rápido que puedo y suspiro aliviado cuando veo que la cortina que divide la habitación en dos llega hasta el suelo. Ahí podré esconderme.

Corro la cortina todo lo posible y me quedo detrás de ella, justo cuando la puerta se abre. Dejo escapar el aire que estaba reteniendo y miro a la camilla que tengo en frente. No, no puede ser. Es imposible, estoy empezando a tener alucinaciones. Las señales de mi cerebro no llegan a mis extremidades cuando el móvil empieza a sonar. Sólo puedo pensar en una cosa: es su cuerpo el que está tumbado en esa camilla. Es ella y está vez es de carne y hueso, o eso espero...

Él, Ella Y ÉlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora