No estaba completamente segura de lo que pasaba por mi mente, no quería matar a nadie más y cargar con la culpa el resto de mis días en la arena, pero la manera en la que Ben recordaba la muerte de Robert me hacía seguir caminando en busca de venganza, esos ojos azules se entristecían con cada paso que dábamos, su sonrisa encantadora (para el capitolio) y tranquilizante para mí se borraba lentamente con cada minuto que pasábamos sin encontrar ningún rastro de los profesionales, comenzaba a cansarme, el ambiente comenzaba a sentirse frío.
-Esta gente del capitolio quiere matarnos- intenté sacarle una palabra a mi acompañante quien durante nuestra caminata sólo se dedicaba a mirar su alrededor, tal como lo hace un depredador cuando está en busca de una presa para comer. Pero de su boca no salió ni una sola palabra ni si quiera estoy segura de que Benedict me escuchará.
Continúe caminando mientras intentaba hacer memoria de quiénes aún sobrevivían en la arena. Los dos profesionales, la compañera de distrito de Ben, y la chica del 5, tal vez se me pasaba algún otro tributo, pero de ser así quedábamos 7. No tardan en ofrecer un banquete pues las cosas en la arena comienzan a escasear, aunque de quedarnos en la cornucopia lo tenemos todo.
-Pon atención- estaba tan concentrada en mis pensamientos que ni si quiera me Di cuenta cuando Ben se detuvo y mi cara quedo completamente embarrada en su espalda, de milagro no me caí de senton.
-Lo siento- dije intentando no reírme, pero él no respondió.
-No hay rastro de ellos y no podemos alejarnos más de la cornucopia- me dijo en tono serio. Ambos subimos a un árbol, para comer un poco de asado de pollo que; aún venía caliente gracias al recipiente que lo contenía. Tenía bastante tiempo que no me detenía a saborear cuidadosamente algún bocado, tome la pierna y al morderla era sumamente jugosa, cerré los ojos para poder saborear mejor.
A mi mente vino mi familia tomando té de eucalipto, sentada alrededor de la pequeña mesa de madera, con aquel tan común olor a leña en el que calentábamos la cena. Di un gran suspiro y abrí mis ojos.
-Delicioso no?- odiaba su forma de ignorarme, aunque momentánea, y de un momento a otro, sacar una corta conversación, como si lo anterior no hubiera ocurrido.
-Claro, pero preferiría cualquier otro bocadillo en compañía de mi familia- respondí sin si quiera pensarlo.
-Es decir, no te gusta mi compañía?- sin embargo, amaba aquel cambiar de gestos con cada charla. Su mirada se encontraba fija en mí, sus cejas negras, que resaltaban con el color pálido de su rostro, se habían fruncido levemente. Como un niño pequeño molesto cuando sus padres le niegan algo.
-Claro....si.. me gusta....- estaba tartamudeando un poco, los nervios me reaccionaban, y ni si quiera estaba consciente del porqué. Incluso empezaba a ponerme ligeramente roja. -Me agrada estar contigo- solté finalmente dando un respiro. ¿Qué me estaba pasando?
-Todas me dicen eso- me dedicó un guiño y continuó con su comida.
Después de nuestra breve y extraña charla, y el delicioso pollo, continuamos nuestra búsqueda, a decir verdad lo único que estábamos logrando era adentrarnos y exponernos en el silencioso bosque, los árboles comenzaban a ser cada vez más altos que al inicio de los juegos, el frío y el cansancio comenzaba a notarse con cada paso firme que dábamos. Estaba completamente segura de que la arena estaba siendo modificada, pues la gente del Capitolio comenzaba a aburrirse. No pasó demasiado tiempo hasta que algo nos hizo volver.
Un viento horrible soplaba en dirección a la cornucopia, era tan fuerte que en algunas ocasiones me ayudó a caminar aún más rápido e incluso mi rostro llegó a rozar con las hojas y las ramas que recogía en su camino, algunas otras veces cambiaba de dirección repentimente y nos hacía golpearnos con los árboles. Ya no estaba tan consiente del camino al que nos llevaba el aire, el polvo que se levantaba repetidamente nublaba mi mirada y no me permitía saber a donde nos dirigimos, así que decido abrazarme; en uno de los tan costantes rebotes, a un árbol; busco rápidamente a Ben quien venía unos pasos detrás, en cuanto lo veo venir hacia mi, estiró uno de los mis brazos para lograr traerlo conmigo, y con el otro me sujeto fuertemente. Siento sus largos dedos rozar con mi mano y enseguida la cierro, pero ya era demasiado tarde, el rumbo del viento había cambiado, azotando a Ben cinco metros más allá de donde me encontraba, el reaccionó de inmediato e hizo lo mismo que yo, para evitar alejarse. El estar tan cerca de la naturaleza, me recordaba a la madera recién cortada y como siempre me traía recuerdos de casa. Alguna vez mi padre me dijo que la vida estaba llena de vientos, algunos sólo eran pasajeros y lo hacían todo un poco más difícil, otros que sólo llegaban te arrebatan algo importante para ti y se iban, finalmente estaban los vientos permanentes, aquellos que cada día ponen obstáculos en tu vida, esos que sólo te hacen un desastre se alejan, pero vuelven constantemente. La arena era algo así, todas esas locas teorías de mi padre juntas. Pero yo ya tenía un motivo para seguir en contra del viento: Mi familia que me esperaba en casa, que me veía en las transmisiones obligatorias por el Capitolio, que tenían la esperanza de volverme a ver, también estaba Robert, quien continuamente venía a mi memoria, y la persona por la que aún sigo aquí: Ben.
De un momento a otro el viento cesó y en su lugar quedó una lluvia intensa que nos permitió continuar con dirección a la cornucopia, sin embargo la temperatura disminuía considerablemente a cada paso, hasta el punto de causarme dolor en los brazos y piernas.
-Corre Johana- me dijo Ben quien ya iba a unos 5 metros adelante de mi. Pero mi cuerpo ya no respondía, lo único que logre hacer fue tirarme de rodillas al suelo y cubrirme un poco el rostro. Quería revolcarme de las punzadas de dolor que recorrían mi cuerpo, pero ni si quiera lograba moverme, cerré los ojos esperando la lluvia cesará y mi sufrimiento disminuyera; pero lo único que obtuve fue el sonido de pisadas dirigirse a mi. Levante la cara esperando lo peor, pero afortunadamente me topé con un rostro conocido.
Benedict se había regresado por mi, tomó mi brazo y lo pasó por su cuello, yo saqué las pocas fuerzas que tenía y me Levante. Caminamos con mucha dificultad, una distancia que para mi era eterna. Mi cuerpo no quería seguir respondiendo, pero mi mente era fuerte y continuaba a pesar de todo. Me gire para ver el rostro de Ben, quien no podía reprimir su mirada de sufrimiento, tal vez por el peso que cargaba o por el dolor, no estaba segura.-Continua solo- le dije pues no soportaba verlo así, por mi.- Yo ya no puedo, déjame aquí.
-No dejó a nadie atrás- sonrió con esfuerzo. Yo intente soltarme de él y justo en ese instante alguien golpeó mi espalda, mis fuerzas eran nulas, caí de frente al suelo, y después de mi azotó el cuerpo de Ben. Mi Cara se encontraba dentro de un charco de lodo, mi cuerpo no reaccionaba, mi mente tenía miedo por aquello que nos había pasado, la buena noticia: La lluvia había cesado.
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Los Juegos De Johanna Mason
FanfictionSoy Johanna Mason, tengo 16 años, vivo en el distrito 7, sobreviví a los septuagésimos primeros juegos del hambre. La historia de los juegos de Johanna Mason, una chica fría a la que nadie puede hacerle daño ... Pero, ¿en realidad siempre fue así?