Prueba

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Había transcurrido un día desde la lesión de mi mano y aquel encuentro en la clínica.

Aprendí como utilizar el maquillaje para ocultar mis chupetones junto a un suéter bastante alto en el cuello.

En la noche casi no dormí, por obvias razones que mi cuerpo no quería dejar de recordar.

Sensaciones que aumentaban mi libido a millón.

Lujuria que solo disminuía al levantarme de mi cama en plena madrugada para hacer flexiones de codos hasta desfallecer.

Apaciguando lo que no quitaba el auto placer. Siempre cuidando de mi mano lesionada.

Llegó el horario por asistir a la clase de Asami muy rápido y esperado por mis hormonas.

Con un examen oral practico de Kinesiología de la cadera.

No demore en pararme fuera del salón para esperar la orden de entrar en parejas y presentar la prueba como el resto de mis compañeros.

Más nerviosa por quien me evaluaría que por la misma evaluación.

Opal llegó segundos después para juntarse conmigo en espera que la profesora saliera del salón.

Sato se asomó por la puerta, abriéndola apenas un poco.

Indicó que pasaran dos personas más cuando todos la miraron.

Hice un gesto de querer ofrecerme para la guillotina pero mi amiga me tomó del brazo para decirme algo.

"Espera Korra, practiquemos en el pasillo hasta quedar de ultimas. Tendremos más tiempo para repasar y podremos escuchar de los que salen que está preguntando Asami".

No es como si en una o dos horas esperando a las afueras que todos pasaran íbamos a aprender mucho, pero no era una mala idea.

Repasamos el cuaderno y cosas que se suponían que ni siquiera iban pero que ya estaban evaluadas.

Por lo tanto podían ser preguntadas o añadidas.

Cada vez que Asami abría la puerta del salón para dejar salir a los alumnos mi corazón se aceleraba.

Miraba esperando que ella se asomara.

Disimulando mi interés.

Encubriendo la inquietud.

Casi al terminar con los grupos donde solo quedaba una pareja por pasar para que fuera nuestro turno.

Asami salió del salón a contar cuantos faltaban por el examen.

Yo me levante al instante.

Apretando la libreta que estaba en mi mano, en la sana.

Delineando con mi vista aquellas piernas desnudas.

La falda de moda, color vinotinto como su labial.

Apretada.

Con costuras finas que se pegaban a las curvas de muerte placentera.

Una camisa de escote no vulgar que me quitaba la respiración.

Dejando ver la piel blanca con pequeñas pecas justo donde las órbitas centrales bien formada de sus senos se juntaban.

La cadena que le brillaba, oro.

Un reloj que marcaba el tiempo que faltaba por hacerla mía.

Con pinta de ser costoso.

Distinguido y original.

Todo lo que la adornaba le daba ese toque refinado y dominante a la poseedora.

EnséñameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora