¿Quieres probar?

5.7K 419 31
                                    

Ella introdujo su lengua en mi oído.

Haciendo oscilar mi percepción.

Reclamando un beso.

Desde su rostro recostado aun lado del mío.

El cual garantice.

Sin dudarlo.

Asami rasguño lo que alcanzaba.

Alimentando el masoquismo.

Que me agradaba.

Mi esternón ascendía agitado y descendía sumiso.

Consecuencia del diafragma apresurado dentro de mi.

Enamorado de la mujer que lo oprimía.

Mis pectorales estaban orgullosos de acunar a mi profesora.

Quien descansaba sobre ellos.

Asami desplazó las manos.

A su centro colorido.

Libre.

Atrevido.

Lleno.

Sensible.

Colocando los dedos.

Justo en la entrada del túnel femenino.

De paredes hambrientas.

Ella suspiró en mi oído.

Introduciendo profundo algunos dedos.

Mientras los otros parecían acariciar su bulto superior al agujero.

Que ya estaba.

Enorme.

Colosal.

Elevado.

Todo gracias al estímulo.

Mental.

Físico.

Emocional.

Intenté soltarme las esposas con todas mis fuerzas.

Partir el material que me suprimía de consumar.

Pero.

Ni con todo el poder cedían.

Eran de una excelente calidad.

Mis muñecas ya ardían.

El interior de mi ser gritaba.

Un interruptor entre mis muslos estaba nutrido.

Los alrededor que le daban protección, adoloridos.

Notaba voluptuosidad.

Humedad a cántaros.

Mi bóxer estaba empapado.

Los muslos morenos mojados.

No solo de mis fluidos.

Lubricantes.

También los de Asami.

Ella me susurro que le digiera cosas.

Las más bajas que se me ocurrieran.

Que la ayudara a llegar al orgasmo con mi voz.

Era la oportunidad que estaba esperando.

No quería rogar que me soltara.

Tenía que dejar algo de orgullo en mi ego.

Lo que no hacía mi cuerpo que lo hiciera mi cerebro.

EnséñameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora