Aparición

64 11 6
                                    

Sus rulos negros caían en su frente pálida, movió elegantemente la cara para ponerlos en su lugar.
-Pensabas matarme- Me dijo Benedict señalando mi hacha, pero con un poco de humor. Sus palabras son un tanto extrañas, como si estuvieran perfectamente planeadas para no evitar responderle y ponerme nerviosa a la vez.
-No, no a ti, era sólo para defenderme- seguía temblando de los nervios, pero al parecer él no lo nota.
-Pues ya puedes bajarla- se metió las manos en el pantalón. Pensé que era para hacerse el superado, y solo imaginé lo raro que se veía que él estuviera ahí, apoyado en el árbol, tranquilo, con las manos en los bolsillos y yo, con los nervios comiéndome porque en algún momento uno de nosotros iba a morir. De golpe sacó unos frutos - ¿quieres un poco? - los reconocí del puesto de plantas de los entrenamientos, se llaman bayas de Almez, de un color café verdoso (que hasta por un momento me hizo recordar los ojos de Robert) y muy ricas, según dijo el entrenador. Tomé unas y las comí. Sorprendentemente, estaban tan deliciosas como si las hubiésemos tomado del puesto.
-¿De donde las sacaste?- Él me señala el árbol que esta justo detrás de él. Me sentí estúpida, el árbol estaba frente a mis narices.
- Con que estabas ahí arriba, que susto me diste- Dije reprimiéndolo en chiste.
-Y tu estabas en el baño de sangre- Su seriedad me asustó. ¿Así que se preocupaba por mi?  Señala levemente mi mochila y el silencio reina unos segundos.
-¡Qué susto me diste!-  intentó imitar mi voz, pero es obvio que no le sale- Muero de sed, tienes algo?
Saco la botella de agua y se la doy, junto con un cuchillo por si lo necesita. Nada me tranquilizó mas durante todos los juegos que admirar sus hermosos ojos cerrarse disfrutando cada gota de agua que atravesaba su garganta. No me había detenido jamás a ver la pequeña cicatriz de su cuello.  Le hubiese preguntado a qué se debía, pero era tan linda la escena que no quise molestarlo. Mas tarde, despegó la botella de sus finos labios, hizo un comentario alusivo a la comida del resto de los juegos. Decidimos almacenar bayas comestibles en la lata que encontré, ir a buscar agua y  después un lugar donde dormir. Mientras estamos en el árbol juntando bayas le conté como sobreviví al baño de sangre, como el chico del 4 me defendió y después yo tuve que matarlo, la muerte de Zelka y finalmente como llegue hasta aquí en busca de comida. Él escucha atentamente, pero nunca me mira, como sí se imaginara cada cosa que yo le cuento en el suelo. Cualquiera pensaría que Benedict es muy distraído, pero yo que ya lo conocía suficiente me di cuenta de que analizaba cada una de mis palabras con su total atención.

Él también me narra sus primeras horas en la arena. Estaba decido en ir a la cornucopia, pero al percatarse de que al lado tenía a un profesional huyó al bosque. Como Haymitch le aviso sobre nuestra alianza, el esperó detrás de un árbol y vio la dirección en la que me dirigía así que vino a buscarme. Pensó que quizás en el camino me encontraría, hasta que se canso y subió a éste árbol. Sus padres son comerciantes en el distrito 12, tienen un establecimiento de frutos y muchas cosas para preparar comida, así que identificó éstas bayas y se dispuso a comer. Cuándo me vio decidió sorprenderme, y claro que lo hizo.
-Debe haber un río por aquí. Quizás si caminamos hacia arriba encontremos algún estanque en dónde caiga el agua del río- Benedict me observa, como si estuviera planeando algo. Sus ojos estaban concentrados y fríos.
-De acuerdo, yo llevo la mochila- caminamos bastante tiempo, y al parecer tengo razón, éste no es un bosque como el de casa. Según mi padre, el bosque es de techo alto, cubierto de pasto de un verde inigualable, y si descansas en él es como un colchón. Que en otoño el suelo se regaba de hojas doradas y que la lluvia no atravesaba la copa de los árboles. Allí no es así, no hay pasto por ningún lado, y mientras más caminamos mas lodosa se hace la tierra. Ahora sé porque nos dieron éstas botas, no para la lluvia, si no para el lodo. Escuchó que suenan 7 cañones.

-Termino el baño de sangre- me dice- Y tu sobreviviste Johanna- pareciera que se siente feliz porque salí viva de ahí. Su sonrisa era preciosa, pero sus ojos seguían siendo tan fríos como azules.
-Pero aún quedamos 17 tributos- sé que al anochecer veré la cara de Zelka, Dailey y la chica del 6 que maté; Ésta sería una noche larga, después de todo no me siento tan bien matando gente.

Los Juegos De Johanna MasonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora