Clases

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Un golpe en la puerta nos despidió del divino trance.

Alguien necesitaba hablar con Asami.

Yo solo quería hacerla mía.

Introducirme en ella.

Sato paró la exploración de mi lengua sobre su cuerpo para con todo el poder de la voluntad de ambas proponer una tregua.

"Korra, por ahora no podemos seguir".

Bajó sus piernas para erguirse y se arregló la facha separándose un poco de mí.

Molesta y fastidiada de ser interrumpida.

Miró mi rostro, limpio el labial que había dejado esparcido sobre mi piel y labios.

Un rubor diferente al anterior me atacó... Vergüenza.

Apenas me daba cuenta de la gravedad y osadía de mis actos.

Bajé la mirada, no podía verla a los ojos.

Ella río, de esa forma tan delicada pero sonora para mis oídos.

Deliciosa tentación, esa mujer libero una bestia que estaba encerrada muy dentro de mí.

Hizo que me olvidara de mi pudor y recato.

Tiró a la basura mi niñez y me coloco una medalla de adulta.

Manejó los impulsos, guió mis intenciones.

Palpó mi cuerpo extasiado y juvenil.

"Eres tan tierna".

Dijo tomándome la barbilla para hacer que la viera levantando una ceja agregando a lo dicho.

"¿Le vas a tener miedo a la piel luego de que mataste al tigre?".

Un remolino de emociones y sensaciones físicas pasaban por mi cuerpo y mente.

Pero quería cerrar con broche de oro la obra.

Busque con mis ojos el paquete sobre el escritorio y tomé el último trozo de chocolate que quedaba para colocarlo en mi boca.

Atrapando nuevamente a mi querida profesora entre mis brazos para besarla profundamente.

Poniendo en práctica lo recién aprendido.

Ella aceptó con pasión lo que le daba.

Se divirtió un instante más en el interior de mí.

Separándonos solo la falta de oxígeno y otro golpe en la maldita puerta.

Observamos el deseo dibujado en nuestros rostros con las frentes pegadas y el aliento cercano.

Yo le pregunte.

"¿Merezco aprobar o necesito más practica?".

Refiriéndome a la imitación del juego que ella comenzó.

Asami sonrió de nuevo, cerrando los parpados para abrirlos con lentitud y lujuria.

Apuñalando mis sentidos con su atención.

Me beso tiernamente la comisura de los labios y respondió.

"Muy bien hecho, ahora puedes pasar al próximo nivel pero será para otra clase".

Sato se retiró de mi cuerpo para peinar su cabello y arreglar las cosas que había sobre el escritorio, sacando un espejo del bolso para verse antes de abrir la puerta.

Miré sus femeninas pantorrillas contraerse sobre los tacones cuando se inclinó en busca de un lápiz labial.

Admiré sus glúteos levantados y deliciosos.

A mi mente vino el contenido por evaluar en aquel próximo nivel.

Sentí palpitar mi sexualidad de emoción.

¿Hasta donde llegaría y que cosas nuevas me enseñaría?

"Korra, hablaremos de esto en otro momento por ahora es muy peligroso que salgas de este salón con esa mirada tan encendida y ese aspecto emocionado. Cálmate un poco y deja de mirarme el trasero".

Dijo observándome por el espejo.

Rayos, descubierta en el acto una vez más.

Era cierto necesitaba calmar mis instintos y parecer natural o quien fuera el idiota que tocaba la puerta por cuarta vez sospecharía.

No llevaba mi bolso, lo había dejado en la motocicleta antes de pasar por la cafetería pero con agarrar entre mis manos el examen y aparentar estar enfocada en el papel iba a ser suficiente.

"Espero no le expliques a nadie lo que te enseñé hoy, en especial a ninguna otra mujer".

Porque solo podía compartir conocimientos estrictamente de la materia con otros, pero no de su clase especial y carnal.

"Sé que eres una persona discreta por lo tanto no necesito recordarte que ésto queda entre las dos, lo que paso hoy no fue la mejor forma de hacer evidente nuestros sentimientos pero te recompensare por ello. Ahora debo atender mis deberes".

Comento antes de abrir la salida.

Tomé su mano entre la mía y la miré con amor para responder sus palabras.

"No tienes de que preocuparte, cuando tengas el tiempo estaré disponible para aprender. Gracias por todo lo de hoy".

Luego le plante un beso en el dorso de la misma, tierno y lento.

Dejando ver lo muy agradecida que estaba de ser su alumna especial.

Ella se mordió el labio inferior y colocó la mano que besé sobre mi pecho.

Deslizando la extremidad por él.

Pasando por mi abdomen.

Terminando en la hebilla de mí correa.

Pero dejó el entretenimiento y volteó con rapidez hacía la puerta girando el seguro.

Fingiendo una despedida normal, atendiendo al intruso.

Un profesor de otra sección que necesitaba del salón para dar su clase, porque en el asignado no servía el aire acondicionado.

Entonces miré por última vez a la Reina que le ponía esposas a mi libre albedrío antes de bajar por las escaleras viendo como ella me guiñaba un ojo y lanzaba un beso a las espaldas de su colega desde la puerta del aula.

Haciendo que yo casi rodara por las escaleras perdiendo la noción del primer escalón.

¿Qué sería de mí el resto del semestre?

Aún sentía la humedad entre mis piernas que había dejado ese encuentro.

Todo lo que podía hacer al respecto era esperar por la nueva clase que disfrutaría sin lugar a dudas y daría mi mejor esfuerzo por aprobar con la mejor puntuación.

EnséñameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora